
Las minas de esmeraldas del occidente de Boyacá, que por décadas han sostenido a miles de familias y desataron la sangrienta ‘guerra verde’, enfrentan ahora una nueva amenaza: el narcotráfico.
(Lea también: Esmeraldero Hernando Sánchez estaba en la mira: habían intentado matarlo con un ‘rocket’)
Según el programa Los Informantes de Caracol Televisión, la región vive una mutación de la violencia, donde el verde de las gemas se tiñe del blanco de la cocaína.
Dos asesinatos recientes en Bogotá, ejecutados con precisión de francotiradores, han puesto en alerta al gremio esmeraldero, que teme una nueva era de terror impulsada por el Clan del Golfo y narcotraficantes ligados a las minas.




Asesinatos contra esmeralderos en Colombia sacuden al gremio
El 6 de abril de 2025, Hernando Sánchez, heredero del linaje Carranza, fue abatido por un francotirador al salir de su casa en un exclusivo conjunto residencial al norte de Bogotá.
Meses antes, el 7 de agosto de 2024, Juan Sebastián Aguilar, alias ‘Pedro Pechuga’, exjefe de seguridad del ‘zar de las esmeraldas’ Víctor Carranza, corrió la misma suerte en el mismo lugar.
En 2021, Jorge Enrique Gómez, otro esmeraldero, fue ejecutado en un parqueadero capitalino.
Todos figuraban en una lista negra que, según El Tiempo, circulaba desde el pabellón de extraditables de La Picota, con 12 nombres marcados para morir por una alianza entre el Clan del Golfo y narcotraficantes presos.




¿Quién está detrás de asesinatos de esmeralderos?
Petrit Baquero, autor de La nueva guerra verde, explicó en Los Informantes: “La guerra verde terminó, ahora es la guerra blanca. Aunque hay esmeralderos honestos, desde los inicios del narcotráfico en Colombia, algunos en este negocio han sido capos”.
Edwin Molina, presidente de Esmeracol admitió en el programa que algunos esmeralderos “le abrieron la puerta” al narco.
Horacio Triana, condenado por narcotráfico en EE. UU. y por un intento de homicidio contra Sánchez en 2012, aparece como posible orquestador, ofreciendo una mina a cambio de los asesinatos, según un testigo de la Fiscalía. Su hijo, Eduar Triana, representante a la Cámara por Boyacá, rechaza las acusaciones: “Es una distorsión para implicar a inocentes”.
El negocio de las esmeraldas, que significa 150 millones de dólares anuales, cambió con la llegada de multinacionales que compraron concesiones a familias tradicionales. Sin embargo, la paz esperada no llegó.
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