Por: El Espectador

El Espectador es el periódico más antiguo del país, fundado el 22 de marzo de 1887 y, bajo la dirección de Fidel Cano, es considerado uno de los periódicos más serios y profesionales por su independencia, credibilidad y objetividad.

Este artículo fue curado por pulzo   Nov 23, 2025 - 1:16 pm
Visitar sitio

Colombia es un país reconocido por la diversidad y riqueza de su despensa natural, especialmente en lo que respecta a frutas. Esta pluralidad se refleja en las múltiples especies que crecen en diferentes regiones, marcando la identidad gastronómica nacional. Antes de adentrarse en este universo, resulta interesante cuestionar cuánto sabemos sobre los frutos originarios del país. ¿Cuáles pertenecen realmente a las zonas andinas colombianas? ¿Qué características distinguen a las frutas del trópico que se encuentran sobre la mesa?

El lulo, la gulupa y el borojó sobresalen como exponentes emblemáticos de la diversidad frutal colombiana, según lo señala una guía ilustrada de Gian Paolo Dáguer. En esta obra, el autor presenta 202 frutas autóctonas y asombrosas del país. El lulo, por ejemplo, es originario de las zonas andinas, mientras que la gulupa llama la atención por su intenso color morado y su cáscara resistente. Por su parte, el borojó es un fruto fundamental en la región Pacífica, utilizado en jugos y postres tradicionales, lo que evidencia una relación profunda entre los productos nativos y las costumbres culinarias de cada región.

La pasión de Gian Paolo Dáguer por los frutos colombianos tiene raíces en su infancia. En su relato, el autor revive la experiencia de descubrir sabores directamente en los árboles de la finca de sus abuelos, costumbre que compartía con sus primos durante sus años de formación. Esta relación cercana con la naturaleza y su oferta comestible impactó su conocimiento, permitiéndole reconocer y apreciar variedades poco conocidas para muchos colombianos. La familiaridad de Dáguer con los frutos exóticos y endémicos de Colombia ha motivado la creación de material ilustrado para facilitar su identificación y reconocimiento entre el público.

Las frutas nativas no son solo un deleite para el paladar, sino también un componente esencial del patrimonio cultural y biodiverso de Colombia. La conexión emocional de los habitantes con estos sabores nace de las memorias compartidas y de la transmisión de conocimientos familiares. Esta experiencia individual, como la de Gian Paolo Dáguer, es testimonio del modo en que factores geográficos, históricos y sociales contribuyen a que ciertos frutos sean celebrados y otros apenas conocidos, incluso en su propia tierra natal.

Lee También

La despensa colombiana revela matices únicos en cada región; la presencia de frutas como el lulo, la gulupa o el borojó ilustra la singularidad de los ecosistemas y las prácticas culinarias locales. La guía de Dáguer es más que un inventario, es una invitación a redescubrir aquellas riquezas naturales que forman parte de la vida cotidiana, impulsando el reconocimiento y la conservación del saber tradicional.

¿Por qué Colombia tiene tantas frutas únicas en el mundo?

Esta pregunta surge a partir del asombro que produce la vasta variedad de frutas presentes en los mercados y cocinas colombianas, muchas de las cuales tienen origen endémico y se cultivan en áreas específicas. El tema toma relevancia por el papel fundamental que estas especies juegan en la alimentación local y la cultura.

Entender el porqué de esta diversidad implica considerar la combinación de factores geográficos, como la ubicación cerca de la línea ecuatorial, la variedad de pisos térmicos y la existencia de diferentes ecosistemas. Estos elementos, sumados al conocimiento ancestral y las prácticas agrícolas tradicionales, explican cómo y por qué Colombia preserva y sigue disfrutando de una de las despensas frutales más notables del planeta.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

* Pulzo.com se escribe con Z

Lee todas las noticias de vivir bien hoy aquí.