Escrito por:  Redacción Vivir Bien
Oct 17, 2025 - 11:03 am

El posible deterioro de la salud con el paso de los años es uno de los factores que llevan a que haya quienes consideren que las personas cuando han pasado una cierta edad pierden vigencia.

Sin embargo, una investigación se encontró con datos más que reveladores acerca del rendimiento del cerebro humano y el momento en el que llega a su máximo potencial.

Así, a pesar de que la juventud tiene bondades que parecen irrebatibles en muchos casos, los resultados del seguimiento científico dejan en evidencia el potencial de la madurez.

¿Cuál es la edad de máximo rendimiento del cerebro humano?

Un equipo internacional de investigadores encontró que el rendimiento mental global del cerebro humano alcanza su punto más alto entre los 55 y 60 años, según un estudio publicado en la revista Intelligence.

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Este análisis fue conducido por científicos como Gilles E. Gignac y Marcin Zajenkowski, quienes evaluaron 16 dimensiones psicológicas, que incluyen procesamiento cognitivo, memoria, rasgos de personalidad e inteligencia emocional, para construir un índice compuesto que midiera el funcionamiento psicológico general.

De acuerdo con los resultados, aunque algunas habilidades cognitivas básicas como la velocidad de procesamiento o memoria operativa comienzan a declinar después de los 30 años, otras capacidades más “cristalizadas” (como el conocimiento acumulado, la profundidad de juicio, la responsabilidad o la estabilidad emocional) continúan mejorando con la edad y alcanzan su cúspide más avanzada.

En el estudio se señala que rasgos como la conciencia tocan su punto máximo cerca de los 65 años, mientras que la estabilidad emocional se fortalece incluso hasta los 75 años.

La combinación de estas facultades hace que, al ponderar todos esos factores, el cerebro opere con mayor eficacia entre los 55 y 60 años; después de los 65 años se observa un descenso gradual que se intensifica tras los 75.

Los autores subrayan que este hallazgo desafía la percepción común de que la juventud es la etapa de máximo intelecto y, en cambio, sugiere que la madurez ofrece un equilibrio único entre experiencia, control emocional y conocimiento acumulado.

¿Qué hacer para mejorar el rendimiento del cerebro?

Estas son algunas estrategias por evidencia científica para mejorar el rendimiento cerebral:

  • Dormir bien y suficiente: el sueño profundo y reparador favorece la consolidación de la memoria, la limpieza de toxinas cerebrales y el restablecimiento funcional del sistema nervioso. Estudios señalan que dormir menos de lo necesario deteriora funciones cognitivas como atención, memoria y velocidad mental.
  • Ejercicio físico regular: la actividad aeróbica incrementa el flujo sanguíneo cerebral, estimula factores neurotróficos como el BDNF y promueve la plasticidad neuronal, lo que favorece funciones como el razonamiento, la memoria y el control ejecutivo.
  • Adoptar una dieta nutritiva rica en antioxidantes y grasas saludables: consumir alimentos como pescado con omega‑3, vegetales de hoja, frutas, nueces y semillas ayuda a proteger las neuronas frente al estrés oxidativo y mejora la comunicación sináptica. Dietas tipo mediterránea han sido asociadas con menor deterioro cognitivo.
  • Estimulación cognitiva constante: actividades como resolver rompecabezas, aprender un idioma nuevo, tocar un instrumento o juegos mentales fortalecen conexiones neuronales y promueven la neuroplasticidad.
  • Mantener conexiones sociales: interactuar con otras personas estimula regiones cerebrales ligadas al lenguaje, empatía, memoria y aprendizaje, lo cual contribuye al bienestar cognitivo a largo plazo.

¿Qué hábitos afectan rendimiento del cerebro?

Estos son hábitos que afectan negativamente el rendimiento del cerebro:

  • Privar al cerebro de sueño suficiente es quizá una de las conductas más dañinas: la falta de descanso interrumpe la consolidación de la memoria, debilita la atención y la función cognitiva general. Estudios han vinculado malos hábitos de sueño con deterioro cognitivo.
  • Consumir dietas de baja calidad, ricas en alimentos procesados, azúcares o grasas saturadas, puede generar inflamación, estrés oxidativo y afectar negativamente las funciones neuronales. En niños y adolescentes estos patrones se relacionan con un peor desempeño cognitivo.
  • Estrés crónico y falta de recuperación emocional: la exposición prolongada a niveles elevados de cortisol puede dañar estructuras cerebrales como el hipocampo, afectando memoria y regulación emocional. Además, altos niveles de estrés suelen derivar en desgaste mental constante.
  • Multitarea excesiva o “saltos de atención” constantes: cambiar rápidamente entre tareas agota la capacidad cognitiva, reduce la eficiencia y debilita la memoria de trabajo.
  • Ingesta excesiva de bebidas azucaradas: el consumo habitual de líquidos con altas cantidades de azúcar está vinculado a una función cognitiva más pobre y posible inflamación cerebral.

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