
El avance de la tecnología ha facilitado la vida cotidiana, pero también ha abierto la puerta a nuevas modalidades de fraude que afectan a miles de personas en todo el mundo. Hoy, los ciberdelincuentes aprovechan herramientas digitales para realizar ataques masivos, robar información y apropiarse del dinero de los usuarios con relativa facilidad, dejando a las víctimas expuestas a riesgos financieros y personales.
En este contexto, la clonación de tarjetas sigue siendo una de las mayores preocupaciones. Expertos advierten que, en muchos casos, son los propios consumidores quienes, por descuido, facilitan el trabajo de los delincuentes. Uno de los errores más comunes es no solicitar el recibo después de efectuar un pago.
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¿Por qué es importante conservar el recibo?
El comprobante físico no solo confirma que el monto cobrado es el correcto, sino que sirve como prueba en caso de que se presente un cobro indebido o un cargo duplicado. Aunque muchos confían en las notificaciones bancarias, estas pueden fallar por problemas de conexión o errores en la aplicación.




Además, cuando se registran compras no autorizadas, el recibo es una evidencia clave para demostrar que el titular no realizó la transacción. Sin él, la reclamación ante el banco o la entidad financiera se complica y el proceso puede extenderse.
Errores en facturación y control financiero
Los recibos también son esenciales frente a errores en la facturación, como cobros superiores a lo acordado o inclusión de productos no solicitados. Contar con el comprobante permite identificar el problema y corregirlo de forma rápida. De lo contrario, el trámite puede prolongarse y afectar el historial financiero del usuario.
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Por otro lado, conservar los recibos contribuye a una mejor gestión de las finanzas personales, ya que permite llevar un control detallado de los gastos y conciliar los estados de cuenta. También son necesarios en casos de devoluciones o cambios, respaldando los derechos del consumidor.
Ante el incremento de fraudes electrónicos, la recomendación principal es no rechazar el recibo físico tras pagar con tarjeta. Aunque parezca un trámite innecesario, este documento puede marcar la diferencia entre resolver un inconveniente de inmediato o enfrentar largos procesos para recuperar el dinero.
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