La crianza es una combinación de técnicas, unas más necesarias que otras. Contra todo pronóstico, tener la capacidad de decirse mentiras y saber perder son dos cualidades que resultan esenciales para los padres.

Así no queramos tener hijos, todos sabemos reconocer a alguien decente y sabemos reconocer y valorar aspectos de una buena educación. Pero solo quienes nos aventuramos de lleno eso en ello terminamos sepultados bajo nuestras expectativas.

El cansancio, estado natural de los jóvenes padres, nos obliga a ceder y renegociar límites ante el temible adversario que tenemos enfrente. Dicen que se puede perder una batalla para ganar la guerra. Pero a estas alturas, solo queda esperar a que se empate así se hayan perdido todas.

La batalla de la dormida

Expectativa:

Después de una discusión de varios días, los padres deciden que el mejor método para enseñarle a dormir a su hijo es el Ferber (o Estivil), que consiste en “dejarlo llorar”. No se trata de desampararlo de manera indefinida, sino de dejarlo solo por breves periodos de tiempo y calmarlo sin cargarlo en brazos.

Realidad:

Los vecinos ya no saludan a los padres. La administración del edificio les manda una carta a acerca del llanto nocturno. Nadie en la casa duerme.

La batalla de la comida

Expectativa:

Tras consultar diversas fuentes, los padres llegan a un acuerdo sobre cómo enseñarle a su hijo a comer: los expertos dicen que, teniendo en cuenta que comer es un placer, es necesario dejarlo experimentar con la comida. No se debe distraerlo para lograr que coma ni darle siempre gusto con lo que ya conoce.

Realidad:

Uno de los padres monta un espectáculo musicalizado de marionetas a la hora de comer. El otro calcula cuánto Nestum® debe echarle a las verduras para disimular el sabor.

La batalla de la pantalla

 Expectativa:

Pediatras y especialistas están de acuerdo: se debe retardar lo máximo posible la exposición a las pantallas de los teléfonos, las tabletas y los televisores y, antes de los 2 años, se debe evitar por completo.

Realidad:

5:30 am. ¡El día de bebé comienza! Uno de los padres lo trae a la cama, lo sienta y prende la televisión. Después de media hora que les toma despertar, lo primero que harán los papás será revisar sus teléfonos.

Pero, porque papá y mamá son ante todo una pareja (y porque toda complicidad tiene sus grietas), también se pelean. Saber discutir y sortear las crisis delante del hijo se convierte entonces un tema relevante en la educación. Y, por supuesto, también en un campo de batalla en el que progenitores salen perdiendo… otra vez.

La batalla de la armonía

Expectativa:

Los padres pactan que, sin importar la naturaleza y el nivel de la discusión, harán un esfuerzo para moderar su tono y sus propósitos cuando se encuentren delante del bebé. No deben llenarlo de miedos y traumas innecesarios.

Realidad:

En medio de acalorada discusión, uno de los padres utiliza al bebé como un pequeño escudo humano para aplacar los gritos del otro.

Columnas anteriores:

Corrigiendo a papá

Hitler o la educación artística en valores para los líderes de mañana

21 (Insta)gramos

Michael Jackson o el ‘Ayuwoki’

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.