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El Sistema Departamental de Áreas Protegidas del Valle del Cauca, conocido como SIDAP, encarna una estrategia de gobernanza ambiental dirigida a conservar la riqueza natural del departamento al mismo tiempo que fortalece la interacción entre las comunidades, las instituciones y los ecosistemas. Integrado en la lógica del Convenio sobre Diversidad Biológica —un tratado internacional ratificado por Colombia—, SIDAP representa un espacio donde actores técnicos, sociales y humanos unen capacidades para salvaguardar los entornos naturales y garantizar que sus aportes beneficien de manera equilibrada a la población del Valle del Cauca. Esta experiencia local se encuentra alineada con las políticas globales de conservación y uso sostenible de los recursos naturales, y es evidente en su articulación multisectorial.
El Congreso de Áreas Protegidas celebrado en Cali se configura como un claro ejemplo de la convergencia de distintos sectores bajo la premisa de la protección ambiental. Según información de la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC), este evento congregó a ponentes representativos de instituciones, comunidades y colectivos juveniles, quienes debatieron acerca de la conservación, la producción sostenible y la utilización de tecnologías de la información en el contexto de la protección territorial. Esta diversidad de enfoques responde a estándares internacionales subrayados por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que resaltan la legitimidad y la efectividad que aporta la inclusión de múltiples actores sociales a los esquemas de conservación.
Dentro del congreso destacó el proyecto “Montaña de Niebla” de El Dovio, un modelo de producción de café que adopta el sistema agroforestal. Esta modalidad productiva propicia la conectividad ecológica y la retención hídrica en la zona, lo que demuestra que la conservación puede ir de la mano de emprendimientos sostenibles sin comprometer la biodiversidad. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) respalda estas prácticas de agroforestería, al señalar que contribuyen a reducir la presión sobre los bosques y fortalecen la capacidad de los ecosistemas para enfrentar alteraciones climáticas.
La participación de la Escuela de Turismo de la Universidad Autónoma de Occidente (UAO) subraya el rol decisivo de la educación y el conocimiento en la valoración social de las áreas protegidas. Germán Morales, docente de la UAO, enfatiza la necesidad de reconocer el valor de estos espacios para consolidar la supervivencia de las comunidades y promover un turismo responsable, lo que implica una tarea formativa orientada a transformar prácticas y mentalidades en todo el Valle del Cauca.




Datos de la CVC y de organismos internacionales coinciden en señalar que las áreas protegidas colombianas han sido cruciales para la conservación de la biodiversidad y la protección de servicios ecosistémicos clave, entre ellos la regulación hídrica y la captura de carbono. No obstante, estas áreas enfrentan desafíos significativos: la expansión agrícola desregulada, el cambio climático y una financiación inconstante amenazan su estabilidad. Frente a este panorama, la alianza sostenida entre sector público, privado y sociedad civil es indispensable para garantizar la conservación a largo plazo.
Así, el reciente evento impulsado por SIDAP cristaliza una lógica de integración regional en la que convergen marcos internacionales, proyectos locales innovadores y la formación académica, todo ello en un proceso continuo que reconoce el valor de la biodiversidad y establece las bases para enfrentar los desafíos socioecológicos de la actualidad y el futuro.
¿Qué papel juega la agroforestería en la conservación de ecosistemas? La agroforestería, destacada durante el congreso como ejemplo con el caso “Montaña de Niebla”, es un sistema productivo que integra árboles y cultivos en una misma área, fomentando la conectividad ecológica y mejorando el ciclo del agua. La relevancia de esta práctica radica en que permite a las comunidades mantener actividades económicas sostenibles sin degradar los servicios ecosistémicos. Así, contribuye a la protección de la biodiversidad, promueve la resiliencia al cambio climático y sirve como alternativa a la agricultura convencional que suele fragmentar los hábitats y agotar los recursos naturales de manera acelerada.
¿Por qué es fundamental la educación ambiental en la gestión de áreas protegidas? La educación ambiental es esencial para fomentar el respeto por la naturaleza y sensibilizar a las comunidades sobre el valor de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos. Según la experiencia de la Universidad Autónoma de Occidente en el SIDAP, la formación académica incentiva una comprensión profunda de las amenazas y oportunidades vinculadas a las áreas protegidas. A partir de programas educativos, las comunidades pueden adquirir herramientas para cuidar los ecosistemas y participar activamente en políticas de uso sostenible, reforzando así el éxito y la legitimidad de las estrategias de conservación.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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