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El spaghetti, pilar de la tradición culinaria italiana, se ha consolidado a lo largo de los siglos como uno de los emblemas gastronómicos más reconocidos internacionalmente. Sus primeras menciones documentadas datan del siglo XII, aunque diversas fuentes, como la “Academia Italiana de la Pasta”, señalan que la pasta se consumía ya en tiempos remotos en el Mediterráneo. El propio término “spaghetti” deriva del italiano “spaghetto”, a su vez diminutivo de “spago”, que significa cordón, una referencia a la forma larga y delgada de esta pasta. En sus orígenes, el plato era sencillo: los ingredientes disponibles localmente, como aceite de oliva, queso y pimienta, eran la base, fiel reflejo de una cocina mediterránea austera pero intensa en sabor y tradición.
Un punto de inflexión fundamental en la historia del spaghetti fue la integración del tomate, fruto originario de América y adoptado por la cocina italiana en el siglo XVIII. El registro más antiguo de una receta de pasta con salsa de tomate aparece en el libro “Cucina teorico pratica” de Ippolito Cavalcanti, publicado en 1837, como lo constatan fuentes como el propio recetario y análisis en medios especializados. Esta simbiosis entre la pasta y el tomate dio origen a una de las combinaciones culinarias más difundidas, marcando el paso del spaghetti de un manjar regional a un símbolo que trasciende fronteras y representa la identidad italiana en el mundo.
Las características técnicas del spaghetti han jugado un rol crucial en su popularidad. Hecho con harina de trigo duro y agua, este tipo de pasta destaca por una textura firme, ideal para alcanzar el punto de cocción conocido como “al dente” —es decir, ligeramente resistente al morder—. El Instituto Nacional de Tecnologías Agropecuarias resalta que esta peculiaridad permite a la pasta absorber mejor las salsas y resaltar sus matices, convirtiendo cada bocado en una experiencia gastronómica completa tanto para aficionados como para expertos.
Recetas como el spaghetti con crema y limón, recogidas en recetarios italianos y medios como “La Cucina Italiana”, ilustran la versatilidad de este alimento. Allí, ingredientes como mantequilla, ajo, crema de leche y la frescura cítrica del limón se combinan con queso parmesano para sumar cremosidad, acidez y ese inconfundible matiz umami, ajustando el plato tanto a tradiciones culinarias como a preferencias modernas.




Más allá de su dimensión gastronómica, la pasta, y especialmente el spaghetti, representa un fenómeno cultural y económico. De acuerdo con la Organización Internacional de la Pasta, Italia ostenta el liderazgo mundial en producción y otros países, como Estados Unidos y Brasil, reportan significativos niveles de consumo. La expansión global de la pasta se enmarca en procesos de migración y multiplicidad cultural que han hecho de la cocina italiana un patrimonio compartido a escala internacional, modelando formas de comer, celebrar e incluso experimentar con nuevas tendencias, como pastas veganas o sin gluten.
En la actualidad, el spaghetti continúa inspirando a cocineros y comensales que exploran posibilidades creativas, adaptando el plato sin perder su esencia. Así, la historia del spaghetti es también una historia de diversidad, adaptación y permanencia, que conecta tradición, sabor e innovación constante.
¿Qué significa “pasta al dente” y por qué es importante?
Esta interrogante suele surgir entre quienes se inician en la cocina italiana o desean comprender mejor las claves de una auténtica experiencia gastronómica. Según el Instituto Nacional de Tecnologías Agropecuarias, “al dente” describe el punto de cocción en el que la pasta mantiene una ligera firmeza al morder, evitando que se vuelva blanda o pastosa.
Este detalle es crucial, ya que una cocción adecuada ayuda a que la pasta conserve su textura original y posibilita que absorba de manera óptima los sabores de las salsas. Así, lograr el “al dente” es considerado un aspecto fundamental para realzar el sabor y la textura del plato.
¿Cómo influyó la migración italiana en la expansión del spaghetti?
La migración italiana ha sido determinante en la difusión mundial del spaghetti y otros platos de pasta, como lo explica la Organización Internacional de la Pasta. Durante los siglos XIX y XX, millones de italianos se trasladaron a países como Estados Unidos, Argentina, Brasil y diversos lugares de Europa, llevando consigo recetas y tradiciones culinarias.
Esta movilidad propició que el spaghetti se adaptara a ingredientes y costumbres locales, consolidándose en la cultura alimentaria de muchas naciones. El fenómeno transformó la pasta italiana en un patrimonio global, presente en hogares y restaurantes alrededor del mundo, más allá de su origen mediterráneo.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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