Ante la supuesta inminencia de hordas de vándalos azotando conjuntos residenciales de Bogotá, con rumores de que no solo las incursiones se habían presentado en barrios populares sino en barrios de estrato 4 en el occidente de la ciudad y hasta en estratos más altos del norte, lo ciudadanos se preguntaban cómo era eso posible.
Desde antes de que entrara en vigor el toque de queda del viernes en Bogotá, muchos líderes de conjuntos residenciales decidieron alertar a sus moradores para salir con palos, cuchillos y machetes a defender su propiedad.
Y así transcurrieron varias horas, en algunos edificios de apartamentos hasta la madrugada, con la gente armada y aguantando frío, mientras que a lo lejos sonaban pitos, sirenas y alarmas de edificios, al tiempo que muchos vecinos se dejaban llevar por noticias falsas que a veces acomodaban a tal punto de decir que “a solo unas cuadras de allí ya había hasta muertos”.
Al final, los ingresos de indeseables a algunos conjuntos (que sí los hubo) se contaron con los dedos de la mano, pero quedó una lección: que el pánico crece como una bola de nieve y llega un momento en que nadie sabe qué es real y qué no lo es.
Incluso, se llegó a hablar de ‘la teoría del pánico moral’, concepto acuñado por el sociólogo Stanley Cohen en 1972, que es, básicamente, una estrategia de los gobiernos para legitimar sus objetivos. También se habla, con base en videos, de que varios de los ataques y la siembra de pánico fueron orquestados por la misma policía.
No solo hubo caos en Bogotá
Mientras tanto, un camión bomba explotó en el Cauca, acabó con la vida de 3 policías e hirió a otros 7 uniformados. Las marchas de jueves y viernes, por su parte, dejaron 3 muertos y casi una centena de heridos, además de que en Bogotá quedaron estaciones de Transmilenio destruidas, tiendas saqueadas, un bus del SITP robado y usado para destruir la puerta de un supermercado (que saquearon), sucursales de bancos vandalizadas…
¿El cacerolazo asustó a Duque?
En estos días de marchas otro hecho inédito llamó la atención. Desde las ventanas de sus casas y en la calle, la población colombiana por primera vez hizo sonar las cacerolas como señal de descontento con el gobierno de Iván Duque, que sigue perdiendo popularidad por su inacción y por no comprometerse en serio a dialogar con las partes inconformes.
Después de un flojo primer discurso el jueves, en el que en lugar de decir que se sentaría a dialogar, salió a regañar y a resaltar la labor de la policía durante las marchas (cosa que ofendió a muchos), luego, en una segunda alocución el viernes dijo que sí se sentaría a dialogar.
En la otra esquina, el opositor Gustavo Petro no hizo sino publicar trinos incendiarios, entre los cuales se destaca el de haber hecho eco de una falsa noticias contra un periodista de Caracol, lo que puso en riesgo la vida del comunicador, a quien le llegaron amenazas de muerte.
¿Marchas opacaron embarrada de ‘Pacho Santos’?
Probablemente, la segunda noticia más importante de la semana que terminó fue la conversación que sostuvieron el embajador de Colombia en Washington Francisco Santos y la recientemente designada canciller Claudia Blum.
La charla, que se llevó a cabo en un lugar público y con un ‘Pacho’ Santos que habla con desparpajo y a alto volumen, fue grabada por un extraño y luego la se la compartió a un medio de comunicación colombiano.
En la conversación revelada el martes, Santos hablaba mal de su exjefe Carlos Holmes Trujillo, diciendo que “no hacía nada”, y le caía con toda al exministro de Defensa Guillermo Botero.
Por si fuera poco, hablaba mal de Estados Unidos. Hay que recordar que algo similar le sucedió al exembajador británico en Washington hace unos meses y perdió el puesto por ello: llamó “inepto” a Trump.
El miércoles Duque presuntamente habló por teléfono con Blum y le dijo que su nombramiento no estaba en riesgo. En contraste, le ordenó a ‘Pacho’ regresar de inmediato a Colombia, donde sostendrán una reunión este lunes, con reprimenda y todo, que le podría costar el puesto al exvicepresidente, por no cuidar la lengua ni el volumen de su voz.
Por ahora, hay una investigación en curso para descubrir quién grabó la conversación.
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