Q’HUBO, aliado de Pulzo, dialogó con Gustavo Osorio, uno de los funcionarios de la Fiscalía que apoyó y estuvo presente en la exhumación de los cuerpos a principios de la década del 2000.

Hace un par de semanas el país conoció imágenes recientes de Luis Alfredo Garavito Cubillos desde su centro de reclusión en Valledupar. ‘La Bestia’ o ‘El monstruo de Génova’, como se le conoce al mayor asesino en serie de la historia reciente de Colombia, padece cáncer, por lo que ha perdido peso y uno de sus ojos permanece cerrado a raíz de la enfermedad. 

Garavito abusó y asesinó a más de 200 niños en 13 departamentos durante los años 90, hasta que fue capturado en abril de 1999 mientras intentaba cometer uno de sus crímenes en zona rural de Villavicencio. Fue sorprendido por un habitante de calle que le lanzó piedras para evitar que agrediera a un menor, al tiempo que avisó a las autoridades, que tuvieron que establecer su verdadera identidad a través de las huellas dactilares debido a que usaba el nombre de Bonifacio Morera Lizcano para evadirlas.

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Ese mismo año, Garavito confesó ante la justicia la violación, tortura y homicidio de 114 menores, cifra que después de las investigaciones de la Fiscalía, aumentó a 172 crímenes, por los cuales fue condenado en 2001 a 1.853 años de prisión. Sin embargo, en la actualidad está cumpliendo solo 40 años, que es la pena máxima que establece la ley en Colombia

De los 172 niños que la Fiscalía logró demostrar que habían sido víctimas de Luis Alfredo Garavito entre 1992 y 1999 en varias regiones de Colombia, el asesino en serie confesó haber cometido dos de estos crímenes en Ibagué entre 1996 y 1997. 

Por estos hechos, fue condenado por el Juzgado Segundo Penal del Circuito de Ibagué, “mediante sentencia emitida el 03 de agosto de 2001, por hechos ocurridos el 02 de Junio de 1996 y el 30 de Mayo de 1997, a la pena principal de 27 años, nueve meses y 10 días de prisión, como autor penalmente responsable de los delitos de homicidio agravado, acto sexual violento, condenado accesoriamente a la interdicción de derechos y funciones públicas por un periodo de 10 años”.

Tanto la desaparición de los menores, como la confesión, exhumación de los cuerpos y la condena de Luis Alfredo Garavito, no fue registrada por la prensa de la época y sólo hasta junio de 2006, durante una entrevista que ‘El monstruo de Genova’ le concedió a Pirry para el canal RCN en la cárcel de Valledupar, el asesino volvió a contar que en Ibagué había dejado dos víctimas. 

“En Ibagué hay los dos, en Ibagué hay dos (Sic) ¿si me entiende? Los sitios, entrando a Ibagué, como saliendo ya para Girardot”, confesó en su momento el asesino en serie.

Se trataba de dos niños de 12 y 15 años, oriundos de Rovira, los cuales fueron abordados por este asesino en la Terminal de Transportes luego de que se bajaron de un taxi de servicio público intermunicipal. 

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Ese día, mediante los engaños que acostumbraba a emplear para convencer a sus víctimas, llevó a los niños a una zona boscosa, ubicada sobre la avenida Mirolindo con calle 70, en cercanías al río Combeima, un lugar de difícil acceso debido a que hay varios precipicios. Allí los violentó y después los asesinó y procedió a enterrarlos. 

El abogado Gustavo Osorio, quien se desempeñaba como funcionario de la Unidad de Reacción Inmediata (URI) de la Fiscalía en Ibagué, a principios de la década del 2000, le contó a Q’HUBO que el hallazgo de los cuerpos de estos menores fue posible gracias a una visita inesperada de una fiscal de Pereira, ciudad en la que se llevaban la mayoría de procesos en contra de este criminal, pues allí fue donde se hallaron los restos de las primeras víctimas, las cuales condujeron a los investigadores a determinar que se trataba de un violador y asesino en serie. 

Osorio recuerda que la fiscal llegó un día cualquiera a Ibagué en compañía de Garavito y varios funcionarios del CTI, los cuales venían escoltados por otros policías.

‘La Bestia’ acostumbraba a registrar en una libreta cada uno de sus crímenes y en una de las páginas de aquella agenda negra, reposaban los datos de los dos niños a los cuales les quitó la vida en Ibagué. De ahí que el motivo principal por el cual se desplazaron hasta esta ciudad era que Garavito ayudara a ubicar y recuperar los cadáveres de los menores.

Para ubicar a los funcionarios de la Fiscalía que llevarían a cabo la diligencia de exhumación de los cuerpos en Ibagué, Garavito le dibujó a la fiscal un mapa con todas las indicaciones necesarias para llegar hasta el sitio donde había cometido ambos crímenes. Gustavo Osorio apoyó dicha diligencia y recuerda que le causó asombro la manera en la que este asesino de niños elaboró el croquis para llegar al sitio, pues lo hizo como si conociera a la perfección la ciudad, cuando solo había viajado dos veces. 

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Ese día Garavito dibujó un mapa con algunas fábricas, la avenida Pedro Tafur, la avenida Mirolindo y el sitio donde había dejado ambos cadáveres, situado en la zona media entre Mirolindo y el río Combeima. Hasta allí se desplazaron los funcionarios de la Fiscalía, apoyados por organismos de socorro debido al difícil acceso pues había que descender por una zona de ladera. Los expertos en criminalística realizaron la inspección del sitio y al enterrar las palas en el lugar indicado por ‘La Bestia’, encontraron a tres metros de profundidad los restos óseos de ambos menores. Allí también reposaban las prendas de vestir manchadas de sangre de las víctimas.

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La personalidad de Garavito

El abogado Gustavo Osorio tuvo la oportunidad de conversar con Luis Alfredo Garavito durante casi media hora cuando la Fiscalía lo trajo a Ibagué hace más de dos décadas y según él, su inteligencia y habilidad para manipular y engañar son sorprendentes.

También recuerda que este asesino en serie tenía  los ojos claros y cuando se quedaba mirándolo fijamente, le producía escalofríos, como si estuviera mirando a los ojos al demonio.