Para muchos, echarse un sueñito después del almuerzo es una tradición innegociable; es reparadora y sirve, según los que la ponen en práctica, para recargar energías y terminar la jornada por todo lo alto.

El popular motoso tiene millones de seguidores en todo el mundo, a tal punto que diferentes compañías en el planeta han destinado espacios con camas o hamacas para que sus empelados tomen una siesta cuando lo deseen, argumentando que un colaborador que haya gozado de un buen descanso, contribuye a la productividad de las empresas.

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Sin embargo, y aunque varios estudios sustentan esta teoría, un artículo publicado en la revista ‘Hypertension’, de American Heart Association, cita un análisis realizado por especialistas y que podría llevar a pensar lo contrario.

Dicha publicación, recogida por el medio La Sexta, indica que esta costumbre podría representar el riesgo de sufrir presión arterial elevada o problemas cerebrovasculares.

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El análisis consistió en recopilar, durante 11 años, la información de 360.000 ciudadanos británicos entre los 40 y 69 años, quienes compartieron con los encargados del estudio sus muestras de orina, saliva y sangre y detalles sobre sus hábitos de vida.

Al final, pudieron concluir que quienes aplican la siesta a cualquier hora del día, tienen un 12 % más de probabilidades de desarrollar hipertensión y un 24 % más de sufrir un accidente cerebrovascular.

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Los expertos señalan, según el medio, que el problema no radica en el motoso de 5 o 10 minutos, sino cómo esta tradición repercute en el sueño nocturno que toda persona debe tener, pues encontraron que quienes habitualmente toman una siesta, no descansan lo suficiente en la noche, algo relacionado directamente con los problemas de salud expuestos.