Hace un año Sandra Meneses y Miguel Murillo recibieron la noticia que unos padres nunca quisieran escuchar: su hijo está muerto. Santiago, de apenas 19 años, perdió la vida luego de que lo impactara una bala en el pecho, mientras caminaba por la carrera Quinta de regreso a casa.

Ese sábado, cuando en Ibagué y las principales ciudades de Colombia empezaban a hervir las calles por cuenta del paro nacional, Santiago Murillo había pasado parte del día con su novia y estaba a tan solo dos cuadras de llegar al apartamento, sobre las 8:30 de la noche, cuando un policía abrió fuego en la calle 60 con Quinta.

En el peor de los casos, sus padres pensaron que la demora de Santiago habría tenido que ver con un accidente de tránsito, pero ni en la pesadilla más trágica se llegaron a imaginar que un proyectil, lanzado desde un arma del Estado, le atravesó el pecho.

Santiago, a la postre, fue uno de los primeros civiles asesinados en el contexto del estallido social.

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En el debate nacional de esos días convulsionados de protestas callejeras no se había tocado en el seno del hogar. Para evitar cualquier especulación, sus padres han remarcado en varios momentos que Santiago era un joven que no ejercía ningún activismo político y tenía un círculo pequeño de amigos que, al igual que él, prefería disfrutar el tiempo en casa.

Esta semana se llevó a cabo una velatón en el parque Manuel Murillo Toro en memoria de Santiago Murillo y demás víctimas de los excesos de la Fuerza Pública.

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Aseguraron, además, que su hijo siempre actuó con respeto por la autoridad, se apartaba de cualquier problema de orden público, cargaba todos sus documentos al día y no tenía antecedentes.

Si no hubiera sido por la pandemia, el joven se hubiera radicado en Suecia por esa época. Las restricciones mundiales que impuso la emergencia sanitaria obligaron a Santiago a aplazar sus planes de irse a estudiar Bellas Artes a Europa y se vinculó al programa técnico de Sistemas en el Sena, a la espera de que se levantaran las medidas.

“Ha sido un año duro. Ningún padre se recupera de la pérdida de un hijo. Nos ha tocado aprender a vivir con el dolor y la ausencia de Santiago. Desde la comodidad del bienestar propio, ensimismados en nuestros mundos, uno nunca piensa que un conflicto así le vaya a tocar, pero lamentablemente ocurrió”, dijo Sandra Milena Meneses.

El mayor Jorge Mario Molano Bedoya, quien fungía como comandante de la estación norte de la Policía Metropolitana de Ibagué, fue identificado por la Fiscalía como la persona que disparó la bala que mató a Santiago y en septiembre del año pasado fue acusado ante un juez de la República por el delito de homicidio agravado.

Las grabaciones captadas a través de las cámaras de seguridad muestran cuando el joven, momentos después de que se registraran algunos desórdenes de orden público, bajaba por la carrera Quinta desprevenido y con las manos en los bolsillos. Entre tanto, al otro lado de la avenida, justo al frente del almacén Panamericana, estaba situado el mayor Molano.

Sin que Santiago representara algún peligro o amenaza, el agente disparó contra el joven desde una distancia cercana a los 30 metros. Dentro de la confusión, Molano huyó en una motocicleta de la Policía y puso en su lugar a una persona que, por sus características físicas, se adecuaba a su misma contextura: el intendente Óscar Leonardo Devia.

El patrullero Devia estuvo cuatro meses privado de su libertad en la cárcel de Facatativá, en Cundinamarca, señalado de haber participado en el crimen, pero luego la misma Fiscalía se encargó de demostrar que esa noche el mayor Molano lo hizo bajar de la moto y se subió en ella para marcharse rápidamente del lugar.

El mayor Molano, según la Fiscalía, actuó esa noche desconociendo todos los protocolos para el manejo de la protesta, quebrantó el decálogo de manejo de armas y cometió una violación de los Derechos Humanos y los enmarcados dentro del Derecho Internacional Humanitario.

De acuerdo con la Fiscalía, Molano no logró encubrirse porque dentro del hombro derecho del joven se halló alojado un proyectil que fue contrastado con el arma que entregó el mayor. De esa manera se pudo establecer que él fue quien disparó.

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Confianza en la justicia

Desde que inició la lucha por hacer justicia, organizaciones como Human Right Watch han seguido de cerca el proceso penal en contra del mayor Molano, contó la madre. De configurarse una burla a la justicia o un escenario de impunidad en Colombia, no existe duda de que deberán acudir a los tribunales internacionales.

Sandra y Miguel sienten garantías con la Fiscalía y el Ministerio Público, pero sostienen que Molano está demorando el proceso. Se esperaba que el juicio oral iniciara en noviembre del año pasado, pero el mayor ha empleado maniobras dilatorias para que las diligencias sean aplazadas.

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En principio, la defensa de Molano estuvo a cargo de tres abogados que renunciaron una vez se conocieron presuntos actos de corrupción para intentar interferir en el rumbo del proceso. Luego, con nuevos representantes a cargo, se han suspendido audiencias por pedidos para revisar el proceso, demora en la entrega del expediente, incapacidad médica y la renuncia de un abogado a recibir el material probatorio.

A principio de este mes, Molano le retiró el poder a su último abogado porque no estaba de acuerdo con la línea de defensa que le propuso, de ahí que el juez que le advirtió que si no contrataba a un profesional de confianza, le sería designado uno de oficio. Las próximas audiencias están previstas para el 12 y 19 de mayo.

“Yo tengo confianza en que la verdad va a prevalecer, así le pongan las trabas que le pongan. Los hechos nadie los puede ocultar. Entonces digamos que no creo que vaya a haber impunidad. Pueden poner bloqueos, pero tiene que haber un punto límite para eso y por eso están las organizaciones internacionales al pendiente para no permitirlo”, dijo la madre.

Dato

Los padres de Santiago son partidarios de que se haga una reforma a la policía para que ajuste sus protocolos a los Derechos Humanos y aclaran que no creen que todos los miembros de esa institución obren de manera irregular o delictiva.