Sus defensores afirman que bajo la tutela de Carletto, James volverá a encontrarse con su mejor versión y demostrará que todavía tiene talento para triunfar en Europa. Por otro lado, sus detractores afirman que es un retroceso en su carrera, y que de no haber sido por su displicencia hubiese llegado mucho más lejos. Ambas visiones manejan un concepto distinto de lo que es el éxito. Para algunos la carrera profesional de James es un éxito total, y para otros no lo es. ¿Por qué existen dos caras de la misma moneda? ¿Quién tiene la autoridad infinita para juzgar el éxito o el fracaso de un profesional?

Existen razones de sobra para calificar la carrera de James como un éxito, después de todo, muchos son los niños que sueñan con salir del potrero para jugar al fútbol de manera profesional, y muy pocos son los que lo logran. Los pequeños que aspiran a perseguir una carrera en el fútbol están jugando en ligas menores desde sus 6 años, y muchos de esos niños tienen talento de sobra para llegar a lo más alto. Pero este es un mundo cruel. La mayoría fracasa en el intento, no precisamente porque no sepan jugar, sino porque vienen de contextos socioeconómicos complejos, y necesitan trabajar mientras llega el contrato anhelado. Muchos inclusive caen en el alcohol y otros vicios antes de llegar a profesionales. Otros no triunfan porque no tienen un buen representante, que los ayude a sortear las tumultuosas aguas del fútbol profesional.

James no sufrió de eso: siempre fue el 10 en las canchas del barrio Jordán en el Tolima, ciudad que lo vio crecer bajo el ala protectora de su madre, Pilar Rubio. Con el equipo de la Academia Tolimense ganó el mítico torneo Pony Fútbol de la cancha Marte en Medellín a sus 12 años. Este triunfo llamó la atención de los ojeadores del Envigado FC, con el cual se daría su debut como profesional, con solamente 14 años de edad. Esa temporada el Envigado descendió, pero al año siguiente James sería una pieza clave para volver a primera, aportando 9 goles. Su actuación en la B Nacional le valió una convocatoria para representar a la Selección Colombia, en el Mundial Sub 17 de Corea 2007. Como nota adicional, en aquel Mundial salió campeona la España de Illarramendi y Bojan Krkic, Tony Kroos fue elegido Balón de Oro, y el goleador de la Selección Colombia fue Cristian Nazarit, hoy en el Al-Ahli de Qatar.

De ahí en adelante todo sería cuesta arriba para el cucuteño. En 2008 llegaría a probarse en Argentina, en el Banfield del emperador Julio César Falcioni. Al segundo año con el ´Taladro’ saldría campeón del torneo Argentino, jugando al lado de jugadores como Lucchetti, Walter Erviti y el ‘Tanque’ Silva. James aportó jugando de enganche clásico en algunos partidos, o tirado a la izquierda en otros. Pero en las ocasiones que tocaba jugar, rompía la cancha. Cuando cogía el balón en sus pies daba una bocanada de aire fresco a la cancha, como si en cualquier momento fuera a salir con algo espectacular. “Ese pibe colombiano la rompe” decían los comentaristas Argentinos, augurando un futuro de crack para James. Era uno de los talentos más grandes de Sudamérica y esto lo terminó de validar en aquella histórica campaña  que les permitió hacerse con el campeonato argentino por primera vez en su historia, en un país históricamente dominado por los “cinco grandes”.

Y así fue como a sus 19 años llegó al Porto FC, uno de los grandes equipos de Portugal. Colombia es un país tremendamente desigual, y solo el 58% de los jóvenes de 19 años pueden acceder a la educación superior. El restante debe rebuscar el sustento y apoyar a su familia de la manera que pueda. Algunos se enlistan a las fuerzas militares o a la policía, instituciones con bajos estándares de admisión que siempre van a requerir pie de fuerza. Otros inclusive optan por el camino de la ilegalidad, y muchos inclusive no llegan a los 19 años, porque la violencia les arrebata la vida primero. De este contexto sale James, que firmó un contrato por 5.1 millones de euros. Esta cifra equivale a 22.000 salarios mínimos en Colombia. Es más plata junta que jamás verán sus coetáneos, ni siquiera los afortunados que pudieron entrar a la educación superior. Solamente comparado desde el contexto tercermundista del que proviene, la carrera de James es un éxito, porque hace parte de un negocio multimillonario.

