Las personas que habían estado físicamente inactivas durante al menos dos años antes de la pandemia tenían más probabilidades de ser hospitalizadas, de necesitar cuidados intensivos y de fallecer por la enfermedad del nuevo coronavirus en comparación con los pacientes que mantenían una actividad física.

Eso estableció un estudio hecho con casi 50.000 pacientes y que publicó este miércoles el British Journal of Sports Medicine.

Entre los factores de riesgo de enfermedad grave, solo la edad avanzada y el historial de trasplante de órganos superan a la inactividad física, según los investigadores.

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De hecho, frente a otros factores de riesgo como el tabaquismo, la obesidad, la hipertensión arterial, las enfermedades cardiovasculares o el cáncer, “la inactividad física fue el factor de riesgo más importante en todos los resultados”, recalcan.

Los factores de riesgo más asociados con un coronavirus grave son la edad avanzada, el sexo masculino y algunas patologías preexistentes, como la diabetes, la obesidad y las enfermedades cardiovasculares.

Pero aún no se había estudiado el del ejercicio. Para analizar su posible impacto en la gravedad de la infección, la hospitalización, la necesidad de reanimación y la muerte, los investigadores compararon la evolución de 48.440 adultos infectados con COVID-19 entre enero y octubre de 2020, en Estados Unidos.

La edad promedio de los pacientes era de 47 años y casi dos tercios eran mujeres (62 %). Como media su índice de masa corporal (IMC) era de 31 %, justo por encima del umbral de obesidad.

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Alrededor de la mitad no tenía dolencias previas como diabetes, enfermedad pulmonar crónica, cardiovascular o renal y cáncer. Casi el 20 % tenía uno de estos factores de riesgo y casi un tercio (32 %) presentaba dos o más.

Todos habían declarado cuál era su nivel de actividad física regular al menos tres veces entre marzo de 2018 y marzo de 2020 durante visitas a clínicas.

Entre ellos, el 15 % se describía como inactivo (0 a 10 minutos de actividad física por semana); el 7 % afirmaba respetar las recomendaciones de salud (al menos 150 minutos por semana) y el resto decía practicar “alguna actividad” (11-149 minutos por semana).

Alrededor del 9 % del total fueron hospitalizados y el 2 % fallecieron.

Después de tomar en consideración las diferencias por edad, origen étnico y comorbilidad, las personas sedentarias enfermas de COVID-19 tenían más del doble de probabilidades de ser ingresadas en un hospital que las más activas.

También presentaban un 73 % más de probabilidades de necesitar reanimación y eran 2,5 veces más susceptibles de morir por la infección.

Los pacientes que no practicaban ninguna actividad física también tenían más probabilidades de ser hospitalizados y de morir por la infección que los que solían hacer ejercicio.

Pero el estudio no aporta pruebas de un vínculo directo entre la falta de ejercicio y los resultados obtenidos.