El Espectador es el periódico más antiguo del país, fundado el 22 de marzo de 1887 y, bajo la dirección de Fidel Cano, es considerado uno de los periódicos más serios y profesionales por su independencia, credibilidad y objetividad.
Las almendras poseen una historia fascinante que se remonta a los relatos de la mitología griega, donde ya formaban parte de la cultura y la alimentación de antiguas civilizaciones. Entre los años 600 y 900 después de Cristo, el árbol de almendras floreció con particular vigor en regiones como España, Marruecos, Grecia e Israel. Estas áreas llegaron a ser reconocidas por su capacidad para cultivar este fruto seco, que no solo era valioso por su sabor, sino también porque constituía un alimento ideal para abastecer a los exploradores que emprendían viajes a lo largo de la famosa Ruta de la Seda hacia China. El trabajo y el comercio entorno a este ingrediente básico fortalecieron la conexión entre países y culturas a través de los siglos.
Posteriormente, el periplo de las almendras cruzó el Atlántico: los padres franciscanos transportaron este cultivo desde las tierras españolas hasta California, donde, durante el siglo XX, finalmente se consolidó el cultivo de almendras con éxito. Este hecho sentó las bases para que la almendra se convirtiera en un ingrediente fundamental en innumerables recetas, enriqueciendo la gastronomía global y manteniendo vigente su legado histórico. Según reseña El Espectador, este contexto contribuyó a que la almendra se consolidara como un ingrediente esencial y ampliamente apreciado en diferentes partes del mundo.
Para quienes desean incorporar almendras en preparaciones artesanales, se recomienda iniciar hirviendo agua y añadiendo 200 gramos de almendras. Tras dos minutos, esas semillas deben retirarse y sumergirse en agua fría, facilitando así la tarea de retirarles la piel. Una vez peladas, el siguiente paso es tostarlas durante 15 minutos a una temperatura de 170 grados Celsius, lo que intensifica su sabor y textura. Este proceso prepara las almendras para ser integradas de manera óptima a recetas más elaboradas.
Mientras tanto, en una olla aparte se combinan 120 gramos de miel con 60 gramos de azúcar, mezclando y calentando hasta conseguir los 135 grados Celsius, punto en el cual la mezcla adquiere una textura más compacta. Por otro lado, al batir una clara de huevo a punto espumoso e incorporarla a la mezcla caliente de miel y azúcar se obtiene una base cremosa. Se añaden entonces las almendras tostadas y se continúa removiendo, permitiendo que todos los ingredientes se amalgamen completamente al calor.
La mezcla resultante se dispone cuidadosamente entre dos hojas de papel de arroz, agregando peso encima para que quede nivelada. Luego, el enfriamiento durante unas doce horas es crucial para que la preparación alcance la consistencia y estructura deseadas. Finalmente, una vez transcurrido ese tiempo, el producto puede cortarse y disfrutarse, ofreciendo un bocado que refleja tanto tradición como técnica culinaria refinada. Según la sugerencia de El Espectador, quienes se apasionan por la creación de nuevas recetas y desean compartir su visión gastronómica pueden contactar a Tatiana Gómez Fuentes o a Edwin Bohórquez Aya a través de los correos proporcionados, manteniendo así vivo el intercambio de conocimientos en la cocina.
¿Por qué se utiliza papel de arroz en la preparación de algunas recetas con almendras?
El papel de arroz juega un papel importante en la preparación de dulces tradicionales con almendras, ya que permite manipular y cortar la mezcla fácilmente una vez ha enfriado y consolidado su forma. Esta técnica, mencionada en la receta recogida por El Espectador, ayuda a obtener porciones uniformes y a presentar el producto final con una textura limpia y sin que el dulce se adhiera a los utensilios o superficies.
La elección de este material proviene de su propiedad antiadherente y su sabor neutro, lo que asegura que el protagonismo sea para los ingredientes principales, en este caso la almendra, la miel y el azúcar. De esta forma, el papel de arroz no solo facilita el proceso técnico, sino que también mantiene la integridad y la presentación de la preparación, contribuyendo a una mejor experiencia al degustar este tradicional dulce.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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