
La llegada de diciembre y sus festividades es casi que una conformación de muchos almuerzos, cenas, lechonas, postres, galletas y más, lo que trae consigo un aumento de peso y hay medidas para evitar engordarse sin dejar de disfrutar de esos manjares.

Dos de esos platos que son infaltables en las novenas y la comida navideña, son la natilla y los buñuelos, los cuales caen perfectos con vino, avena o jugo, pero que, en exceso, saben aumentar los números en la báscula.
Para no subir de peso en estas fechas por esos dos productos, la nutricionista y dietista María Fernanda Echavarría entregó algunas recomendaciones con las cuales no se cohibirá de comer esas preparaciones y cuidará su figura:
(Vea también: [Video] El ingrediente secreto de la natilla tradicional navideña para acabar prendido)
- No asistir a las novenas o eventos con el estómago vacío, pues al llegar con hambre, querrá satisfacerse de una manera que no controlará.
- Comer un plato de verdura o ensalada antes de salir para que no se suba el nivel de azúcar en la sangre.
- Tener orden en el que se come esos alimentos: primero consumir los que tienen proteína, como la lechona, la empanada o el tamal. Posteriormente, los que no tienen proteína, pero que no son tan azucarados, por ejemplo, los buñuelos. Por último, los que tienen bastante azúcar, como la natilla y el arroz con leche.
¿Cuántos buñuelos se puede comer al día?
Aunque los buñuelos son una delicia difícil de resistir, es importante consumirlos con moderación. Su alto contenido calórico y de grasas, principalmente saturadas, puede afectar la salud si se consumen en exceso.
De acuerdo con algunos especialistas en nutrición, recomiendan limitar su consumo a 1 o 2 buñuelos por ocasión especial, y combinarlos con una alimentación balanceada para evitar desequilibrios nutricionales.




¿Qué pasa si come natilla todos los días?
Si bien la natilla es un postre delicioso, su consumo diario y en grandes cantidades puede tener consecuencias negativas para la salud. El alto contenido de azúcar y grasas contribuyen al aumento de peso, la resistencia a la insulina y el desarrollo de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2.
Por otra parte, su consumo excesivo suele estar asociado con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares.
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