
En las toldas del Pacto Histórico —y aun por fuera de ellas— no hay certeza sobre por qué el presidente Gustavo Petro respalda e impulsa las aspiraciones presidenciales del exalcalde de Medellín Daniel Quintero, incluso metiéndolo con muchas resistencias en contra en la consulta interna de la colectividad que lo llevó hasta la presidencia, a sabiendas de que no es un petrista pura sangre. Pero los acontecimientos de la semana que termina parecieran indicar que el cálculo político le habría fallado al mandatario y el potro que ensilló con miras a las elecciones de 2026 se le habría convertido en un verdadero caballo de Troya con daños serios para la izquierda.
(Le interesa: Quintero se tendría que bajar de millonaria suma si no participa en consulta del 26 de octubre)
Las razones del jefe de Estado pueden ir desde su arraigada costumbre personal de defender causas emproblemadas, por convicción o simplemente por llevar la contraria (por ejemplo, a su cuestionado ministro del Interior, Armando Benedetti, o a la malograda viceministra de Juventudes, Juliana Guerrero, cuyo nombramiento se cayó por las dudas que hay sobre la legalidad de su título universitario, lo cual la tiene enredada en investigaciones penales y disciplinarias) hasta la intención de lograr los votos no solo de la izquierda, sino también del centro y otros sectores en los que tendría influencia Quintero.
Lo que sí queda claro es que no se concibe que el presidente Petro haya querido afectar o destruir la coalición que lo llevó al poder y que, incluso, está buscando convertirse en partido, una de las aspiraciones del mismo mandatario. De hecho, una de sus principales consignas es la unidad para conservar el poder. Que haya preferido a Quintero por encima, por ejemplo, de Gustavo Bolívar (que le ha jurado amor públicamente y punteaba en las encuestas) o de Iván Cepeda (genuino representante de la izquierda) podría entenderse por el hecho de que los petristas pura sangre no tienen la suficiente fuerza como para conservar la presidencia de la República.




Los líos en que Daniel Quintero está metiendo a la izquierda
Pero, con el paso de los días, el reporte de daños en el Pacto Histórico por lo que ha hecho Quintero viene situándolos en la categoría de severos. Hasta la semana pasada todo iba viento en popa porque Petro había podido instalar a Quintero entre los aspirantes que participarían en la consulta del 26 de octubre para elegir el candidato único del Pacto Histórico que se enfrentaría a otros de la izquierda y el centro en la consulta de marzo del año entrante, denominada del frente amplio.
Por la decisión del Consejo Nacional Electoral (CNE) de entregarle personería jurídica condicionada al Pacto Histórico porque dos de las colectividades que lo integran, Colombia Humana y Progresistas, no han subsanado los problemas que se les señalan las autoridades electorales, el nombre de Quintero se mediría solo a los de Carolina Corcho e Iván Cepeda. Otro aspirante con opciones y que pudo estar en esa consulta fue Gustavo Bolívar, que declinó porque no quiso siquiera correr el riesgo de que Quintero ganara pues, en palabras del mismo Bolívar, no le iba a “cargar la maleta” al exalcalde de Medellín por estar acusado y ‘ad portas’ de un juicio por corrupción, y además salpicado por los escándalos de corrupción en que está envuelto su hermano Miguel Quintero Calle.
Al no tener el Pacto Histórico personería jurídica plena, el CNE se negó a poner en el tarjetón de esos tres precandidatos el logo de la coalición, con lo cual abrió una importante discusión jurídica y política porque ya no se estaría hablando de una consulta partidista (entre candidatos de un mismo partido), sino interpartidista (entre candidatos de diferentes partidos). El CNE se basa en la tesis de que los tres candidatos que participarían en la consulta del 26 de octubre tuvieron el aval de los partidos Polo Alternativo Democrático, Unión Patriótica y Partido Comunista, no del Pacto Histórico, que materialmente no existe como partido.
