Por: El Espectador

El Espectador es el periódico más antiguo del país, fundado el 22 de marzo de 1887 y, bajo la dirección de Fidel Cano, es considerado uno de los periódicos más serios y profesionales por su independencia, credibilidad y objetividad.

Este artículo fue curado por pulzo   Nov 13, 2025 - 8:38 am
Visitar sitio

El Festival de Otoño, en su edición número 43, se ha consolidado como un evento cultural fundamental en la ciudad de Madrid, reconocido por la comunidad local como un espacio único para descubrir propuestas artísticas que no suelen estar al alcance del público en el día a día. Esta particularidad es, según las declaraciones de la nueva directora, la esencia más genuina del festival: su capacidad para abrir ventanas hacia otras formas de expresión y pensamiento. En esta ocasión, el festival se distingue especialmente por dos ejes: el enfoque en propuestas provenientes de Hispanoamérica y un interés renovado en captar la atención de las nuevas generaciones.

Este año, según la directora entrevistada por El Espectador, el festival se embarca en un diálogo artístico entre generaciones, territorios y sensibilidades. Ella considera que, lejos de buscar uniformidad, el espíritu del evento radica en abrazar y celebrar las diferencias, ya sean estéticas o conceptuales. Vivimos en un mundo repleto de diversidad, no solo entre países, sino también al interior de regiones y colectividades. El conocimiento y la aceptación de estas particularidades nutren la convivencia y enriquecen la experiencia colectiva, como lo expone la propia gestora cultural.

La dirección de la actual edición corre a cargo de una gestora de amplia trayectoria, quien ha liderado festivales en México, colaborado artísticamente con instituciones italianas y formado parte de la programación del Festival Cervantino. Ante la pregunta sobre la presencia latinoamericana en el certamen madrileño, la directora enfatiza que el festival nunca impone una visión ajena, sino que busca tender puentes. Para ella, es relevante recordar que, históricamente, la producción artística española ha viajado a Hispanoamérica, y ahora es el momento de que ese intercambio ocurra en sentido contrario, con resultados que puedan trascender la vida misma del festival.

El reto de atraer a públicos jóvenes cobra especial relevancia en un contexto dominado por las pantallas y la comunicación digital. La directora opina que tanto jóvenes como adultos deben volver a valorar la experiencia de compartir un instante en persona, como ocurre en el teatro. Para ella, la asistencia a estos espacios invita a redescubrir la importancia de las sensaciones y los sentimientos compartidos, algo que distingue la experiencia teatral de la mediada por dispositivos tecnológicos.

Lee También

Otra arista relevante para la curaduría es la noción de juventud en España, donde incluso a los 40 años se considera a alguien joven, una realidad influida por factores demográficos como la esperanza de vida y las tasas de natalidad. Este matiz amplía el espectro del público objetivo y exige adaptar propuestas teatrales para distintos rangos de edad, desde adolescentes hasta adultos jóvenes de 35 o 40 años. La selección de obras también refleja una postura de apertura e inclusión, como lo muestra la elección de la pieza colombiana Labio de liebre, considerada icónica por su contribución tanto al teatro nacional como latinoamericano.

La directora comparte, para finalizar, que su vínculo con las artes nace desde la fascinación y la admiración por quienes poseen el don de la creación. Aunque no se reconoce como artista, su vocación está orientada a facilitar el encuentro entre los creadores y el público, brindando visibilidad a quienes transmiten su sensibilidad a través del arte escénico.

¿Por qué es relevante la presencia de Hispanoamérica en el Festival de Otoño?

La incorporación de propuestas hispanoamericanas en el Festival de Otoño representa un cambio significativo en la dirección programática del evento, que tradicionalmente se había enfocado en propuestas y públicos europeos. Según lo expuesto en la entrevista con la directora del evento, la presencia de Hispanoamérica no sólo enriquece la diversidad artística sino que abre nuevas oportunidades de diálogo y colaboración entre ambos lados del Atlántico.

Además, este enfoque favorece que las producciones hispanoamericanas tengan mayor visibilidad y reconocimiento fuera de sus contextos de origen, permitiendo que el intercambio sea recíproco. El festival, así, se convierte en un punto de encuentro donde confluyen sensibilidades, historias y búsquedas estéticas, reafirmando la capacidad del arte de tender puentes sobre cualquier frontera.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

* Pulzo.com se escribe con Z

Lee todas las noticias de entretenimiento hoy aquí.