
El peso colombiano se ubicó como la cuarta moneda más devaluada de América Latina, en un contexto marcado por el fortalecimiento global del dólar y el deterioro fiscal del país.
Ayer, la tasa de cambio cerró en 4.170 pesos, con un aumento de 60,49 pesos frente a la TRM de 4.110 pesos.
(Vea también: Cajeros automáticos estarían entregando billetes de $ 100.000 con error del Banco de la República).
Este comportamiento responde al fortalecimiento del dólar como activo refugio, impulsado por tensiones geopolíticas y negociaciones comerciales de EE. UU. con Japón y la Unión Europea, detalló La República.




David Cubides, economista jefe del Banco de Occidente, dijo a ese diario que la debilidad de las monedas latinoamericanas no obedece a causas locales específicas, sino a la valorización del dólar frente a otras divisas fuertes como el euro o el yen.
A esto se suma la situación fiscal de Colombia, que incrementa la percepción de riesgo entre inversionistas. Sebastián Toro, CEO de Arena Alfa, indicó en ese periódico que aunque el dólar había bajado, el reciente repunte del índice DXY se sintió con mayor intensidad en Colombia por su contexto fiscal.
Además, la posible decisión del Banco de la República de bajar las tasas de interés podría afectar negativamente la inversión, ya que reduce la rentabilidad y aumenta la cautela del mercado ante una economía con señales de vulnerabilidad.
Esto es una mala noticia al momento de comparar los billetes más grandes de peso colombiano y ver cuántos dólares compran. 100.000 pesos eran 27 dólares en abril de 2024 y en julio de 2025 esos mismos 100.000 pesos compran apenas 23 dólares. Para los de 50.000 pesos, en abril de 2024 eran 13,5 dólares y hoy son 11,5 dólares.
Cómo inflación afecta al peso colombiano
La inflación impacta directamente el valor del peso colombiano, debilitándolo frente a otras monedas y afectando el poder adquisitivo de los ciudadanos. Cuando los precios de bienes y servicios aumentan de manera generalizada, el dinero pierde valor porque con la misma cantidad se puede comprar menos.
Este fenómeno genera desconfianza entre los inversionistas, ya que temen que los rendimientos reales de sus inversiones se reduzcan si la inflación supera los beneficios esperados. En consecuencia, muchos prefieren retirar su dinero del país o evitar nuevas inversiones, lo que disminuye la demanda por pesos y provoca una depreciación de la moneda frente a divisas fuertes como el dólar.
Además, cuando la inflación se mantiene alta o se vuelve incontrolable, el Banco de la República suele responder subiendo las tasas de interés para frenar el consumo y estabilizar los precios.
Sin embargo, este mecanismo puede encarecer el crédito, afectar el crecimiento económico y generar incertidumbre en el mercado financiero. En este contexto, la presión sobre el peso se acentúa, ya que se percibe mayor riesgo macroeconómico.
También hay un efecto psicológico en la economía: si los consumidores y empresarios esperan que los precios sigan subiendo, aceleran sus decisiones de compra o ajuste de precios, lo cual retroalimenta la inflación.
Esta dinámica, sumada a factores como el déficit fiscal o la deuda pública, debilita la confianza en la moneda local y hace que los actores económicos busquen refugio en monedas más estables.
En resumen, la inflación erosiona el valor del peso colombiano tanto por sus efectos económicos como por la percepción de riesgo. Una inflación alta sostenida afecta la estabilidad macroeconómica, reduce la inversión extranjera, aumenta la dolarización informal y termina debilitando el peso, lo que a su vez puede agravar aún más los problemas de precios.
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