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El arroz meloso, cremoso o caldoso se ha convertido en un referente dentro de varias cocinas del mundo, destacándose por una textura particular que lo diferencia del arroz seco. A esta característica se llega gracias a un proceso que libera almidón durante la cocción, mientras se mezcla el grano con constancia. Este detalle marca la diferencia respecto a otros tipos de arroces, ya que la manipulación durante la cocción es esencial para obtener esa untuosidad característica que cautiva a los comensales exigentes. La elección de variedades de arroz es crucial: solo aquellos de grano corto y con elevado contenido de almidón, como el arborio, carnaroli o bomba, logran el efecto deseado, funcionando su propio almidón como espesante natural.
En el ámbito de los restaurantes, preparar este arroz implica dividir el proceso en dos fases debido al tiempo requerido. Inicialmente, se cuece una base que se reserva en refrigeración, y luego se finaliza la cocción en el momento de servir. Este método, compartido con recetas tradicionales como el risotto, garantiza tanto frescura como una óptima textura, y evidencia la importancia de controlar no solo la cocción, sino también el equilibrio entre cremosidad y firmeza del grano. El caldo es un protagonista indiscutible: debe estar muy concentrado en sabor pero bajo en sal, ya que con la evaporación durante la cocción su sabor puede intensificarse demasiado, un fenómeno ampliamente documentado en estudios culinarios especializados.
El origen y calidad de los ingredientes también aportan al contexto. El arroz arborio y el carnaroli, reconocidos por su procedencia del norte de Italia, destacan por su alto contenido de almidón, resultado de su cultivo en condiciones climatológicas específicas. Expertos como Massimo Bottura, reconocido chef italiano, han señalado que la adecuada elección del arroz debe complementarse con caldos de calidad y una cuidadosa técnica en la incorporación y mezcla, buscando liberar gradualmente el almidón y así evitar que el resultado adquiera una textura indeseadamente pastosa.
Esta forma de cocinar el arroz tiene antecedentes históricos en el norte de Italia y ha inspirado adaptaciones internacionales, como el arroz caldoso que se encuentra en la gastronomía española o el arroz atollado colombiano. En cada región, ingredientes adicionales como mariscos y vegetales —espárragos y alverjitas, por ejemplo— enriquecen la preparación, añadiendo valores nutricionales y aromas propios. Según Harvard Health Publishing, la combinación de mariscos y vegetales fortalece el aporte proteico y micronutrientes esenciales, haciéndolo un plato balanceado y beneficioso para la salud cardiovascular.




El uso de una base precocida que se termina justo antes de servirse representa además un ejemplo de eficiencia gastronómica en la alta cocina. Esta práctica equilibra la necesidad de mantener la calidad y el sabor en cada plato, al mismo tiempo que permite responder a la demanda de los comensales en un entorno profesional exigente, tal como destaca el Journal of Culinary Science & Technology.
¿Qué diferencia hay entre arroz meloso, risotto y arroz caldoso? Aunque pueden parecer similares por la textura cremosa, los tres tipos de arroz presentan diferencias sutiles en cuanto a técnica y resultado final, como queda reflejado en las distintas fuentes consultadas. El arroz meloso se caracteriza por una textura intermedia, donde el grano conserva algo de firmeza y el líquido está presente aunque no en exceso, a diferencia del arroz caldoso, que retiene más caldo. El risotto, por su parte, exige una agitación constante del grano y la incorporación gradual del caldo, logrando notorios niveles de cremosidad pero manteniendo siempre el grano al dente, especialmente con variedades como arborio y carnaroli.
¿Por qué es importante el contenido de almidón en el arroz para esta preparación? La selección de un arroz con alto contenido de almidón como el arborio, carnaroli o bomba es fundamental, evalúan especialistas en Food Science Journal. Esto se debe a que el almidón actúa como un espesante natural al liberarse durante la cocción, aportando esa textura untuosa tan valorada en este plato. En ausencia de este componente o al escoger variedades de grano largo con bajo almidón, el resultado carecería de cremosidad, modificando radicalmente la experiencia sensorial buscada en un arroz meloso.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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