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Este artículo fue curado por pulzo   Oct 24, 2025 - 3:35 pm
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Shohei Ohtani no está acostumbrado a la intrascendencia. El año pasado consiguió finalmente su anillo de Serie Mundial luego de siete campañas en las Grandes Ligas, pero lo hizo en medio de un inoportuno bajón de rendimiento, agravado por una lesión en el hombro sufrida en el segundo juego de la final contra los Yankees. Ahora viene de la que es considerada la mejor actuación individual en un partido en la historia del béisbol…y está listo para más.

Es el cuarto juego de la final de la Liga Nacional. Shohei Ohtani poncha a Wilson Contreras para el último out del primer inning.

Baja del montículo, camina hacia su dugout, se pone las espinilleras y los guantes de batear, hace unos swings al aire, se para en el plato, listo para su turno en la parte baja de la entrada.

Recibe cinco lanzamientos de José Quintana. Al sexto, dispara un jonrón de 446 pies.

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Ese batazo lo convierte en el primer lanzador de la historia del béisbol que conecta el cuadrangular de tomar la ventaja para su equipo, sea en la campaña regular o los playoffs.

La rutina se repetirá dos veces más, con algunas variantes, en el partido que los Dodgers de Los Ángeles ganan 5-1 a los Brewers de Milwaukee para clasificar por segundo año consecutivo a la Serie Mundial.

El astro japonés termina el juego con tres cuadrangulares y 10 ponches, primer lanzador con más de un batazo de cuatro esquinas en postemporada y primero que da jonrón y abanica a tres hombres en el mismo episodio.

Fue poder y velocidad mezclados en una combinación imposible. Dos de sus vuelacercas viajaron a más de 116 millas por hora, algo que nadie había logrado desde que se llevan estas estadísticas hace 10 años, y dos de sus ponches llegaron con lanzamientos de más de 100 millas por hora.

Por aclamación, es la mejor actuación individual en un partido en más de 100 años de historia del béisbol. El equivalente a que un mismo hombre en el fútbol anote los goles ganadores y tape los tiros del rival en el mismo encuentro.

Shohei Ohtani está de vuelta en la Serie Mundial, y esta vez quiere forjar su anillo, no solo ganarlo.

El duelo entre los Dodgers y los sorpresivos Azulejos de Toronto, que tenían 32 años sin jugar un clásico de octubre, tiene al japonés en un momento completamente diferente al de la final del año pasado contra los Yankees de Nueva York.

Listo para la tarea

En 2024, Ohtani venía de un año alucinante, el primero con los Dodgers y también el primero sin lanzar en su carrera en las Mayores, porque acababa de ser operado del codo.

A falta de obligaciones en el montículo, perfeccionó sus habilidades corriendo las bases, y terminó inaugurando un club imposible, el de 50-50: fue el primer jugador que bateó más de 50 cuadrangulares y robó más de 50 almohadillas en la misma temporada, pero en la Serie Mundial se desinfló.

Después de batear un impresionante promedio de .364 en la lucha por el banderín de Liga Nacional contra los Mets, el choque ante el otro equipo de Nueva York, los Yankees, quedó marcado por una desafortunada barrida en segunda base en el juego número dos.

Luego de robar sin apremios 59 bases a lo largo de la temporada regular, a la hora de la verdad un intento de estafa le costó el clásico de octubre, porque se lesionó un hombro y no volvió a ser una amenaza en el resto de la serie. Levantó el trofeo de campeón, pero sin haber hecho méritos para conseguirlo, al menos no en la final.

Pero Ohtani sabe cómo volver a captar la atención. Quebró su récord personal de cuadrangulares en la campaña regular, al disparar 55 este año. Solo robó 20 bases, pero en compensación ha vuelto a lanzar, y terminó la temporada con una respetable efectividad de 2.87 carreras permitidas por cada nueve innings de labor.

En la postemporada ha sido aún más dominante gracias al mítico cuarto juego contra los Brewers, un blanqueo de seis entradas en el que solo admitió tres imparables y que lo dejó con efectividad perfecta, 0.00, en la final del viejo circuito.

