
En septiembre de 2025, la inflación en Colombia se ubicó en 5,18 %, impulsada principalmente por el aumento en los costos de los servicios públicos y los arriendos.
Según el más reciente informe del Dane, el gas fue el servicio que más se encareció, con una variación interanual de 12,67 %, seguido del arriendo con 5,41 % y el agua con 5,21 %.
En contraste, la energía eléctrica disminuyó 2,17 % en su precio. La categoría de alojamiento y servicios aportó 1,51 puntos porcentuales al índice total, siendo la principal causa del incremento inflacionario.
Los alimentos también tuvieron un papel clave en el alza del IPC. Productos como la zanahoria y el café aumentaron cerca del 50 % respecto al año anterior, mientras que la cebolla, la yuca y el tomate registraron subidas de hasta 40 %.




En promedio, los alimentos aportaron 1,17 puntos porcentuales al resultado final de la inflación.
El costo de los arriendos sigue teniendo un peso importante en la economía nacional, ya que más del 40 % de los colombianos reside en viviendas arrendadas.
Además, Medellín superó a Bogotá y Cartagena como la ciudad más costosa para alquilar. Analistas prevén que la inflación se mantenga entre 5,4 % y 5,5 % en los próximos meses, sin margen para reducir tasas de interés.
Cómo afecta la inflación a las personas en Colombia
La inflación afecta directamente a las personas en Colombia porque reduce el poder adquisitivo de sus ingresos. Cuando los precios de los bienes y servicios suben de manera generalizada, el dinero alcanza para comprar menos cosas, lo que golpea especialmente a los hogares de ingresos bajos y medios.
Estos grupos destinan gran parte de su salario a cubrir necesidades básicas como alimentos, transporte y vivienda, por lo que cualquier aumento en estos rubros reduce su capacidad para ahorrar o gastar en otros bienes esenciales.
Además, la inflación impacta en la estabilidad económica de las familias, ya que genera incertidumbre sobre el futuro y dificulta la planificación financiera.
Las cuotas de los arriendos, el gas y los alimentos suelen subir más rápido que los salarios, creando una brecha entre los ingresos y los gastos. Esto obliga a muchos colombianos a endeudarse o a reducir su consumo.
Por otro lado, las empresas también enfrentan mayores costos de producción, lo que puede traducirse en menos empleo o salarios estancados.
En conjunto, la inflación prolongada deteriora la calidad de vida, incrementa la desigualdad y limita el crecimiento económico del país, afectando la confianza de los consumidores y la estabilidad de los hogares.
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