Por: El Espectador

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Este artículo fue curado por pulzo   Oct 15, 2025 - 12:52 pm
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El cheesecake, también conocido como pastel de queso, es uno de los postres con mayor tradición y arraigo a lo largo de la historia gastronómica mundial. Según fuentes consultadas, sus orígenes pueden rastrearse hasta la antigua Grecia, donde ya se preparaba alrededor del año 2.000 a.C. Se sabe que este postre tuvo un papel destacado en los primeros Juegos Olímpicos realizados aproximadamente en el año 776 a.C., ya que se consideraba un alimento energizante para los atletas. El alto contenido calórico del cheesecake lo hacía especialmente útil para personas sometidas a grandes esfuerzos físicos, según lo registrado en textos sobre costumbres griegas antiguas.

En sus primeras versiones, el cheesecake era servido como postre durante las bodas griegas y contenía una mezcla básica de queso, harina, trigo y miel. Esta sencilla combinación marcó el inicio de una larga evolución de la receta, la cual fue adoptando características propias de diferentes épocas y regiones a medida que se expandía. Durante la Edad Media europea, por ejemplo, el cheesecake experimentó la inclusión de especias y frutas variadas; esto no solo aportó matices nuevos a su sabor y consistencia, sino que reflejó los intercambios culturales de la época, según textos documentados sobre gastronomía medieval.

En la actualidad, la receta del cheesecake ha adquirido una gran variedad de formas y sabores. Una de las versiones modernas resaltadas en fuentes especializadas utiliza ingredientes como queso crema, crema, huevos, azúcar mascabado y puré de calabaza, además de especias como el pumpkin spice, muy asociadas al otoño. La preparación comienza con una base elaborada a partir de galletas trituradas, azúcar, sal y canela, unidas mediante mantequilla avellanada. El relleno tradicionalmente se hornea en baño María, lo que garantiza un resultado suave y cremoso.

El cheesecake es mucho más que una delicia culinaria; su presencia en diferentes culturas le ha conferido un valor simbólico y social relevante. En Estados Unidos, por ejemplo, es protagonista de celebraciones y ocasiones especiales, existiendo versiones emblemáticas como el New York Cheesecake. Esta adaptabilidad ha propiciado innumerables variantes, tanto en sabores como en presentaciones, adecuándose a las preferencias y costumbres de cada contexto.

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Hoy en día, el cheesecake sigue siendo reinventado por cocineros y pasteleros que incorporan ingredientes locales, tendencias culinarias y preocupaciones contemporáneas sobre nutrición. El uso de productos orgánicos y la reducción en la cantidad de azúcar son algunos de los cambios contemporáneos reportados en diversas fuentes. Así, el cheesecake continúa su viaje a través del tiempo, consolidándose como un verdadero patrimonio gastronómico capaz de evolucionar sin perder su esencia.

¿Por qué es tan importante la textura al preparar un cheesecake?
La textura es uno de los aspectos fundamentales que diferencia a un cheesecake bien elaborado de otros postres a base de queso. Una textura suave y cremosa indica que los ingredientes han sido mezclados y horneados adecuadamente, como recomiendan recetas clásicas consultadas, especialmente cuando se utiliza la técnica del baño María. Este método permite que el relleno mantenga la humedad y evite grietas, factores esenciales para obtener el resultado perfecto que caracteriza a este postre.

La importancia de la textura radica en la experiencia sensorial que brinda al degustar el cheesecake. Saborear una preparación sedosa, en contraposición a una granulosa o seca, es una de las razones por las cuales este postre se ha mantenido vigente a lo largo del tiempo. La textura correcta logra realzar el sabor de los ingredientes y aporta sofisticación a la presentación final del platillo.

¿Qué variante de cheesecake ha tenido mayor impacto en la cultura estadounidense?
Dentro de las diversas variantes desarrolladas, el New York Cheesecake destaca por su impacto en la cultura estadounidense. Este estilo se caracteriza por su base sólida de galleta y una mezcla más densa de queso crema, que le aporta un sabor intenso y una textura distintiva, de acuerdo con registros de la gastronomía neoyorquina. Se ha convertido en un ícono de la repostería en Estados Unidos, siendo servido en cafeterías y restaurantes de todo el país, especialmente durante fechas importantes y celebraciones familiares.

El éxito del New York Cheesecake ha sido tal que ha motivado la aparición de múltiples versiones regionales y ha consolidado la reputación del cheesecake como un postre emblemático de la cocina estadounidense. Su popularidad refleja la capacidad de este postre para adaptarse a las tendencias y demandas del público, manteniendo un equilibrio entre tradición y modernidad.


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