El resto de la carrera de James es bien conocida por todos: se volvió un ídolo de la afición del ‘Dragao’, ganó todo lo que pudo a nivel local y alzó una Europa League, al lado de su compañero Falcao. Pasó por el Mónaco y luego llegó el Mundial de 2014, en donde Colombia sorprendió al mundo con su juego alegre y potencia ofensiva. James ganó la bota de oro, y metió una volea de ensueño contra Uruguay en Octavos de Final. Aquella jugada quedó grabada en la retina de todo el mundo, y los colombianos vieron nacer un nuevo ídolo. Esta tierra no daba ‘cracks’ de talla mundial desde el Pibe Valderrama.

Su actuación destacada le permitió llegar al Real Madrid, en una transacción de 80 millones de euros. Ni vale la pena decir a cuantos salarios mínimos colombianos equivale eso, pero es hasta la fecha el precio más alto jamás pagado por algún jugador Colombiano. La primera temporada con Ancelotti en el banco fue genial para James, aportando a la casa blanca con buen juego y goles. A la temporada siguiente llega Zinedine Zidane al blanco blanco, y aquí es donde empieza su cuesta abajo. En términos generales nunca logró de convencer a la afición del Bernabéu, ni a Zidane, que en las citas más importantes solía prescindir de su juego. Se reconocía que era un jugador talentoso, pero que no era esforzado en labores de marcaje, o que era displicente en los entrenamientos; aun así, en aquellas pocas oportunidades logró ser determinante con goles y asistencias. Estuvo a préstamo unas temporadas con el Bayern Munich, y nuevamente con el mando de Ancelotti se encontró con su mejor fútbol, pero con Kovac volvió a conocer el banco de suplentes. Nunca se adaptó en Alemania, no se adaptó al frío, ni a la cultura del trabajo que se tiene allá. Tampoco se molestó en aprender el idioma. También tienen razón algunos en afirmar que la carrera de James no estuvo a la altura de sus oportunidades.

Muchas eran las expectativas que se tenían con la brillante carrera de James Rodriguez, que en la élite del fútbol mundial todavía no ha podido consolidarse como actor principal. Tal vez es cierto que no estuvo a la altura de algunas expectativas que desde su tierra nos hicimos con él, y por eso es fuerte el criticismo de quienes consideran que su carrera profesional es un fracaso. Ahora el paso al Everton, un equipo tradicional de la Premier League, pero que no gana nada significativo desde 1995. Allí se reencontrará con el DT que lo entiende mejor, y esperemos que se reencuentre con su mejor versión, aquella que cautivó al mundo en el mundial de Brasil 2014.

Sin embargo, ¿quiénes somos nosotros para decir si su carrera es un éxito o un fracaso? ¿Que factores determinarán si su paso por el Everton es exitoso? ¿Será que si no gana nada seguiremos cuestionando sus fracasos y sus mentalidad, o apreciaremos a James como una de las estrellas más grandes que ha dado el fútbol colombiano? Depende de cómo se vea el vaso, medio lleno o medio vacío. No existe una única fórmula. Tal vez tocaría empezar a replantearnos a nosotros mismos cuales son nuestros grandes éxitos en la vida, antes de llamar fracasado a un jugador que llegó tan lejos como ningún otro colombiano, y que su valor en euros es una cifra que jamás veremos en nuestras vidas. ¿Es el dinero una medida de éxito? ¿Son las copas? Es difícil saber. A fin de cuentas el éxito es relativo.

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