
En un momento cargado de dolor y simbolismo, el Congreso de la República de Colombia se convirtió una vez más en escenario de luto nacional. Durante la velación del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, fallecido este 11 de agosto después del atentado que sufrió el 7 de junio, se capturó un instante que ha conmovido al país: el abrazo entre María Claudia Tarazona, viuda de Uribe, y el expresidente César Gaviria.
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El video del momento, compartido en redes sociales, muestra a Tarazona, visiblemente abatida, acercándose a Gaviria en el salón del Congreso. Él, con expresión solemne y sin pronunciar palabra, la recibió en un abrazo prolongado y emotivo.
El abrazo dura varios segundos, un gesto de consuelo en medio del caos emocional, donde las lágrimas y los susurros parecen fusionarse con el peso histórico del lugar.




Acá, el video de lo sucedido:
Así fue el duro saludo de María Claudia Tarazona con el expresidente César Gaviria y su hijo Simón Gaviria hace minutos en el Congreso. pic.twitter.com/yR2huqudwk
— Santiago Ángel (@santiagoangelp) August 12, 2025
Este gesto no es solo un gesto de empatía personal; es un eco doloroso de la historia colombiana. Tarazona, una mujer que perdió a su esposo en el fragor de la política, encontró refugio en los brazos de Gaviria, un hombre que ha navegado por las turbulencias del poder durante décadas.
César Gaviria repite historia con muerte de Miguel Uribe
Pero este no es el primer abrazo de este tipo que Gaviria ofrece. Hace más de tres décadas, luego del asesinato de Luis Carlos Galán en 1989, Gaviria también consoló a Gloria Pachón, viuda de Galán.
Aunque Gaviria no era presidente en ese momento —asumiría la candidatura liberal y ganaría las elecciones en 1990—, su rol como cercano colaborador de Galán lo colocó en el centro del duelo nacional.
En el funeral de Galán, hecho en medio de una nación conmocionada por la violencia del narcoterrorismo, Gaviria representó la continuidad del legado liberal.
Acá, un video que muestra cómo Juan Manuel Galán, hijo mayor del líder asesinado, le encomendó a Gaviria seguir el legado de su padre (minuto 2:18):
El contraste entre ambas escenas es desgarrador y revelador. En 1989, el abrazo o el consuelo de Gaviria a Pachón ocurrió en el contexto de un país asediado por el Cartel de Medellín, que ordenó el magnicidio de Galán por su firme postura contra el narcotráfico.
Galán, carismático y renovador del liberalismo, fue acribillado en una tarima en Soacha, dejando a Pachón no solo como viuda, sino como guardiana de un legado que incluyó la fundación del Nuevo Liberalismo.
Gaviria, entonces un joven economista y político, asumió el riesgo de continuar esa lucha, implementando durante su presidencia (1990-1994) reformas constitucionales que buscaban modernizar el Estado, aunque no sin controversias, como la extradición y la negociación con los narcos.
Ahora, en 2025, la historia se repite con tintes similares pero en un contexto actualizado. Miguel Uribe Turbay, de 39 años, senador del Centro Democrático y nieto del expresidente Julio César Turbay, fue baleado por un sicario menor de edad durante un acto de precampaña en Fontibón, Bogotá.
El atentado, que le causó heridas graves en la cabeza y el torso, lo mantuvo en grave estado de salud hasta su muerte, desenterrando el horror de la violencia política en Colombia.
Uribe Turbay, opositor al gobierno de Gustavo Petro y defensor de políticas de seguridad dura, representaba una derecha renovada, pero su familia ya conocía la tragedia: su madre, la periodista Diana Turbay, fue secuestrada y asesinada en 1991 por orden de Pablo Escobar.
El abrazo de Gaviria a Tarazona evoca esa continuidad del dolor, donde un expresidente liberal consuela a la viuda de un político de derecha, trascendiendo ideologías en el luto compartido.
Esta repetición histórica subraya un patrón siniestro en Colombia: el asesinato de candidatos presidenciales como forma de silenciar el cambio o la oposición.
Desde Jorge Eliécer Gaitán en 1948, cuyo magnicidio desató el Bogotazo y marcó el inicio de La Violencia, hasta Luis Carlos Galán en 1989, pasando por Bernardo Jaramillo (1990) del Unión Patriótica y Carlos Pizarro (1990) del M-19, la lista es larga y sangrienta.
Este abrazo en el Congreso no es solo un gesto de consuelo; es un llamado a la reflexión. Colombia debe romper el ciclo de violencia que ha cobrado vidas como la de Galán y Uribe.
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