Por ello, los niños desde que tienen 2 años hasta que cumplen 5, no paran de invocarla y pedirla. Es una obsesión que se lleva a los padres por delante; algo así como el ‘Despacito’ de preescolar (porque en primaria ya es con la ‘Despacito’de verdad).

Desde los primeros segundos, el éxito de ‘La vaca Lola’ se explica tanto por su letra como por su música. Algunos dirán que su única estrofa (“La vaca Lola / la vaca Lola / tiene cabeza / tiene cola / y hace mu”) es demasiado simple, insustancial, sin vida.

Pero una lectura detenida nos revela que, en realidad, se trata de un ejemplo lúdico de razonamiento deductivo. Primera premisa: la vaca Lola “tiene cabeza”. Y quién no. Es una afirmación general como pocas. Segunda: “tiene cola”. Eso ya es en alguna medida más particular. No todos tenemos cola (algunos no tenemos ni glúteos). “Y hace mu”: muy, muy particular. Solo las vacas (y los adultos cuando le muestran una vaca a un niño) mugen.

Al final confirmamos la identidad de Lola y nos damos cuenta de que no es una letra boba sino un razonamiento hecho canción. Pero, a pesar de que es un virtuoso ejercicio de argumentación, no explica el por qué de su popularidad. Y es porque su melodía es la razón, ya que una línea musical comprobada durante varias generaciones: la misma de ‘Arroz con leche’. (¿Vendría siendo entonces más que un ‘Despacito’, un ‘Waka Waka’, por eso de la canción original camerunesa?).

Luego, ¿qué necesidad había de cambiarle la letra a ‘Arroz con leche’? Mucha. Toda, en realidad. El galán que canta solo anhela casarse con una “señorita de la capital / que sepa coser / que sepa bordar / que sepa abrir la puerta para ir a jugar”. Y este deseo termina siendo personificado a cabalidad por nada menos que la hija del Rey, lo que hace que esta canción sea machista, arribista y, peor aún, monarquista. Pero tal vez lo que resulta más perturbador es la fijación que tiene con las “viuditas”, condición en la que insiste en varias estrofas. ¿Es porque de pronto tienen plata? ¿O por qué tienen fama de mujeres sensuales? Sin importar la respuesta, es un debate que se debe dar, no en una canción infantil sino en, digamos, una telenovela de mediodía.

Era tan urgente meterle mano a esta letra que, cuando una escuela primaria en Argentina le propuso a sus alumnos cambiarla, la nueva versión no tardó en volverse viral.

En ella, el pretendiente prefiere encontrar una “compañera que quiera soñar / que crea en sí misma / y salga a luchar / por conquistar sus sueños de más libertad”. Remata con un “valiente sí, sumisa no”. Es un bonito perfil y nos aleja de la dócil señorita de antaño, pero tampoco es convincente: se nota que a los niños les ayudaron con la tarea. Esta declaración parece formulada, no por un mocoso embobado por una niña, sino por alguien que tiene plena conciencia del sistema opresor del patriarcado. A esa edad no hablamos de “soñar” ni de “libertad” (por más que insistan los adultos), sino de cosas como juegos e insectos. (Y dicho sea de paso, quienes hemos estado en presencia de un niño endemoniado, entendemos que no siempre es bueno decirles que no sean sumisos…).

Eso sí, esta versión moderna comparte algo con la original: no tiene nada que ver con la receta del postre. Y es una verdadera lástima, porque se pierde la oportunidad de hacer pedagogía culinaria haciendo rimar los verbos de la cocina (preparar, apagar, gritar…).

Una hora de escucha de las canciones infantiles con las que muchos crecimos es suficiente para activar las alarmas de los oídos políticamente correctos de hoy al menos 5 veces, por lo que nos tomamos el trabajo de empezar esta larga labor de adaptación y proponer desde ahora algunos versos contemporáneos. La lista no pretende ser exhaustiva, las sugerencias son, por supuesto, bienvenidas.

1. Sammy el heladero

La inocente historia de un pingüino que vende helados adquiere tintes xenófobos cuando Sammy, después de haber hecho una exitosa gira de ventas por el África, quiere regresar a casa pero los “salvajes” de allá “lo toman prisionero” (algo así como la película de Tom Hanks en el barco). Esta historia se puede volver digerible si a Sammy, por ejemplo, “le regalan un sombrero” o “le hacen disfrutar de un viaje en extremo placentero”.

2. La serpiente de tierra caliente

Este reptil, que almuerza con aguardiente, es alcohólico. Pero el antídoto a esta intoxicación puede venir del veneno mismo: hay muchas palabras que se mezclan bien con el aguardiente con las que se puede componer un mejor modelo para los niños. La serpiente puede tomar pero “responsablemente”, hacerlo como un adulto “consciente” y, en general, portarse “decente”.

3. El negro Cirilo

Utilizar el apelativo “negro” hoy es, por decir lo menos, raro. La carga lexical negativa y la historia de la barbarie occidental puede ser un ejemplo más del racismo pasivo del que todavía no salimos. La intervención debería empezar entonces desde el título para que Cirilo quede como el compañero, el caballero o, por qué no, el ingeniero.

4. En un bosque de la China

Esta canción de melodía misteriosa y exótica es, nada más y nada menos, que la definición misma del acoso sexual. El narrador se encuentra con una niña perdida en un bosque de noche y, a pesar de que es obvio que ella tiene miedo, él le insiste y le insiste y le insiste hasta que ella, cansada de haber dicho “no” claramente en repetidas ocasiones, termina accediendo. La intervención a la letra de esta canción es urgente. Después de la primera negativa por parte de ella, el narrador debería decir algo así como “ok, te entiendo y te respeto, pero si quieres te acompaño a buscar casa, si vamos los dos estaremos más seguros porque a esta hora es peligroso”. Y hacerlo rimar.

5. Carta para un enano

¿Se puede hablar de “enanos” hoy en día? ¿No sería mejor que el hombre al que le cantamos sea tratado como persona pequeña o de talla baja?

Si estas propuestas no llegaran a prosperar, siempre se puede tomar el camino trazado por la vaca Lola. Para asegurarse de que la canción va a superar la prueba del tiempo, se remplazan las estrofas con descripciones a partir de obviedades argumentativas y cantamos todos sobre el cocodrilo Camilo y sus dientes con filo, la coneja Aleja y sus orejas parejas o la jirafa Rafa, su cuello largo y sus… gafas.

Sígame en Instagram: @hoyosgrises

Columnas anteriores

Corrigiendo a papá

Hitler o la educación artística en valores para los líderes de mañana

21 (Insta)gramos

Michael Jackson o el ‘Ayuwoki’

El arte de (perder) la guerra

La caída de los dioses

Los Supersónicos en Bogotá

Bailando y pateando piedras

Delirium Bully

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.