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Escrito por:  Yenny Bejarano
Redactora     Sep 24, 2025 - 10:14 am

Ana Karina Soto, reconocida presentadora de la televisión colombiana, ha sido durante años una de las figuras más queridas por el público. Sin embargo, detrás de su carrera y del brillo de las cámaras, vivió un episodio que marcó profundamente su vida y que, con el paso del tiempo, ha decidido contar para generar conciencia sobre un tema que afecta a muchas mujeres: la vulneración de la intimidad.

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Ana Karina Soto contó sobre su video íntimo

Todo comenzó en 2007, cuando mantenía una relación de aproximadamente diez meses con un hombre que, bajo el efecto del alcohol y sin su consentimiento, decidió grabarla durante un encuentro íntimo. Según relató la presentadora, en ese momento no se dio cuenta de lo ocurrido. Fueron apenas ocho segundos de grabación, pero bastaron para alterar su tranquilidad y vulnerar su confianza de manera irreversible.

Con el paso del tiempo, tras terminar esa relación e iniciar una nueva etapa sentimental, el video íntimo salió a la luz. Ana Karina recuerda que su expareja la había amenazado previamente con hacerlo público, pero ella no imaginó que fuera capaz de cumplirlo. El motivo detrás de la publicación, explicó, fue su compromiso matrimonial con quien era su pareja en ese momento. El hombre, incapaz de aceptar el rumbo de su vida, decidió exponerla de manera cruel y calculada.

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“Yo no sabía, no me pidió permiso, no tuvo mi consentimiento. Él me grabó y nunca me enteré, hasta mucho tiempo después, cuando terminé mi relación con él. Más adelante, al enterarse de que me iba a casar, decidió publicarlo”, relató la presentadora en una entrevista donde recordó este doloroso momento.

Ana Karina también reveló que intentó buscar justicia, pero se encontró con obstáculos. Su expareja se encargó de eliminar pruebas, hackeó su correo electrónico y borró los mensajes en los que la amenazaba con difundir el video.

Cuando ella intentaba confrontarlo, él lo negaba todo y llegaba incluso a culpar a terceros. En una ocasión, justificó la filtración diciendo que ladrones habían entrado a su apartamento y se habían robado un computador portátil, responsabilizándolos de lo sucedido.

“No apareció ninguna prueba. Yo le preguntaba por qué había hecho eso y él fingía demencia, decía que no sabía de qué hablaba. Fue un momento muy duro porque me sentí desprotegida y engañada”, recordó.

El impacto emocional fue profundo. Más allá del daño a su imagen pública, Ana Karina describe esa etapa como una prueba difícil de superar, ya que debió enfrentar sentimientos de vergüenza, dolor y traición.

Sin embargo, con el tiempo logró sobreponerse y transformar esa experiencia en un mensaje de apoyo y prevención para otras mujeres.

Hoy, al mirar hacia atrás, la presentadora reconoce que en aquel momento no existían tantas herramientas legales ni instituciones especializadas en delitos cibernéticos como ahora. Pero aprovecha su historia para invitar a quienes atraviesen situaciones similares a no quedarse calladas y a denunciar.

“A las mujeres les digo que ya hay Policía de delitos cibernéticos, que pueden acudir a la Fiscalía y que existen asociaciones que respaldan y apoyan a las víctimas de este tipo de delitos. No están solas”, expresó con firmeza.

La experiencia, aunque dolorosa, le dejó una enseñanza clara: en las relaciones, la verdadera cara de las personas muchas veces se revela al final. Aquella pareja, con quien compartió casi un año de su vida, resultó ser alguien muy diferente a lo que ella había creído.

Con valentía, Ana Karina ha logrado darle un giro a su testimonio, pasando de ser víctima de una traición íntima a una voz que visibiliza la importancia del consentimiento, el respeto y la protección de la privacidad en la era digital.

Su mensaje resuena especialmente hoy, cuando la tecnología ofrece múltiples canales para difundir información, pero también exige mayor responsabilidad y conciencia sobre los daños que pueden causar estas acciones.

La historia de la presentadora es un recordatorio de que nadie merece ser expuesto sin su consentimiento, y que la intimidad es un derecho fundamental que debe ser protegido.

Ana Karina Soto no solo sobrevivió a este episodio, sino que lo convirtió en una oportunidad para alzar la voz y acompañar a otras mujeres que han enfrentado o podrían enfrentar una situación semejante.

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