Por: El Espectador

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Este artículo fue curado por pulzo   Sep 29, 2025 - 12:30 pm
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La receta de las tostadas francesas, conocidas también como “pain perdu” en francés o “torrijas” en países hispanohablantes, se distingue por su origen ancestral y su relevancia cultural. Aunque relatos populares la sitúan en Albany, Nueva York, en 1724, con la autoría atribuida a Joseph French, la falta de pruebas documentales y reportes previos demuestran que este plato es mucho más antiguo. Tal como destaca la investigación de Cook’s Illustrated (2021) y registros de la época del Imperio Romano, preparaciones similares como “Aliter Dulcia” ya incorporaban la idea de sumergir pan en líquidos nutritivos para evitar el desperdicio.

Este método básico de aprovechar el pan endurecido tampoco se quedó en Roma, sino que tomó protagonismo en la Francia medieval, donde el término “pain perdu” hace referencia precisamente a la reutilización de pan viejo empapándolo en huevo y leche antes de freírlo y endulzarlo. En España y América Latina, la variante llamada “torrijas” se consolidó como tradición, con un papel especial en la Semana Santa, donde se suele enriquecer con miel o canela, como subraya Food History Journal (2017).

La adaptación moderna consiste en bañar rebanadas de pan en una mezcla de huevo, leche y canela, friéndolas en mantequilla hasta dorarlas. Esta evolución se amplía con acompañamientos como frutas, siropes o quesos, manteniendo su esencia flexible. Tal versatilidad se ha convertido en una de las causas principales de su presencia habitual en desayunos y brunchs, permitiendo versiones dulces y saladas según la preferencia regional o familiar, según explican medios especializados como Serious Eats (2023).

Desde una perspectiva de nutrición, se trata de un plato que aporta carbohidratos, proteínas y grasas. Sin embargo, el balance entre estos nutrientes se puede modificar según los ingredientes utilizados y la forma de cocción. Organismos como la American Heart Association (2020) recomiendan el uso de pan integral y moderar la cantidad de azúcar o mantequilla para lograr una versión más saludable. Esta propuesta busca equilibrar el valor nutricional manteniendo el sabor característico.

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Más allá de la cocina, la historia de las tostadas francesas evidencia cómo la gastronomía se adapta a contextos económicos, aprovechando los recursos disponibles y evitando el desperdicio alimenticio. Esto revela una dimensión cultural valiosa: la capacidad de adaptación y aprovechamiento, así como la creatividad doméstica, que han sido fundamentales en la transmisión y difusión global de la receta, según señalan reportes en El Espectador y análisis en Food History Journal (2017).

En la actualidad, las tostadas francesas siguen despertando interés en comunidades culinarias internacionales. Las interpretaciones y adaptaciones que proponen cocineros y aficionados enriquecen el panorama gastronómico, permitiendo una constante innovación sobre una base tradicional. El diálogo entre tradición e innovación, resaltado por El Espectador, mantiene vigente la popularidad de la receta y su capacidad de integrar nuevas influencias culturales.

En suma, las tostadas francesas encarnan una tradición culinaria con profundas raíces históricas y culturales. A través de su evolución práctica y simbólica, representan un puente entre la historia y la modernidad culinaria, demostrando la fuerza de la creatividad en la cocina popular.

¿Por qué las tostadas francesas también se llaman “pain perdu”?

La nomenclatura “pain perdu” tiene sus raíces en la tradición francesa medieval y significa literalmente “pan perdido”. Se refiere al uso de pan que ha perdido su frescura y que sería desechado, pero que, gracias a esta receta, logra aprovecharse. Desde este enfoque histórico, la denominación resalta la función económica y práctica de la receta, indicando que el plato surge para rescatar alimentos en vez de perderlos.

Además, el nombre diferencia esta preparación de otras versiones de pan frito. En Francia, el “pain perdu” se consolida como un referente tanto por su simplicidad como por la inventiva de transformar sobras en un manjar apetecible y refinado. Por ello, la expresión continúa vigente en el vocabulario culinario para describir esta receta tradicional.

¿Qué diferencias existen entre las “torrijas” españolas y las tostadas francesas?

Aunque las “torrijas” españolas y las tostadas francesas tienen un origen y un método de preparación muy similar, existen matices culturales y gastronómicos que las distinguen. Mientras ambas parten del pan remojado en líquidos como leche y huevo antes de freírse, las torrijas españolas suelen asociarse a celebraciones religiosas, principalmente la Semana Santa.

Por otro lado, la receta francesa suele estar más vinculada al desayuno y brunch, y permite gran variedad de acompañamientos dulces o salados. Las torrijas frecuentemente incorporan miel y canela, además de otras especias, lo que aporta un perfil de sabor distinto. Así, cada una representa una identidad cultural y una forma única de preservar la herencia gastronómica colectiva.


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