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La reapertura y modernización de las centrales de sacrificio en Caldas constituye una respuesta estratégica ante las exigencias sanitarias y económicas que enfrenta actualmente la región. Según reportes de LA PATRIA, este proceso forma parte de un amplio programa liderado por la Gobernación, bajo la administración de Henry Gutiérrez, y responde a la necesidad de cumplir los lineamientos del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima). A pesar del avance en algunas zonas, la realidad muestra que, de catorce centrales existentes, solo tres están en funcionamiento –Pácora, Marquetalia y Samaná–, mientras que once permanecen inactivas o en proceso de rehabilitación.
El esfuerzo principal radica en lograr que las plantas de autoconsumo regionales alcancen al menos un 75% de los estándares sanitarios, ambientales y de inocuidad que exige la regulación nacional. Este contexto normativo, según el mismo medio, responde al Decreto nacional que estipula el funcionamiento efectivo de 234 plantas de sacrificio a lo largo del país. La meta: aumentar la seguridad alimentaria, reducir los costos de la carne para los consumidores y combatir la problemática del abigeato o robo de ganado, una preocupación recurrente en las zonas rurales colombianas.
Sin embargo, la gestión enfrenta trabas significativas que incluyen diferencias administrativas entre alcaldías, retrasos en obras y problemas financieros. El secretario de Agricultura de Caldas, Marino Murillo, subraya que, si bien la Gobernación ha incentivado la inversión, la responsabilidad ejecutiva recae directamente sobre cada municipio, lo que genera velocidades distintas en los avances. Adicionalmente, la viabilidad económica de las centrales es una preocupación persistente, y la propuesta de instaurar impuestos al degüello de ganado se presenta como alternativa para su sostenibilidad.
Las inversiones realizadas, que se aproximan a los 25 mil millones de pesos desde 2019, reflejan la prioridad local. La planta de Pácora, por ejemplo, ha cumplido un 78% de los criterios Invima y sacrifica mensualmente un promedio de 318 bovinos y 44 porcinos. Otras centrales, en tanto, continúan en fases de adecuación con obras para gestionar residuos y mejorar infraestructuras, aspectos claves para cumplir la normativa nacional y garantizar la seguridad alimentaria.




Los retos no se limitan a la operación; la Contraloría General de Caldas ha detectado hallazgos fiscales por manejos irregulares en la adjudicación y ejecución de los contratos para estas plantas, sumando incertidumbre sobre el destino de importantes recursos, cuya revisión aún está en manos de la Contraloría General de la República.
A nivel nacional, el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) indica que la carne tiene un papel central en la canasta familiar, y la mejora de la cadena productiva incide directamente en la seguridad alimentaria y los precios al consumidor. Por su parte, expertos citados por El Espectador han señalado que la modernización de los centros de sacrificio es fundamental para evitar riesgos de zoonosis, entendido como el riesgo de enfermedades transmisibles de animales a humanos, y fortalecer la trazabilidad del producto. Una infraestructura moderna y cercana a productores locales, como confirma el Ministerio de Agricultura, apunta no solo a reducir costos logísticos sino también a impulsar una ganadería más rentable e incluyente.
En síntesis, el avance en la modernización y reapertura de plantas de sacrificio en Caldas es un proceso complejo, cargado de desafíos técnicos, administrativos y financieros. Los próximos años serán clave para determinar si las alianzas entre Gobernación, municipios y el sector privado logran materializar un servicio eficiente que realmente beneficie tanto al productor rural como al consumidor final.
¿Qué significa “trazabilidad” en el contexto del sacrificio animal? La trazabilidad hace referencia a la posibilidad de seguir el recorrido de la carne desde el animal en pie hasta que el producto llega al consumidor. Este proceso incluye la documentación y el control de todos los pasos, desde la crianza, el sacrificio en condiciones sanitarias aprobadas hasta la distribución. Garantizar la trazabilidad es relevante porque permite identificar rápidamente el origen de cualquier problema sanitario, facilitando medidas efectivas de control y prevención en toda la cadena cárnica, como destacan fuentes consultadas por El Espectador.
¿Cómo afecta la modernización de las centrales de sacrificio a los productores rurales? La modernización de las centrales de sacrificio busca acercar estos servicios a los productores rurales, disminuyendo los costos y tiempos de traslado del ganado. Esto favorece la rentabilidad, incrementa la competitividad y facilita el cumplimiento de estándares sanitarios, aspectos fundamentales para participación en mercados formales. Según análisis del Ministerio de Agricultura, esta estrategia promueve una cadena productiva más eficiente, fortalece los ingresos rurales y contribuye a la seguridad alimentaria, temas de alto impacto en regiones ganaderas como Caldas.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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