La mujer, desesperada, hizo cuentas y dijo que durante el día hay unas 14 personas ocupando su casa. Sin embargo, sostuvo que la cifra puede subir, teniendo en cuenta que —según ella— en las noches los invasores cobran paga diario a otros individuos para que se queden allí.

Abril, en diálogo con Pulzo, contó que su casa tiene 60 metros cuadrados distribuidos en 3 alcobas, una sala comedor, una cocina, un patio y apenas un baño para la cantidad de personas que han invadido su predio.

Destacó, además, que los venezolanos que viven en su casa acomodaron camarotes en la sala para rentarlos. “Son, aproximadamente, más de 20 personas en la noche”, manifestó.

Como si fuera poco, aseguró que los ‘inquilinos’ “hacen y deshacen”, pues han adelantado modificaciones internas dentro de la casa para poder abrir espacio y seguir metiendo más personas.

De hecho, María Isabel Abril —que ahora debe varios millones en servicios públicos por la invasión—  sostuvo a este medio que la primera vez que fue a su casa a ver cómo estaba, encontró que habían roto paredes para tener más campo.

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Abril, que también relató un episodio de violencia intrafamiliar, apuntó que hay escándalos en la vía pública y que son frecuentes las parrandas al frente de la casa. 

“Los vecinos me llaman todo el tiempo rogándome que, por favor, les solucione y los saque porque están aburridos y han sufrido agresiones”.

Denunció que los invasores venden y consumen sustancias alucinógenas y que “hasta sacan un sofá a la calle para hacer sus reuniones”.

“Han tenido riñas con machete y se han agredido entre ellos mismos ahí”, finalizó

Acá, el testimonio de colombiana que denunció que varios venezolanos están destruyendo su casa: