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Durante el curso escolar 2025/2026, las restricciones al uso de teléfonos móviles y demás dispositivos electrónicos en las escuelas europeas se están ampliando y reforzando de manera significativa. Países como Bélgica, Suecia, Finlandia, Italia, Suiza y Francia encabezan esta tendencia orientada a alejar los dispositivos tecnológicos de los alumnos durante toda la jornada educativa. Esta estrategia está en línea con iniciativas previas instauradas en países como Austria y los Países Bajos, donde la prohibición abarca incluso los recreos, áreas exteriores y actividades fuera del aula, según el análisis presentado en el texto original.
En Suiza, donde la administración educativa corresponde a las regiones (llamadas cantones), la legislación ha ido evolucionando. Si antes solo se prohibía el uso de móviles en clase y durante los recreos, ahora la restricción abarca la totalidad del recinto y todos los momentos escolares, incluidas las pausas para comida dentro y fuera del edificio. El propósito declarado es reducir distracciones entre el alumnado y favorecer la convivencia, obligando a que los teléfonos permanezcan completamente guardados y apagados a lo largo de toda la jornada.
Por su parte, Francia ha avanzado con la ley de 2018, destinada a proteger la concentración en clase y combatir problemáticas como el ciberacoso y los conflictos sociales ligados a la exhibición de dispositivos. El Ministerio de Educación francés exige aplicar sanciones estrictas, llegando hasta la confiscación de teléfonos para garantizar el cumplimiento entre estudiantes de secundaria. Italia sigue una línea similar: prohíbe los móviles en todos los niveles educativos y exige que los alumnos entreguen el dispositivo al ingresar; no obstante, las escuelas enfrentan la falta de espacios apropiados para conservar con seguridad estos aparatos, lo que complica la gestión diaria de la norma.
Bélgica también ha decidido aplicar una prohibición generalizada que abarca las clases, los descansos y cualquier actividad escolar, mientras que Suecia obliga a los alumnos más jóvenes a depositar sus móviles al entrar y recuperarlos solo al término del día. En Finlandia y Rumanía, además de las restricciones, se han habilitado sitios especiales de resguardo. Polonia, en cambio, aboga por la educación digital responsable, sin una ley nacional homogénea, priorizando la formación en el uso adecuado de internet y las redes sociales.




Según un estudio citado en los Países Bajos tras la introducción de la prohibición, el 75% de las escuelas reportó mejoras puntuales en la concentración estudiantil. En casos como España, a partir de lineamientos estatales recientes, las administraciones regionales han empezado a registrar signos de mejora en la convivencia y descenso en situaciones de ciberacoso, aunque los datos siguen siendo principalmente cualitativos.
Expertos y entidades internacionales han alertado sobre los riesgos del acceso incontrolado a la tecnología en el aula. De acuerdo con el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE) en Europa, existe una relación directa entre la presencia permanente del móvil y el bajo rendimiento académico. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) destaca la necesidad de combinar recursos digitales con políticas estrictas para evitar daños en la salud mental adolescente, resaltando la importancia del resguardo emocional y la prevención del ciberacoso.
Mientras que en Europa las normativas tienden a generalizarse, en Estados Unidos prevalece una disparidad considerable: las reglas se fijan a nivel local, y no existe una regulación federal uniforme sobre este tema. Esto refleja la disparidad en la percepción y manejo del papel de la tecnología en el aprendizaje, y subraya la importancia del contexto cultural y político en cada país.
La implementación de estas medidas presenta desafíos logísticos y dilemas éticos, tal como sucede en Italia con el almacenamiento de los dispositivos o en la aplicación de sanciones que deben gestionarse con sensibilidad y diálogo entre escuela y familias. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la fórmula más eficaz combina la prohibición parcial del uso de móviles con la promoción de capacidades para la autorregulación y programas de educación digital.
En síntesis, el avance de prohibiciones más estrictas en colegios europeos responde a una imperiosa preocupación por el bienestar escolar, el rendimiento académico y la salud psicosocial de los estudiantes. Este fenómeno puede influir en la configuración de futuras políticas educativas internacionales, siempre que se acompañe de medidas pedagógicas y organizativas que garanticen su viabilidad y aceptación social.
¿Qué es el ciberacoso y cómo afecta a los estudiantes?
El ciberacoso se refiere a todo tipo de acoso o intimidación que ocurre a través de medios digitales como redes sociales, mensajería o correo electrónico. Esta problemática ha preocupando tanto a los reguladores como a las comunidades escolares debido a su impacto en la salud mental y la convivencia. Según informes citados en el texto, la prohibición de móviles en la escuela tiene como uno de sus objetivos principales disminuir la exposición de los estudiantes a situaciones de acoso virtual.
En el ámbito escolar, el ciberacoso puede derivar en ansiedad, aislamiento, disminución del rendimiento académico y conflictos entre compañeros. Es por ello que muchas de las nuevas regulaciones, como en Francia y España, insisten en controlar el uso de dispositivos, fomentando así ambientes más seguros para el desarrollo emocional y social de los alumnos.
¿Por qué la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) recomienda combinar la prohibición de móviles con programas de educación digital?
La OCDE sostiene que si bien limitar el uso de dispositivos móviles puede reducir distracciones y riesgos de ciberacoso, no es suficiente para preparar a los estudiantes ante los desafíos del mundo digital. La integración de políticas restrictivas con programas de formación en habilidades digitales permite que los alumnos aprendan a usar la tecnología de manera crítica, ética y responsable.
El desarrollo de capacidades para la autorregulación favorece la autonomía de los jóvenes frente a la tecnología y mejora los resultados tanto en el ámbito académico como en el social. Por ello, la OCDE alienta a los países a equilibrar control y educación digital para generar entornos más seguros, competentes y resilientes frente a los cambios tecnológicos actuales.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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