El problema con esto es que, según la ley 1475, quienes participan en una consulta interpartidista no pueden hacerlo en otra. Así, el eventual ganador de la consulta de este 26 de octubre no podría medirse en la consulta del frente amplio de marzo de 2026 y se iría derecho a la primera vuelta presidencial de mayo, con su exiguo caudal político y sin mayores posibilidades. El primero en saltar del barco fue Quintero, que le informó al CNE —de manera extemporánea (había plazo para renunciar hasta el 3 de octubre) y no por los mecanismos formales— su decisión de no participar en la consulta para medirse a Corcho y Cepeda.
Alegó cambio en las reglas de juego, “incertidumbre jurídica, falta de garantías y reiteradas trampas en este proceso”. Sin embargo, otras miradas sobre esta decisión de Quintero sostienen que lo hizo por dos razones fundamentales: habría perdido base electoral y no tendría cómo ganarles en la consulta del 26 de octubre a Cepeda y Corcho, entre otras cosas, porque en las fuerzas de izquierda y del Pacto Histórico no lo ven como un integrante de propias tropas, sino como un embuchado que empuja el presidente Petro. La otra razón es que está llamado a juicio por un caso de corrupción durante su alcaldía en Medellín, y ahora lo persiguen los escándalos de su hermano.
Empujado por el presidente Petro con miras a las elecciones presidenciales, Quintero provocó un malestar entre el grupo de militantes que ha apoyado al mandatario de tiempo atrás. El principal de ellos, Bolívar, que prefirió no participar en la consulta de este 26 de octubre por la presencia de Quintero, y ahora se vuelve a quejar con la salida del exalcalde de Medellín. Y hay más: la decisión de Quintero quiebra la unidad de la izquierda, le quita votos a la consulta, lo cual representa sin dudas un golpe político electoral, y, lo peor, divide los votos de la izquierda pues habría más candidatos para la consulta de marzo.
Pero la decisión de Quintero tiene todavía otros efectos. Sin perjuicio de las acciones legales que, con seguridad, iniciará el exalcalde de Medellín, la Misión de Observación Electoral (MOE) ha insistido en que, de acuerdo con los artículos 4 y 5 de la Ley 1475 de 2011, Quintero, así se haya retirado de la consulta, deberá respetar el resultado y apoyar el candidato que salga de ella. Tampoco podrá presentarse en la consulta de marzo de 2026, porque con su decisión queda inhabilitado para presentarse por ninguna otra organización política.
Como la Unión Patriótica, el Polo Democrático Alternativo y al Partido Comunista presentaron un acuerdo de voluntades ante la Registraduría e inscribieron a los tres precandidatos, Quintero aparecerá en el tarjetón de la consulta, al lado de Corcho y Cepeda, y los votos depositados por él serán contados. En todo caso, Quintero ha dicho que él no autorizó esa inscripción, y ese es uno de sus argumentos para presentarse en la consulta interpartidista del frente amplio de marzo de 2026.
Pero el Artículo 7° de la Ley 1475 establece que el resultado de las consultas será obligatorio para el partido, movimiento, grupo significativo de ciudadanos o coalición, que las hubiere convocado, así como para los precandidatos que hubieren participado en ellas. “Se entiende que un precandidato ha participado en una consulta cuando su inscripción ha quedado en firme de conformidad con las disposiciones establecidas por los partidos y movimientos que las convocan”, dice, y a renglón seguido señala: “Quienes hubieren participado cómo precandidatos quedarán inhabilitados para inscribirse como candidatos en cualquier circunscripción dentro del mismo proceso electoral, por partidos, movimientos, grupos significativos de ciudadanos o coaliciones distintas”.
Las movidas de Quintero, ahora convertido en caballo de Troya espoleado por Petro, sin alcanzar a prever aún los alcances y resultados de las acciones legales que interponga para hacer valer sus tesis, tienen hoy por hoy sacudida a la izquierda, en un momento electoral crítico en el que, más allá de que sea una consigna del presidente Petro, la lógica indica que la supervivencia de cualquier grupo en cualquier ámbito y circunstancia depende de su unidad.
¿Qué dijo Gustavo Petro sobre tensión entre Estados Unidos y Ecuador?
El presidente Gustavo Petro encabezó en Puerto Asís, Putumayo, el acto protocolario de destrucción de material bélico entregado por la disidencia conocida como Coordinadora Nacional Ejército Bolivariano (CNEB), como parte de los avances hacia la paz total.
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