Nada ofende más a los padres jóvenes que una pareja con mascota que mete la cucharada en una conversación sobre la crianza. Pero tienen derecho. Hoy hablamos de ‘perrhijos’ e, incluso, de ‘gathijos’: peluditos con el estatus de hijos. Y es cierto que, más que acompañamiento, bebés, perros y gatos son un proyecto de vida que permite la posibilidad de querer y criar. Entonces, ¿por qué no hacer un ejercicio de comparación para saber cuál compañía es la mejor?

Antes de decidirse por un ejemplar es necesario sopesar pros y contras de cada especie. Es por esto que padres y madres de las tres especies se reunieron para elaborar la siguiente evaluación para que usted, estimado lector, sepa qué cuadrúpedo se adapta mejor a su estilo de vida.

Hay 11 categorías que reparten 3 puntos cada una: 2 al espécimen con más beneficios y 1 al siguiente. El último no gana puntos.

Afecto

Es tal vez la razón más importante para procurarse un pequeño acólito y, aunque perro y bebé compiten pata a mano, no hay nada como el amor incondicional canino, ya que tarde o temprano, los hijos aprenden a expresar con elocuencia el odio a los padres. Al gato no le puede importar menos todo esto.

Perro (+2)     2                     Bebé  (+1)     1                     Gato               0

 

Interacción

Gran parte de la satisfacción de tener un animal / hijo es la posibilidad de relacionarse y comunicar. De nuevo perro y bebé, que tienen un nivel intelectual similar, se disputan los puntos, pero el hecho de compartir la misma lengua con el protector zanja la discusión a favor del humano.

Bebé (+2)      3                     Perro (+1)     3                     Gato               0

 

Costo

El presupuesto es vital en la decisión: el gato, por barato, se lleva los puntos. Aunque el mercado canino de ropa y accesorios es tan vasto y ridículo como el de los niños, en esta categoría el perro queda segundo, porque no hay como el huracán financiero que es el bebé.

Gato (+2)       2                     Perro (+1)     4                     Bebé              3

 

Fatiga

La exigencia física es también un factor en el que el gato sale ganando por su existencia discreta. Casi no se siente en casa y él mismo administra su comida. Y otra vez, el bebé pierde por destructor: no deja dormir, requiere atención permanente y, literalmente, le chupa la vida a los padres.

Gato (+2)       4                     Perro (+1)     5                     Bebé              3

 

Compromiso

(O perdida de libertad) Es claro que el bebé tampoco gana puntos en este apartado, ya que exige más sacrificios que un dios azteca. Vuelve a ganar el gato.

Gato (+2)       6                     Perro (+1)     6                     Bebé              3

 

Rentabilidad

Aunque la monetización del animal es una posibilidad gracias a la cría o la publicidad (más por el lado de los perros que de los gatos), el hijo es el único que tiene probabilidades reales de convertirse en fuerza laboral (y, en algunos casos, hasta en plan de jubilación).

Bebé (+2)      5                     Perro (+1)     7                     Gato               6

 

Protección

Aquí el perro, con su instinto guardián, gana de lejos. Pero, sorprendentemente, le sigue el bebé: aunque sus capacidades de ataque son nulas, a veces actúa como un escudo que apela a la compasión de eventuales agresores. El gato, por su parte, no genera ninguna seguridad. De hecho es seguro que deja botado al que sea.

Perro (+2)     9                     Bebé (+1)      6                     Gato               6

 

Ruido y alboroto

De nuevo el felino discreto está en un extremo y en el otro, Huracán Bebé.

Gato (+2)       8                     Perro (+1)     10                   Bebé              6

 

Aseo

Los rastros, las heces y el olor, entre otras manifestaciones, componen una rúbrica compleja con muchas aristas y consideraciones. Pero, en general, el perro es el peor compañero en este sentido. No solo toca salir a la calle cada vez que hay que ir al baño, sino que huele mal y babea más que el bebé.

Gato (+2)       10                   Bebé (+1)      7                     Perro             10

 

Enseñanza

¿Qué podemos aprender de ellos? Aunque hay mucha sabiduría en las maneras de los animales, el bebé permite que nos conozcamos mejor a nosotros mismos y, como dicen en Instagram, no hay nada tan valioso como el auto conocimiento. Por su lado, el gato le saca un poco de ventaja al perro porque nos enseña sobre serenidad y elegancia, no solo sobre lanzamiento de palos y pelotas.

Bebé (+2)      9                     Gato (+1)       11                   Perro             10

 

Alergias: Aunque un bebé puede sufrir de muchas, produce más bien pocas. El gato, en cambio, es para muchos toda una pesadilla.

Bebé (+2)      11                   Perro (+1)     11                   Gato               11

Resultado: empate triple.

Esto prueba que la discusión no se despacha fácilmente y que es, al final de cuentas, una cuestión de prioridades. Eso sí: obtener la igualdad en este ejercicio va a resultar mucho más difícil con la próxima inclusión de ‘hámsterhijos’, ‘ratonihijos’, ‘lagarthijos’ y toda la lista de animales que se preparan para dar el salto definitivo de la domesticación a la tan anhelada adopción.

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