Ninguna precaución es suficiente

Los Azulejos vienen de dominar en la Serie Divisional a los Yankees, desactivando a un Aaron Judge que venía de dar 53 cuadrangulares e impulsar 114 carreras en la temporada regular. También eliminaron a los Marineros de Cal Raleigh, líder jonronero de 2025, con 60 batazos fuera del parque.

Pero el mánager de Toronto, John Schneider, sabe que el riesgo con Ohtani, que en total ha sacado la bola cinco veces desde que comenzaron los playoffs, es más difícil de conjurar.

“Creo que estamos hablando de un tipo de animal totalmente diferente aquí que puede hacer cosas en el campo que no mucha gente puede hacer, con todo el respeto del mundo por Aaron Judge y Cal Raleigh”, reconoció Schneider.

Lo dice quien tiene bajo sus órdenes al único hombre que ha dado más batazos de cuatro esquinas que Ohtani esta postemporada, Vladimir Guerrero Jr. Pero de inmediato trata de restar peso a su preocupación por el japonés, que llegó a considerar una oferta de los Azulejos antes de unirse a los Dodgers en 2024.

“Espero que traiga de vuelta la gorra que nos quitó en la reunión y la chaqueta para Decoy”, bromea, refiriéndose a la mascota de Ohtani, un perro al que la gerencia de Toronto trató de cortejar en un esfuerzo por convencer al amo.

Como todo astro diferencial, Ohtani actúa por acción y también por omisión, y su negativa a la propuesta de los Azulejos permitió a la divisa ofrecer 500 millones de dólares a Guerrero, que terminó como el Jugador Más Valioso de la Serie de Campeonato de la Liga Americana, para retenerlo por 14 años.

El japonés solo mostró debilidad este año ante lanzadores zurdos en la Serie Divisional contra los Filis, en la que apenas dio un imparable en 18 turnos, pero los cuatro abridores a los que enfrentará en la Serie Mundial (Trey Yesavage, Kevin Gausman, Shane Bieber y Max Scherzer) son derechos.

Para fortuna de los Azulejos, Guerrero no ha mostrado fisuras. Ha dado 19 imparables en los playoffs, más que cualquier otro bateador y más del doble que Ohtani. Lleva 12 carreras impulsadas y muestra un impresionante promedio de bateo de .442.

Aun así, Toronto ha transitado una postemporada más complicada que Los Ángeles, que solo ha perdido uno de los 10 partidos que ha disputado en octubre. Eludió la serie de comodín, liquidó a los Yankees en la divisional, que se definió 3-1, y en la final de la Liga Americana batalló en el máximo de siete juegos contra los aguerridos Marineros.

Guerrero será el principal argumento ofensivo de Toronto ante un cuarteto de abridores de los Dodgers que comienza con Ohtani y un cuerpo de relevistas que podría incluir a un veterano que espera despedirse en grande luego de 18 años con los Dodgers, Clayton Kershaw.

Pero la única vez que Kershaw estuvo en el montículo esta postemporada fue también esa única derrota ante los Filis, con lo que sigue sin poder escapar a la maldición que lo ha perseguido en octubre.

Los Dodgers, sin embargo, tienen otras garantías en el montículo, aparte de Ohtani, como el dos veces ganador del premio Cy Young al mejor lanzador Blake Snell, Tyler Glasnow y el otro astro nipón Yoshinobu Yamamoto, que viene de lanzar (y ganar) un juego completo en la final de la Nacional contra Milwaukee, una rareza en el béisbol de nuestros días.

Un duelo inédito

Los Ángeles y Toronto jamás se han enfrentado en una Serie Mundial, y la referencia más cercana de duelos entre los dos se limita a juegos interligas, que fueron introducidos en 1997.

Los rivales de este clásico de octubre se midieron por primera vez recién en 2002. Dave Roberts, hoy mánager de los Dodgers, estuvo en las filas del equipo californiano como primer bate. Se fue de 4-0 y el encuentro lo dominó Toronto.

Los Dodgers tienen ventaja de 19-11 en el historial particular, incluyendo la última serie entre ambos, disputada en agosto, donde Ohtani y compañía solo perdieron uno de los tres duelos.

Fue el último, y con ese sabor en la boca quiere iniciar Toronto la búsqueda de su tercer anillo de la Serie Mundial.

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