
Las controversias que surgen en redes sociales tienen un aspecto muy particular en los momentos en los que quienes aparecen en cámara toman un actitud que llega a ser impactante.
Detrás del llanto, las quejas y la exageración no solo hay una simple y espontánea reacción por parte de los creadores de contenido y figuras públicas que las protagonizan.
Lo cierto es que un experto puso la lupa en este tema y dejó en evidencia un aspecto que para muchos pasaría de largo, pero que explica con claridad las razones para que sean mecanismos tan efectivos.
¿Cómo exagerar, llorar o quejarse es efectivo en redes sociales?
En nuestro entorno actual parece haberse impuesto una especie de “era del drama”, donde exagerar, llorar o quejarse a menudo se vuelve la estrategia más efectiva para captar atención y resonar con los demás.




Según el psicólogo Scott Lyons, autor de ‘Adictos al drama’ y replicado por el diario La Vanguardia, estamos saturados por estímulos constantes (imágenes dramáticas, noticias alarmantes, debates polarizados) lo cual incrementa nuestra necesidad de expresiones emocionales extremas para sentirnos “vivos” de nuevo.
Lo que antes se consideraba una reacción individual ha evolucionado en un rasgo colectivo: el dramatismo se ha normalizado como forma de comunicación ineludible, tanto en redes sociales como en política y relaciones interpersonales.
Las narrativas cargadas de tragedia y urgencia resultan herramientas poderosas para atraer atención y permanecer ancladas en la memoria de las audiencias.
Para captar y retener la atención, el lenguaje dramático utiliza tonos, imágenes y metáforas que apelan directamente a la activación del estrés, pues las zonas cerebrales sensibles a la alerta también son las que sostienen el foco de la atención prolongada.
Además, entre los creadores de contenido hay quienes apelan al llamado ‘sadfishing’ (publicar emociones negativas de manera calculada para suscitar empatía o reacciones) causando confusión entre lo auténtico y lo escenificado.
El filósofo Eudald Espluga advierte que esta tendencia dramática no es meramente emocional, sino cultural: su popularización en las plataformas digitales provoca una atmósfera colectiva en la que el melodrama se convierte en moneda emocional corriente.
Frente a esto, proponer contraste (como discursos moderados, reflexiones pausadas o formas de comunicación más equilibradas) puede ofrecer una alternativa ante la saturación emocional.
Si bien no lo menciona el especialista ni el texto en cuestión, resulta pertinente revisar con detenimiento las consecuencias detrás de este tipo de publicaciones no solo para los espectadores sino para sus protagonistas.
¿Qué efectos tiene exagerar o quejarse constantemente en la salud mental?
Hay varios efectos que pueden tener en la salud mental exagerar o quejarse constantemente, de acuerdo con expertos en el tema:
- Incremento de ansiedad y depresión: personas que frecuentemente se involucran con quejas o reprimen sus emociones tienden a presentar síntomas más altos de ansiedad y depresión. Un estudio en trabajadores que reciben quejas constantemente encontró que quienes “siempre se enfrentan a quejas” o “siempre suprimen emociones” tienen mayor probabilidad de reportar estos problemas.
- Reestructuración cerebral negativa: quejarse de forma habitual puede reconfigurar circuitos neuronales para favorecer la negatividad. El principio “neuronas que se activan juntas se conectan juntas” implica que cuanto más se repite la queja, más fácil será que la mente tenga respuestas automáticas pesimistas.
- Daño cognitivo, incluido deterioro en memoria y resolución de problemas: existe evidencia de que la queja crónica puede reducir el tamaño del hipocampo, región cerebral relacionada con memoria y aprendizaje, lo que puede afectar funciones cognitivas como planear, tomar decisiones y adaptarse a nuevas situaciones.
- Elevación crónica del estrés (cortisol) y problemas físicos asociados: quejarse con frecuencia activa la producción del cortisol, hormona relacionada con la respuesta al estrés. Niveles elevados y persistentes de esta hormona pueden generar trastornos del sueño, mayor presión arterial, debilitamiento del sistema inmunológico y otros problemas físicos.
- Impacto en relaciones sociales y bienestar psicológico: las personas que se quejan todo el tiempo pueden verse percibidas como negativas o emocionalmente demandantes, lo que puede separar a quienes las rodean, generar aislamiento social o deteriorar el apoyo interpersonal. Además, este comportamiento perpetúa una mirada pesimista de la vida, disminuyendo la resiliencia ante dificultades.
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