Las llaves, a pesar de no contar con público por culpa de la pandemia, estuvieron cargados de emociones y polémicas, y tuvieron a varios colombianos como protagonistas. 

El primer enfrentamiento puso al Palmeiras de Abel Ferreira contra el River de Gallardo. La ida se jugó en Avellaneda, oficiando River como Local, y asumiendo la responsabilidad del partido yendo al ataque durante todo el partido, y convirtiendo a Weverton (arquero de selección) en figura. Pero cometió varios errores: el primero fue un despeje defectuoso de Armani, el segundo un marcaje inadecuado del paraguayo Rojas, y el tercero un cabezazo de pelota patada, después que el cartagenero Carrascal se hiciera expulsar de manera infantil. Estos errores terminaron consumando un 0-3 en contra, casi lapidario. Nunca en toda la historia de la copa un equipo ha remontado un 0-3. 

Sin embargo, River salió con toda la actitud en el partido de vuelta en Sao Paulo, borró en la cancha al verdao y se fue al primer tiempo ganando 0-2 (con un cabezazo del barranquillero Santos Borré). Estuvo cerca de lograr la hazaña el conjunto de Nuñez, de no haber sido por el VAR, que salvó al Palmeiras en varias oportunidades. El 0-3 de Montiel fue anulado por un fuera de lugar que se dio 4 pasos antes, y que la transmisión falló en mostrar mientras se deliberaba la acción. Le expulsó a Rojas en una jugada dudosa. Luego le quitó un penal y no vio otro. Pero polémica aparte, con o sin arbitraje, y proponiendo muy poco juego durante los 180 minutos, el Palmeiras se clasificó a la final de la copa. Abel Ferreira se convierte así en el cuarto técnico europeo en llegar a una final de Libertadores (Después de Bela Guttman, Mirko Jozić y Jorge Jesús). 

En la otra llave se enfrentaban Santos y Boca Juniors. La ida en la Bombonera fue un partido muy chato, falto de emociones, en el que se midieron mucho y terminaron empatando sin goles. Solamente se destacó la actuación del venezolano Soteldo (que venía saliendo de covid) y un penal que le perdonaron a Boca en su propia área. El Boca de Miguel Ángel Russo, fiel a su estilo Bilardista, con el que le hizo ganar la última copa al conjunto Xeneixe (en 2007), es un equipo equilibrado, defensivo, muy táctico y especulador. Se decía que se jugó así a propósito para especular con el tiempo, para alargar el partido lo más posible. 

Sin embargo, para el partido de vuelta en Brasil, Boca tampoco salió a proponer, salió a especular. Y fue duramente castigado por ello. El primer gol vino a partir de una desatención en defensa que facturó hábilmente Pituca. Boca intentó dominar la pelota, pero no se le vio intención de jugar, ni rebeldía. Aparte de Tévez, no había jugadores que crearan peligro en la portería Peixe. Al inicio del segundo tiempo, se vino una ráfaga de Santos, que con los dribbles endemoniados de Soteldo y Marinho, armaron 2 golazos en 2 minutos. Para colmo de males, el Colombiano Fabra se hace expulsar infantilmente con un zapatazo sobre la humanidad de Marinho. Boca careció de juego, y extrañó a Cardona, que se quedó en el banco de suplentes mientras veía a Santos clasificar a la final del Maracaná, a jugarse este 30 de enero. 

La primera constante de estas dos llaves fue el protagonismo del VAR, el cual ha sido fuertemente criticado por personalidades del deporte como Juan Pablo Varsky.

Lo cierto es que a pesar de que si técnicamente sus decisiones fueron acertadas o no, hace falta una implementación más efectiva, que demore menos tiempo de transmisión, y que el espectador sepa claramente que se está revisando. No existe actualmente una sensación de justicia con la implementación del recurso en el torneo Conmebol, y tampoco está beneficiando al espectáculo, antes por el contrario, lo perjudica. No puede ser que en una instancia decisiva se demore tanto tiempo en actuar. 

La segunda constante de estos enfrentamientos fueron los errores de nuestros jugadores colombianos. Dos expulsiones infantiles, de Carrascal en River y de Fabra en Boca, imperdonables en este tipo de instancias. Ambos cedieron a la impotencia, y no pensaron bien antes de agredir de manera descalificadora a sus rivales. ¿Existe algo particular con los jugadores colombianos para que actúen de esa manera? Existe una teoría en twitter que dice que los jugadores colombianos, para bien o para mal, juegan sin contexto. Es decir, que no sopesan la relevancia de un partido antes de jugarlo.

Tal vez por esa misma razón nuestra historia futbolera ha sido errática. Fuimos capaces de meter un escorpión en un amistoso en Wembley, y en Italia 1990 empatarle a la selección campeona del mundo, para que luego nos eliminara Camerún por una locura de Higuita. En el 1994 fuimos capaces de meterle 5 goles a Argentina en el monumental, para luego devolvernos en primera ronda. Y ahora las actuaciones de nuestros colombianos en la Libertadores parecen validar esto, de que jugamos sin contexto. Sin embargo, es solamente una teoría. Lo cierto es que esta nueva generación de jugadores debe realizar un buen trabajo mental para su crecimiento en el futuro. Tenemos que aprender a jugar en estas instancias decisivas. 

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*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.