
Una confrontación entre bandas criminales era la hipótesis inicial sobre el trasfondo del secuestro del niño Lyan Hortúa en Jamundí, Valle del Cauca, caso que ha conmocionado a todo el país y que está siendo investigado intensamente por la Fiscalía General de la Nación. Según revelaciones hechas por revista Semana, el rapto del menor ahora estaría relacionado con una cadena de venganzas y ajustes de cuentas vinculados a un robo ocurrido en una joyería de Cali y a una supuesta deuda con integrantes del narcotráfico.
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Las pesquisas en manos de la Fiscalía muestran cómo un asalto a una joyería, aparentemente propiedad del padrastro de Lyan, derivó en una serie de represalias mortales presuntamente en su contra. Las fuentes del ente investigativo indican que este robo desencadenó una respuesta violenta: días después, las personas involucradas en el atraco fueron atacadas, resultando incluso en víctimas fatales. Este episodio de justicia por mano propia se convirtió en el preludio de una escalada de violencia en la que distintos grupos criminales buscaron cobrarse cuentas pendientes, de acuerdo con la citada revista.
El secuestro de Lyan fue planeado como retaliación por la muerte de integrantes de una de las bandas participantes del robo, según las versiones que han ido cobrando fuerza a medida que avanza la investigación. Alias ‘Dimax’ o ‘La Camioneta’, uno de los jefes de estas estructuras, habría ordenado la venganza tras la muerte de sus colaboradores, diseñando el plagio junto con alias ‘Justin’, señalado de ser uno de los hombres que irrumpió en la casa de la familia del menor para llevárselo, según el informe periodístico.
Fuentes citadas por Semana también explican que, una vez perpetrado el secuestro, los responsables entregaron al niño a las disidencias de las Farc. El objetivo era mantener la presión y proteger los intereses del grupo criminal original mientras se desarrollaba el plan. La secuencia de acciones violentas, las amenazas a la familia y el traslado del menor quedó registrada en videos de seguridad, sirviendo como material probatorio en el caso.
Las autoridades continúan explorando todas las hipótesis sobre la motivación del secuestro, incluyendo la posible relación con el narcotraficante Diego Rastrojo y una larga serie de disputas internas entre bandas en el Valle del Cauca. Tanto el ajuste de cuentas como el intento de intimidar y recuperar el control territorial forman parte de las líneas de investigación, según el citado portal.
La liberación de Lyan no ha detenido el proceso investigativo. Por el contrario, la Fiscalía sostiene que las pesquisas siguen activas para identificar y judicializar tanto a los autores materiales como intelectuales del secuestro, el cual causó indignación y protestas de la sociedad civil, exigiendo protección para los niños en medio del conflicto. Este hecho ha puesto en evidencia la urgente necesidad de excluir a los menores de cualquier confrontación armada en Colombia.




Mientras tanto, todavía hay incertidumbre por el paradero de Lyan y sus padres, quienes no volvieron a aparecer públicamente después de las revelaciones sobre presuntos nexos con grupos criminalaes. Por ejemplo, la madre, Angie Bonilla, que se hace llamar en redes ‘Barbie’ Vanessa, decidió poner privada su cuenta de Instagram y es poco lo que se sabe sobre su rastro.
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