Escrito por:  Redacción Nación
Nov 13, 2025 - 1:44 pm

Han pasado 40 años desde la erupción del volcán Nevado del Ruiz, ocurrida la noche del 13 de noviembre de 1985, una fecha que cambió para siempre la historia de Colombia. La avalancha de lodo y escombros que descendió desde la montaña sepultó a Armero, en el Tolima, y cobró la vida de más de 23.000 personas en cuestión de minutos. 

(Lea también: Omayra Sánchez: la niña que conmovió al mundo y marcó para siempre la tragedia de Armero)

Cuatro décadas después, la zona sigue siendo un lugar de memoria, y entre las ruinas cubiertas por la vegetación se mantiene un sitio que miles de colombianos visitan cada año: la tumba de Omayra Sánchez, la niña que conmovió al mundo con su entereza durante el desastre.

Hoy, el terreno donde se levantaba Armero es un pueblo fantasma, cubierto por la vegetación y el silencio. Sin embargo, entre los caminos de tierra y los restos de lo que fueron las calles del municipio, los visitantes encuentran un punto de referencia inevitable: el lugar donde murió Omayra.

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Allí hay una tumba improvisada, construida con escombros, piedras y una cruz blanca. A su alrededor, los visitantes han dejado flores, cartas, fotografías y mensajes de agradecimiento

Tumba de Omayra Sánchez / Noticias RCN
Tumba de Omayra Sánchez / Noticias RCN

Según informó Noticias RCN, muchas personas aseguran haber recibido favores o milagros atribuidos a la niña, por lo que el sitio también se ha transformado en un espacio de devoción popular.

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¿Quién fue Omayra Sánchez?

Omayra Sánchez era una niña de 13 años que vivía con su familia en Armero. La noche de la tragedia, quedó atrapada entre los restos de su casa tras el paso de la avalancha. 

Durante casi 60 horas, permaneció inmovilizada en medio del lodo y el agua mientras los equipos de rescate intentaban liberarla. Sin embargo, la falta de maquinaria y herramientas adecuadas hizo imposible salvarla.

Pese a la angustia y el cansancio, Omayra mantuvo una calma que impresionó a rescatistas y periodistas. Sus palabras, llenas de esperanza, fueron transmitidas por medios nacionales e internacionales, convirtiéndola en símbolo del desastre. 

El fotógrafo Frank Fournier registró la escena en una imagen que dio la vuelta al mundo y fue publicada por la revista Paris Match. La fotografía, que obtuvo el World Press Photo en 1986, se convirtió en una de las más impactantes del siglo XX y sirvió para visibilizar la magnitud del abandono estatal frente a la tragedia.

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