Esta última semana, el fútbol se encontró con la noticia que quizás ha generado más repercusión en el nuevo milenio. La creación de la Superliga estremeció tanto al mundo de la pelota, que las muertes en Catar y el FIFA Gate parecen nimiedades al lado de este torneo, un torneo cuyo objetivo era salvar a los grandes equipos y de paso, si quedaba algo, salvar a los demás.
Suena muy cruel poner la Superliga desde esa perspectiva, pero es una realidad. Florentino y su sequito se unieron para salvarse y potenciarse. Los hinchas de todo el mundo lo vieron como una locura. La masa, sin entender muy bien qué pasaba, solo le interesaba una cosa: “La Champions no se toca”, buscando cualquier razón o excusa que impidiera el cambio.
La realidad es que el fútbol de antaño es muy diferente al de hoy, los equipos que logran títulos son los ricos, los que reciben inversiones estratosféricas. Ya no existen las proezas (aunque quieran ver la del Leicester en 2015 como una de ellas), el fútbol europeo hoy es dominado por 20 equipos como mucho, de los cuales 12 hacían parte de esta Superliga.
Seamos realistas, bajo esta burbuja que se estableció hoy, si estos equipos desaceleran su ambición por tener a los mejores y ganar la Champions, el futbol perdería la audiencia, los derechos televisivos, los patrocinios en masa.
Y sí, por más que la hinchada quiera ver al Burnley campeón de liga, quien pone la plata es Chevrolet, Fly Emirates, T-Mobile y demás que aparecen en este G20 (por nombrarlos así). Si ganara un año el Burnley, al otro el Sheffield y el siguiente el City, no fuese interesante para las marcas ofrecer grandes sumas, ya que van a perder el alcance que está buscando su marca. Así, que, aunque le duela al hincha, el futbol necesita seguir viendo a los mismos ganadores si quiere mantenerse bajo el mismo formato (que a propósito ha sido secundado y aprovechado por la UEFA todo este tiempo).
Es por eso que nació esta Superliga, por esa necesidad imperiosamente capitalista de seguir en la cima. Se trataba de ofrecer el espectáculo más rentable posible, postergar cualquier posibilidad de quiebra y a partir de ahí generar un formato estable en el tiempo para los privilegiados, donde da lo mismo si los chicos se benefician o no. Algo parecido a lo que pasa hoy, pero con diferencias más astronómicas. Ya que quitarían la torta a la UEFA, y la repartirían entre ellos.
Sin embargo, y aunque el torneo parece desalmado, la oportunidad de tener algo sin intermediarios codiciosos y poco transparentes hubiese sido casi que poético. Se trataba de una lucha de poderes, entre los equipos más ricos contra las organizaciones superpoderosas supranacionales que se creen intocables, y que lucran con el espectáculo que ellos brindan. La sola posibilidad de ver a la UEFA y a la FIFA de rodillas hubiese sido esplendido, mágico, fantástico.
Cierto es, que el formato generó demasiadas dudas, sobre todo por blindar a 15 y no existir un formato claro de descenso. Para algunos se quedaron muy cortos con los cupos y limitaban prácticamente a un torneo de 3 a 5 ligas como mucho. Pero si esto lo llevamos a la realidad, es muy parecido a lo que pasa hoy, las sorpresas cada vez son más esporádicas y los equipos de menor categoría tienen que emparejar la cancha con otras herramientas. El fútbol con o sin esta nueva copa cada vez genera más brecha entre ricos y pobres. Como también es cierto que al televidente en general no le importan los Huesca, Crotones y demás; solo sacan tiempo para ver un partido de categoría como las semifinales de la UEFA Champions League.
Aun si la idea fuese loca, con pocas luces y más matices, fuese mejor que estar bajo la misma línea de corrupción que venimos tragándonos día a día en la FIFA y todas sus confederaciones, que en lo último que se interesan es en que el Cádiz pueda llegar a Champions; sin embargo, en este caso, se encargaron de crear una red donde incluían al hincha y a jugadores como si ellos tuviesen poder de decisión en esto.
Pregunto, ¿les importó algo la opinión de los hinchas al tener un mundial en invierno y en Catar, ganado con sobornos?, ¿les importan los más de 6500 trabajadores muertos en la construcción de dicho mundial?, ¿les importó poner a los jugadores más partidos para que el calendario fuese más atractivo para los derechos televisivos?, ¿les preguntaron a los hinchas que piensan de los valores astronómicos que pagan algunos equipos por sus jugadores?, tan siquiera hicieron un sondeo para preguntar al mundo si querían que el VAR hiciera parte del futbol? ¿En Italia tuvieron la oportunidad de decidir donde se jugaría su Supercopa (actualmente la pasean en el país que de dinero)?
La respuesta la saben ustedes, y muy a pesar de eso, siguen poniendo a la UEFA en un altar, solo porque 12 personas trasgredieron su corazón, y claro, como no, iban a destruir el torneo más importante del mundo junto con el mundial.
Me preguntó si otros equipos menores hubiesen hecho eso, les hubiese generado igual de malestar, imagino al Crotone “No vamos a jugar una competencia UEFA, haremos nuestra liga de humildes”; aseguro que millones de personas en el mundo estuviesen a favor de la idea, sin importar en qué condiciones estuviese.
Es cierto, la Superliga tuvo una pésima comunicación al público, se notó realizado más por desesperación y pelear con Ceferin y aunque las formas no eran las mejores, cambiar el orden desde este punto, hubiese sido el primer paso para más cambios que son necesarios en el fútbol.
Lo peor de todo esto no es que la Superliga tuviese un traspiés casi irreversible, es la forma como la UEFA sorteó la situación. Ofreció dinero al que se saliera, relajó criterios del Fair-Play (para sus amigos Chelsea, PSG y Manchester City), colocó en puestos importantes a sus “nuevos amigos” y no conforme con esto, siguió con un rifirrafe infantil con Florentino Perez, amenazándolo con no jugar esta UCL, solo por ir en contra de sus ideales. Amenazas como método de control, lo que tanto criticamos en Colombia y Latinoamérica.
Viéndolo desde el punto más positivo, quizás esta Superliga se creó solo con el objetivo de despertarnos como consumidores del deporte ante tanta barbaridad hecha por la FIFA y la UEFA. De comenzar a generar una crítica menos light, de realmente exigir cambios en el futbol. Realmente agradezco a los 12 apóstoles por intentarlo y ojalá que, de ahora en adelante, la pelota no se manche en los escritorios, algo que Platini como Presidente de la UEFA hizo día a día.
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*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.
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