
La emblemática empresa familiar Bombolandia, con 40 años de trayectoria en la distribución nacional de productos alimenticios y gran impacto en sectores de la educación y el bienestar social en Bogotá, se hunde en una crisis financiera que le hace temer la quiebra, quedando así en manos de una última jugada que solo puede ser respaldada por la generosidad colectiva, según informó El Tiempo.
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Desde su fundación en 1985 por los padres de Henry Vélez, Bombolandia ha tenido éxito cubriendo las necesidades de alimentos y golosinas de colegios, universidades, cajas de compensación y comedores comunitarios. Pero con la pandemia el negocio sufrió un golpe irreversible. El cierre de colegios y universidades llevó a la empresa un cese total de actividades, dejándola sin su principal fuente de ingresos como expresa Henry Vélez en entrevista con el citado diario.
“Lo hicimos con tanto amor que llegamos a ser casi cuarenta personas trabajando juntas, como una familia. Nos ganamos un nombre y un lugar, pero todo cambió en 2020. La pandemia nos golpeó donde más nos dolía: cerraron colegios y universidades, y con ellos Bombolandia cesó sus operaciones”, dijo Vélez.




Pero Henry no se resignó fácilmente. Acudió a préstamos, utilizó ahorros, vendió propiedades personales y solicitó ayuda externa para mantener a flote su negocio. A pesar de que la acumulación de deudas obligó el despido de una gran parte de su equipo de trabajo, Bombolandia se sostuvo pagando sueldos por casi dos años aunque no registraba ventas, según el informe periodístico.
“Nos sostuvimos como pudimos; sin tener ventas, pagamos sueldos durante casi dos años. Pedimos créditos, usamos ayudas, puse todo lo que tenía, pero no fue suficiente. Después de vender bienes personales, usar mi ahorro y pelear con uñas y dientes por mi empresa y nuestros trabajadores, estoy al borde del abismo”, contó.
Actualmente, el panorama es devastador. Bombolandia enfrenta una abrumadora deuda y está al borde del cierre. Henry Vélez explicó que “estamos próximos a ser aceptados en la Ley de Reorganización, que sería la última alternativa para salvar a la empresa”, pero existe un condicionamiento, deben estar al día con pasivos no reorganizables como impuestos, seguridad social y salarios atrasados, como lo mencionó en el impreso.
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“La dirección de impuestos no da tregua, los bancos nos cerraron las puertas, pero nuestra gente sigue aquí. Eso lo cambia todo. En Bombolandia aún seguimos doce personas; algunos llevan casi veinte años con nosotros”, expresó.
Los últimos muros de contención son el compromiso y la lealtad del reducido equipo de trabajo y el amor por su negocio. Esto ha llevado a Henry a recurrir a la comunidad a través de las redes sociales solicitar ayuda financiera. La angustia es tal, que el empresario ha propuesto una colecta que permite efectuar donaciones a través de un link en su perfil o por medio de Nequi, una plataforma de pagos digitales, según el periódico.
“Nos toca pagar cuatrocientos sesenta y tres millones antes del 12 de septiembre. Si no lo logramos, la empresa cerrará”, argumentó.
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