Por: El Espectador

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Este artículo fue curado por pulzo   Nov 12, 2025 - 12:58 pm
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El flan es uno de los postres más reconocibles y apreciados de la gastronomía internacional, aunque su origen exacto sigue envuelto en cierta incertidumbre histórica. De acuerdo con expertos citados en El Espectador, algunas evidencias señalan que este dulce apareció incluso antes de Cristo, integrándose en la dieta de civilizaciones como los fenicios, griegos y romanos. En aquella época, el flan era conocido como Tyropina y se servía en banquetes, convirtiéndose poco a poco en una delicia buscada especialmente durante la Edad Media, siendo protagonista en las mesas durante la Cuaresma, tiempo en el que las restricciones religiosas inspiraban la creatividad culinaria.

La preparación del flan ha atravesado siglos casi sin alteraciones en su fórmula básica. La mezcla principal de huevos, leche y azúcar es la que otorga su característica textura, a medio camino entre la natilla y una especie de gelatina suave. Según información de El Espectador, este postre debe ser refrigerado para lograr la consistencia cremosa y gelatinosa que lo distingue. Es importante señalar que, en algunos países latinoamericanos como Colombia, el flan puede confundirse con la leche asada, otra receta que permite variantes con frutas y panela, pero que mantiene diferencias en su proceso de cocción y textura final.

Para preparar un flan tradicional, los ingredientes clave son una lata de leche condensada, una de leche evaporada, cinco huevos, una taza de granos de maíz, una cucharada de vainilla y 190 gramos de queso crema. El proceso inicia con la elaboración del caramelo, donde se cocina azúcar y agua hasta obtener un tono dorado ámbar, el cual se distribuye en el fondo del molde. La mezcla, que incluye los granos de maíz y los demás ingredientes, se licúa hasta resultar homogénea y se cuela cuidadosamente para eliminar cualquier grumo.

El siguiente paso consiste en cocinar la mezcla a baño María en un horno precalentado a 180 °C durante aproximadamente una hora, verificando su cocción con un palillo. Tras enfriar, se recomienda refrigerar el postre por al menos cuatro horas. Este proceso garantiza la textura deseada y potencia los sabores, atributos que han hecho del flan un clásico que sigue vigente en la actualidad.

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Como dato adicional, El Espectador invita a los lectores amantes de la cocina a compartir sus propias recetas y propuestas gastronómicas, señalando así la relevancia del intercambio cultural y la reinterpretación de platos tradicionales en la construcción de la identidad culinaria.

¿Cuál es la diferencia principal entre el flan y la leche asada?

Una consulta recurrente es sobre las diferencias entre el flan y la leche asada, dos postres que en ocasiones se confunden pero que poseen características propias. Según la información presentada en El Espectador, la leche asada suele incorporar ingredientes alternativos como frutas y panela, además de tener un método de cocción distinto al del flan tradicional.

Mientras el flan se cuece normalmente a baño María y adquiere una textura cremosa y gelatinosa tras ser refrigerado por varias horas, la leche asada se caracteriza por una superficie dorada y firme debido a la cocción directa en horno. Así, aunque ambos comparten componentes básicos similares, el resultado en sabor y textura es claramente diferente, enriqueciendo la oferta de postres en la gastronomía latinoamericana.


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