El Espectador es el periódico más antiguo del país, fundado el 22 de marzo de 1887 y, bajo la dirección de Fidel Cano, es considerado uno de los periódicos más serios y profesionales por su independencia, credibilidad y objetividad.
El recorrido de la carne de cerdo en la historia de la gastronomía es extenso y cuenta con raíces que se remontan a la antigua Anatolia, en Turquía, donde se domesticó y consumió por primera vez este producto, según información recuperada por El Espectador. Sin embargo, el cerdo no llegó al continente americano sino hasta 1943, año en que Cristóbal Colón realizó su segundo viaje al Nuevo Mundo y lo introdujo como parte de los alimentos disponibles en la región. Actualmente, la carne de cerdo se ha consolidado como uno de los ingredientes más presentes en la dieta mundial, siendo incluso protagonista en platos emblemáticos de diferentes países y culturas.
A pesar de las restricciones religiosas que existen en credos como el judaísmo y el islam, donde el consumo de cerdo está prohibido por motivos espirituales, en la mayoría de los países esta carne forma parte de un vasto universo gastronómico. Sus múltiples posibilidades de preparación incluyen cocciones al horno, ahumados y asados a la brasa, siendo todas opciones ampliamente extendidas. Además, del cerdo no solo se obtiene la carne como ingrediente principal, sino que de él derivan recetas tradicionales y embutidos de renombre, como la morcilla, el chorizo y el jamón. Este animal es criado en numerosos países, destacándose China como principal productor, aunque Francia e Italia también figuran entre los mayores referentes en la industria, según la información de El Espectador.
Para quienes deseen adentrarse en la preparación artesanal de un plato a base de carne de cerdo, el procedimiento comienza procesando 500 gramos de la carne junto con 100 gramos de grasa de cerdo picada. A esta mezcla se le añade sal y azúcar para potenciar el sabor, en proporciones de 10 gramos de cada ingrediente. Un paso relevante en la elaboración consiste en diluir una cucharada de fécula en dos de agua, incorporándola luego a la mezcla para lograr una textura homogénea similar a una masa grumosa.
La fusión de los ingredientes no termina allí, pues la masa obtenida se transfiere a un recipiente donde se agregan media taza de arvejas cocidas y la misma cantidad de zanahoria. Todo se integra y se coloca sobre papel film para enrollarlo cuidadosamente, asegurando que mantenga la forma durante la cocción. El rollo resultante se cuece durante dos horas en agua hirviendo hasta alcanzar una temperatura interna de 70 grados. Posterior a la cocción, el proceso se detiene sumergiendo el rollo en agua fría y refrigerándolo por ocho horas para asentar su sabor y textura.
Finalmente, este plato se recomienda acompañar con una salsa de mora o arándanos, lo que equilibra los sabores y lo convierte en una experiencia culinaria completa. Según El Espectador, la invitación a experimentar en la cocina y compartir nuevas recetas está abierta a través de los correos de los periodistas Tatiana Gómez Fuentes y Edwin Bohórquez Aya, fortaleciendo así el intercambio gastronómico con la audiencia.
¿Por qué la carne de cerdo es uno de los ingredientes más valorados en la gastronomía internacional?
Esta pregunta surge al observar cómo la presencia de la carne de cerdo trasciende fronteras y formas de preparación, adaptándose tanto a tradiciones antiguas como a propuestas culinarias modernas. Su importancia se ve reforzada por el hecho de que regiones productoras tan diversas como China, Francia e Italia han desarrollado métodos únicos para su aprovechamiento.
La versatilidad de la carne de cerdo ha impulsado la creación de un sinfín de recetas, permitiendo su incorporación en platos cotidianos y festivos. Además, la gama de embutidos elaborados a partir del cerdo ha modificado positivamente la oferta gastronómica mundial, convirtiendo a este producto en un elemento fundamental de la alimentación en muchas culturas.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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