Por: El Espectador

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Este artículo fue curado por pulzo   Oct 7, 2025 - 9:05 pm
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El Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), entidad encargada de las obras de infraestructura más relevantes en Bogotá, atraviesa un escenario complicado en la ejecución de proyectos fundamentales para la movilidad. Actualmente, la ciudad vive una situación inédita, con cerca de 1.000 frentes de obra activos y más de 400 a cargo puntual del IDU. Este despliegue de construcciones afecta de manera notoria la rutina de los ciudadanos, quienes perciben alteraciones constantes en su movilidad y entorno inmediato. El proyecto de la troncal de la avenida 68, vital para el flujo vehicular y peatonal, ejemplifica la magnitud del reto, pues su entrega, según lo informado, se extenderá más allá de 2026.

Orlando Molano, director del IDU, asumió el cargo hace dos años y encontró un portafolio de 76 proyectos en ejecución, todos ellos con retrasos de entre dos y tres años frente a los cronogramas iniciales. Según la entrevista recogida por El Espectador, estos atrasos evidencian dificultades en la planeación y en los esquemas de contratación vigentes desde 2017. Sin embargo, el IDU ha entregado ya más de una docena de obras, entre las que destacan tramos estratégicos como la 170-183, Caracas Sur y el Canal Córdoba, y se apuesta a mantener entregas parciales para mejorar la percepción ciudadana sobre la gestión. Una de las medidas implementadas, como relató Molano, ha sido eliminar las llamadas polisombras verdes que solían ocultar el avance real de las obras, buscando así incrementar la transparencia frente al público.

Esta problemática no es exclusiva de la capital colombiana. Estudios del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) advierten que en América Latina las demoras en obras de infraestructura urbana pueden elevar los costos hasta un 20% y disminuir la confianza en las instituciones. Paralelamente, el Observatorio de Gestión Urbana resalta la importancia de la comunicación pública para reducir la percepción de lentitud, insistiendo en que la eficiencia técnica debe ir de la mano con una gobernanza participativa.

El fortalecimiento de la transparencia y la vigilancia pública cobra así un papel central. Plataformas como NINA, del Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP), han probado su utilidad en el monitoreo de contratos y ejecución de obras, contribuyendo a detectar irregularidades y a fomentar la rendición de cuentas. Esto no solo habilita a periodistas, sino también a la ciudadanía, para seguir de cerca el destino de los recursos y la gestión de proyectos, promoviendo un esquema más abierto y participativo.

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Desde la perspectiva histórica, la gestión de grandes obras en Bogotá se ha caracterizado por cambios frecuentes en las prioridades políticas y administrativas, lo cual ha favorecido la existencia de retrasos, sobrecostos y postergación de beneficios sociales. Expertos consultados por El Espectador y publicaciones especializadas destacan la importancia de adoptar políticas integrales con visión de largo plazo, combinando el rigor técnico con mecanismos institucionales estables que permitan sortear los vaivenes de cada administración municipal. Solo así podrá la ciudad avanzar hacia un desarrollo urbano más equitativo y eficiente.

Finalmente, la experiencia de Bogotá ofrece valiosas lecciones para otras ciudades que enfrentan retos similares. Una gestión que combine eficiencia, rendición de cuentas y un periodismo de investigación fortalecido puede marcar la diferencia, generando legitimidad y mejores resultados para la población. En este proceso, la información veraz y accesible emerge como un recurso esencial para renovar la confianza y compromiso ciudadano frente a desafíos crecientes en la expansión y modernización urbana.

¿Por qué se retrasan frecuentemente las obras de infraestructura urbana en Bogotá?
La pregunta sobre las causas de los retrasos recurrentes en los proyectos de infraestructura urbana resulta fundamental, dado el impacto directo que generan en la vida de millones de personas y en la economía de la ciudad. Según el análisis presentado por el propio Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), estas demoras tienen su origen en fallas de planeación, procesos contractuales poco ágiles y continuos cambios administrativos que afectan la continuidad de los proyectos. Esta situación se ha mantenido durante varios años y se refleja en retrasos significativos respecto a los cronogramas originales de obras clave.
Además, los estudios del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Observatorio de Gestión Urbana confirman que la burocracia en los procedimientos y la falta de comunicación efectiva también contribuyen a ampliar los plazos y los costos finales de las obras. La superación de estos retos requiere no solo un enfoque técnico eficiente, sino también mecanismos de comunicación transparentes que involucren a la ciudadanía en el seguimiento y control de los proyectos urbanos.

¿Qué significa 'polisombra verde' en el contexto de obras públicas en Bogotá?
El término 'polisombra verde' hace referencia a una malla o lona empleada comúnmente para delimitar y proteger visualmente las obras públicas en construcción. En Bogotá, estas polisombras han sido objeto de debate, pues según declaraciones del director del IDU, su uso excesivo terminaba por ocultar por completo el estado de avance de los proyectos a la vista del público. Esto generaba una percepción de opacidad e inacción.
Su eliminación, tal como explicó el director del IDU, representa una estrategia orientada a hacer más visibles los progresos y permitir que la ciudadanía pueda observar directamente los trabajos realizados, lo que fomenta una mayor transparencia y reduce la posibilidad de desinformación sobre el avance real de las construcciones urbanas.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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