
En Bogotá, el robo de identidad y el uso indebido de información personal se han convertido en amenazas crecientes para los ciudadanos, especialmente con el auge de las estafas digitales. Un reciente testimonio difundido por redes sociales ha llamado la atención por la forma en que un procedimiento aparentemente inofensivo derivó en una compleja estafa financiera.
Laura Torres Gómez compartió su experiencia en TikTok, revelando cómo fue víctima de un intento de fraude tras permitir que manipularan su teléfono móvil en un establecimiento de Unilago, reconocido sector comercial de tecnología en la capital colombiana.
(Lea también: “$ 1.500 millones”: familias acusan a inmobiliaria de haber embolatado plata de viviendas)
Cambio de protector de pantalla terminó en hackeo
Todo comenzó cuando Laura, mientras compraba artículos para su portátil, decidió instalar un protector de hidrogel en su celular. El local, ubicado en el segundo piso del centro comercial, le pidió entregar el teléfono para realizar el procedimiento en una habitación contigua, fuera de su vista. Aunque esto le generó desconfianza, accedió.
@lagomez54 #unilagobogota #estafa #robodatos #bogotá #unilago ♬ sonido original – Laura Tørres Gømez
El proceso duró alrededor de siete minutos, tiempo en el cual notó que el encargado no era quien manipulaba el celular. Minutos después, se lo devolvieron, ella pagó y se marchó sin sospechar lo que vendría.
Horas más tarde, Laura comenzó a recibir notificaciones extrañas sobre transacciones en plataformas como AliExpress, pese a no haber realizado ninguna compra. De inmediato, accedió a sus aplicaciones bancarias y eliminó la información de sus tarjetas. No obstante, los movimientos sospechosos continuaron días después, cuando recibió alertas de suscripciones hechas en Google y YouTube.
Aunque el banco revirtió los cobros y bloqueó sus tarjetas, ella repitió la clave antigua en las nuevas, creyendo que eso no representaba un riesgo. Este fue el segundo error.
Tres días después, recibió una nueva notificación de ingreso a su banca virtual desde otro lugar del país. Decidió congelar sus cuentas y, por unos días, dejó de recibir alertas. Sin embargo, en mayo de 2025, una llamada le informó sobre movimientos sospechosos por $ 1.500.000 realizados desde Cali. La supuesta funcionaria del banco le pidió confirmar los datos y proporcionarle unos códigos que, afortunadamente, nunca entregó.
Laura colgó y contactó directamente a su entidad financiera, donde le confirmaron que no existía ningún reporte oficial ni llamadas por parte del banco.
La revelación más impactante llegó cuando intentó generar una clave segura para su app bancaria. El sistema le exigía ingresar una clave previa que ella nunca había configurado. En ese instante comprendió que, durante los minutos en que su celular estuvo fuera de su vista, alguien dentro del local había creado esa clave y dejado una puerta abierta para seguir accediendo a su información bancaria.
Gracias a su desconfianza y reacción oportuna, Laura evitó que le robaran más dinero. Sin embargo, su caso refleja el nivel de sofisticación de las estafas actuales, que combinan ingeniería social, manipulación física de dispositivos y engaños digitales.
(Vea también: ‘Pibe’ Valderrama alertó a seguidores por lo que pasa con su imagen: “Hechos falsos”)
Laura finalizó su testimonio con una advertencia clara: “No todo servicio tecnológico es seguro solo por estar en un centro comercial. Exijan siempre que el dispositivo esté a la vista y cambien inmediatamente cualquier clave si sospechan de manipulación no autorizada.”
Este caso pone de relieve la necesidad de fortalecer la educación digital, extremar precauciones al entregar dispositivos personales y reportar cualquier comportamiento inusual ante las autoridades y las entidades bancarias correspondientes.
* Pulzo.com se escribe con Z
LO ÚLTIMO