Por: El Colombiano

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Este artículo fue curado por pulzo   Dic 26, 2025 - 10:45 am
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Colombia se prepara para la primera vuelta presidencial en poco más de seis meses, pero la estrategia de los principales partidos políticos permanece envuelta en incertidumbre. Aunque las maquinarias partidistas afinan alianzas, consultas y negociaciones, formaciones tradicionales como el Partido Liberal, la Alianza Verde, La U y Cambio Radical no han logrado definir ni un candidato propio ni una directriz clara de apoyo para las elecciones de 2026. Este escenario evidenciado por EL COLOMBIANO, pone de presente el temor de estas colectividades a quedar aisladas en una contienda que se percibe cada vez más fragmentada e impredecible.

Internamente, estas agrupaciones se debaten entre calcular conveniencias, buscar coaliciones estratégicas y observar los resultados de encuestas que indiquen la menor apuesta posible. Según la última medición de Invamer, los apoyos –aunque informales– están divididos: Iván Cepeda del Pacto Histórico encabeza con 31,9%, seguido por Abelardo de la Espriella (18,2%) y Sergio Fajardo (8,5%). Otros nombres como Claudia López, Juan Carlos Pinzón y Germán Vargas Lleras, si bien no gozan de amplio favoritismo, se mantienen en el horizonte como potenciales contendientes, acumulando entre ellos porcentajes menores.

En el Partido Liberal, la situación es ilustrativa. A pesar de tener una colosal presencia en el Congreso y varias figuras en cargos públicos de relevancia, la colectividad carece de un proyecto presidencial propio para 2026. El presidente del Senado, Lidio García, cercano a César Gaviria, reconoció a este diario que actualmente no ven una figura liberal fuerte y se inclinan más por buscar a quién respaldar, antes que presentar a un candidato propio. Incluso, Mauricio Gómez Amín, quien llegó a postularse, terminó retirándose para apoyar a Abelardo de la Espriella.

La Alianza Verde evidencia divisiones aún más profundas. Voceros partidistas consultados por EL COLOMBIANO aseguran que los tiempos no les permiten estructurar candidatura única, por lo que cobran fuerza opciones como declararse en libertad para apoyar aspirantes diversos, entre quienes figuran Claudia López, Sergio Fajardo y Camilo Romero. Un sector significativo, no obstante, apuesta por Iván Cepeda. El debate gira en torno a la conveniencia de obligar respaldos cruzados o, simplemente, dejar al elector verde escoger.

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Cambio Radical, identificado en la oposición, centra expectativas en Germán Vargas Lleras, aunque su participación depende de factores de salud no definidos. Otros nombres como Abelardo de la Espriella y Juan Carlos Pinzón también son bien recibidos por el partido, pero las divisiones amenazan la unidad requerida para posicionar un candidato único. En palabras del propio Vargas Lleras a EL COLOMBIANO, la proliferación de precandidatos y la negativa a consolidar mecanismos de coalición diluyen posibilidades y fortalecen al oficialismo y sus aliados.

Por su parte, el Partido de La U, con tradición y fuerza legislativa en lo regional, tampoco ve viable tener candidato propio. Analizan respaldar perfiles de derecha moderada o centro-derecha, como De la Espriella o Pinzón; sin embargo, un sector mantiene simpatía por Roy Barreras, quien conserva influencia tras sumar aliados relevantes. La inclusión de figuras cercanas al expresidente Santos y viejos caciques regionales en sus listas parlamentarias deja entrever una estrategia de autonomía para cada facción.

La indefinición generalizada de estos partidos puede tener un costo alto: el riesgo de ver disminuido su peso político y quedar relegados a papeles secundarios en coaliciones ajenas. Mientras algunos concentran esfuerzos en los comicios legislativos, otros parecen rezagarse frente a una campaña presidencial que ya está en pleno desarrollo.

¿Qué puede implicar la declaración de “libertad” para los partidos?

El concepto de “declarar en libertad” aparece repetidamente en el contexto político colombiano, según reporta EL COLOMBIANO. Esta opción surge cuando la colectividad no logra consenso interno y prefiere permitir a sus militantes y dirigentes apoyar al candidato de su elección, en vez de imponer uno oficial o forzar cohesión.

Si estas agrupaciones optan por la libertad, el efecto inmediato es la dispersión de apoyos, tanto de electores como de cuadros internos, hacia distintas campañas presidenciales. Aunque esta fórmula evita tensiones y rupturas internas, puede traducirse en menor influencia y protagonismo en la construcción de coaliciones amplias, confinando al partido al rol de actor secundario durante el ciclo electoral.

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