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Este artículo fue curado por pulzo   Sep 15, 2025 - 10:14 pm
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El debate sobre el cambio de horario semestral —una medida común en Estados Unidos y parte de Europa— ha vuelto a ocupar titulares tras la publicación de un estudio que asocia esta práctica con riesgos para la salud, especialmente en lo que respecta a obesidad y accidentes cerebrovasculares. La investigación, encabezada por la Universidad de Stanford y divulgada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), recurrió a modelos matemáticos para evaluar el impacto de tres políticas horarias en el ritmo circadiano humano, conocido como el reloj biológico que regula múltiples funciones fisiológicas.

De acuerdo con los datos del estudio, los ritmos circadianos tienen una duración promedio de doce minutos más que el ciclo estándar diario de veinticuatro horas. Este desfase exige al cuerpo humano un esfuerzo continuo de ajuste, guiado principalmente por la exposición a la luz solar. Para sincronizarse de modo óptimo, el organismo necesita luz natural por la mañana y menor iluminación por las noches, facilitando así procesos internos esenciales. Al evaluar las distintas políticas horarias, Jamie Zeitzer, investigador de Stanford, evidenció que la menor “carga circadiana” —es decir, el menor esfuerzo adaptativo biológico— corresponde a la implementación permanente de la hora estándar.

Las proyecciones del equipo de Stanford son contundentes: si se adoptara de manera permanente la hora estándar en Estados Unidos, se registrarían alrededor de 300,000 accidentes cerebrovasculares menos y una reducción de 2.6 millones de casos de obesidad cada año. Esto se traduciría en una disminución del 0.09% en la prevalencia de accidentes cerebrovasculares y del 0.78% en obesidad a escala nacional, datos subrayados por la fuente original del estudio.

El horario de verano permanente, por su parte, mostraría beneficios relativos y precisos para la minoría de individuos madrugadores (quienes representan el 15% de la población con un ciclo biológico propio más corto de veinticuatro horas). Para ellos, la luz vespertina prolongada podría generar algunas ventajas circadianas. No obstante, los expertos insisten en que estos modelos no reflejan toda la complejidad del mundo real, ya que omiten variables fundamentales como diferencias regionales, hábitos individuales y condiciones climáticas.

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La discusión sobre los efectos del cambio horario no es exclusiva de Norteamérica. En la Unión Europea, la Dirección General de Salud y Seguridad Alimentaria de la Comisión Europea ha analizado opciones para suspender los cambios bianuales argumentando impactos negativos sobre el bienestar general y el sueño, aunque hasta la fecha no hay decisiones definitivas. Estudios de la American Heart Association han demostrado que la alteración prolongada del ritmo biológico se relaciona con la aparición de hipertensión, diabetes tipo 2 y un aumento en la incidencia de accidentes cerebrovasculares. Por su parte, investigaciones del National Institutes of Health señalan que la desincronización circadiana afecta el metabolismo y la regulación hormonal, constituyendo un factor adicional al desarrollo de la obesidad.

Periodistas especializados en temas de salud respaldan la tendencia hacia políticas públicas centradas en la estabilidad horaria, subrayando la importancia de una exposición matutina adecuada a la luz para favorecer la sincronización biológica óptima. En ese sentido, el informe de Stanford aporta argumentos cuantitativos en el debate global sobre la pertinencia de modificar o suprimir los cambios de horario, señalando que la salud colectiva podría beneficiarse significativamente con la adopción de un horario fijo, en especial el estándar.

¿Cómo influye el ritmo circadiano en enfermedades metabólicas y cardiovasculares?
La relevancia del ritmo circadiano en la salud se manifiesta en cómo este regula procesos internos ligados al metabolismo, la presión arterial y la segregación de hormonas. Cuando dicho ritmo se desajusta, como ocurre con los cambios forzados de horario, pueden desencadenarse alteraciones en los sistemas que controlan el peso corporal y la función cardiovascular. La American Heart Association y el National Institutes of Health han demostrado que el desajuste circadiano guarda relación directa con el aumento de afecciones como la hipertensión, la diabetes tipo 2 y los accidentes cerebrovasculares, añadiendo una nueva dimensión al debate sobre políticas horarias.

¿Por qué fue instaurado originalmente el cambio de horario y qué argumentos sostienen su permanencia?
El cambio de horario bianual se implementó principalmente por motivos económicos y energéticos en el siglo XX, bajo la premisa de aprovechar mejor la luz solar y disminuir el consumo de energía eléctrica. Sin embargo, el panorama actual muestra que los beneficios esperados en ahorro energético suelen ser marginales, mientras que los costos en salud física y mental ganan peso en la discusión pública. La revisión de estos argumentos es central para los países que estudian revertir la medida y adoptar una política de horario permanente mejor adaptada al bienestar social.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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