Por: El Espectador

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Este artículo fue curado por pulzo   Dic 27, 2025 - 7:16 pm
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En pleno centro de Bogotá, el sector de San Victorino se consolida año tras año como el mayor polo del comercio popular en Colombia, un punto neurálgico donde confluye la oferta mayorista y minorista que abastece a comerciantes de distintas regiones del país. Este enclave, estratégicamente situado cerca de la Plaza de la Rebeca y el Parque de la Mariposa, destaca no solo por su potencial económico, sino también por los agudos contrastes que lo definen. Quienes transitan sus calles pueden reconocer de inmediato la efervescencia comercial, pero también el constante conflicto entre vendedores formales e informales, fenómeno que ha generado una problemática social persistente.

La Alcaldía de Santa Fe y entidades distritales han intentado, a lo largo del tiempo, instaurar alternativas para armonizar la dinámica comercial y el uso del espacio público. Las estrategias han incluido medidas para ordenar tanto a comerciantes legales como a informales, buscando un equilibrio que permita la continuidad del desarrollo económico sin sacrificar la convivencia ciudadana. Sin embargo, la realidad que se vive, especialmente en temporada de fin de año, evidencia que estos esfuerzos han sido insuficientes; el caos y la congestión siguen siendo parte del paisaje cotidiano de San Victorino.

Ante este escenario de retos continuos, toma protagonismo un proyecto que promete transformar la zona: el Centro Internacional de Comercio Mayorista de San Victorino. Concebido como un moderno espacio comercial, este proyecto pretende reordenar y revitalizar uno de los referentes comerciales más emblemáticos de Bogotá. Fue diseñado hace 16 años y, desde entonces, se ha planteado la ambiciosa meta de mejorar las condiciones de negociación y la calidad del entorno tanto para comerciantes como para visitantes que acuden en busca de mercancía.

No obstante, el camino recorrido por este proyecto dista mucho de haber sido sencillo. Similar a otros precedentes en materia de renovación urbana en Bogotá, el desarrollo del centro ha estado rodeado de obstáculos: anuncios inconclusos, largos periodos de inactividad, procesos de liquidación, alertas por presuntas estafas, recurrentes reformulaciones e, incluso, denuncias recientes que surgen tras un nuevo intento de licitación llevado a cabo hace apenas ocho meses.

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Este contexto evidencia las múltiples dificultades que enfrenta la ciudad para materializar iniciativas de renovación urbana en espacios de alto valor comercial y social. La persistencia de tensiones entre el comercio tradicional, la informalidad y la administración pública plantea interrogantes sobre la viabilidad de alcanzar una solución integral. El caso de San Victorino muestra que, más allá de la infraestructura, lo que está en juego son las dinámicas de convivencia y las oportunidades económicas para miles de familias que dependen de este sector.

¿Por qué ha sido tan accidentada la renovación urbana en San Victorino?

La pregunta sobre las causas detrás de las constantes dificultades en la renovación urbana de San Victorino es crucial para comprender los desafíos estructurales de la ciudad en la gestión de grandes proyectos comerciales. Factores como la presencia histórica del comercio informal, la resistencia al cambio de algunos actores locales, los vaivenes en la voluntad política, y la aparición de denuncias e irregularidades, han conspirado para que proyectos como el del Centro Internacional de Comercio Mayorista estén marcados por la inestabilidad y la dilación.

El interés por reorganizar San Victorino trasciende la simple mejora urbanística: está ligado a la necesidad de generar condiciones equitativas para comerciantes, respetar derechos de minorías laborales y garantizar el aprovechamiento del espacio público. Por ello, destrabar el avance de estas iniciativas exige la articulación decidida de autoridades, empresarios y comunidades en busca de consensos y soluciones sostenibles.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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