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Escrito por:  Fredy Moreno
Editor jefe     Jun 12, 2025 - 5:57 pm

El suroccidente de Colombia, conformado por los departamentos de Valle del Cauca, Cauca y Nariño, vive hoy en el peor de los mundos. Por un lado, soporta una de las más graves arremetidas de las disidencias de las Farc al mando de alias ‘Iván Mordisco’, que, en un solo día, el martes pasado, ejecutaron 24 eventos terroristas que dejaron cinco civiles y dos policías muertos, y 74 heridos, ocho en estado crítico; y por el otro lado ve lo que se podría configurar como el engaño de una desmovilización del frente ‘Comuneros del Sur’ del Eln, en Nariño.

(Le interesa: Hace cuatro años, Petro dijo que, si ganaba presidencia, el Eln se acabaría en tres meses)

Lo que ocurre en el Cauca y Valle del Cauca con las disidencias de alias ‘Iván Mordico’ es el resultado de la ruptura, el 16 de julio de 2024, del cese al fuego con lo que se llamaba en ese momento el Estado Mayor Central (EMC) de las disidencias de las Farc, del que quedó la división entre las disidencias de alias ‘Iván Mordisco’ y las de alias ‘Calarcá’. Desde entonces hay una ofensiva total de las Fuerzas Militares, que en varias ocasiones han estado a punto de abatir a alias ‘Iván Mordisco’, catalogado como un objetivo del alto valor estratégico.

La situación también es el producto de la reacción de esa organización ilegal armada a la operación de las Fuerzas Militares para recuperar el corregimiento de El Plateado, de Argelia (Cauca). Eso ha significado que la confrontación del cabecilla de esas estructuras ilegales armadas contra el Estado, y particularmente contra el presidente Gustavo Petro (que no lo baja de traqueto), esté escalando. El conflicto, antes que bajar de intensidad, se ha incrementado y amenaza con expandirse a otras regiones en departamentos como Caquetá, Huila y Tolima.

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La ofensiva de las Fuerzas Militares está dirigida contra cuatro bloques de alias ‘Iván Mordisco’ en el sur del país, especialmente contra el ‘Isaías Pardo’, cuyo cabecilla, alias ‘Cholinga’, fue abatido por tropas del Ejército en las últimas horas. Pero las acciones militares no parecen suficientes para contener o siquiera afectar de alguna manera la voluntad de combatir de los integrantes del grupo armado ilegal. Tampoco basta con que la Fiscalía difunda la hipótesis de que la escalada se trató de la conmemoración de la muerte del cabecilla de las disidencias alias ‘Mayibú’ hace tres años.

Que las disidencias de alias ‘Iván Mordisco’ hubieran ejecutado 24 actos terroristas prácticamente de manera simultánea, sin que las autoridades detectaran nada para anticiparse, habla de la fragilidad de la inteligencia militar, pese a que el comandante de las Fuerzas Militares, el almirante Francisco Cubides, dijo que desde la noche anterior se habían neutralizado seis eventos terroristas y se produjeron dos capturas. “De acuerdo con los análisis preliminares de nuestra inteligencia militar, los responsables de esos atentados son las estructuras residuales de las disidencias de las Farc, la ‘Jaime Martínez’, la ‘Carlos Patiño’ y la ‘Dagoberto Ramos’”, dijo.

Pero identificar a los autores no es suficiente. De las autoridades se espera que se anticipen a las acciones terroristas, que las desactiven, que capturen a los responsables, pero, sobre todo, que tomen la iniciativa, perdida en los últimos tres años debido al debilitamiento de la inteligencia militar, y que propinen golpes contundentes que dobleguen la voluntad de guerra de las disidencias, las pongan a disposición de las autoridades judiciales, las den de baja o, en el mejor de los casos, las conduzcan a una mesa de negociación.

Ficción de la paz con disidencia del Eln

Pero no una negociación como la que adelanta el Gobierno del presidente Petro con el frente ‘Comuneros del Sur’, disidencia del Eln en Nariño, revestida de un barniz que, al parecer, no corresponde a la realidad, pese a haber sido formalizada el 13 de septiembre de 2024 con la presencia de garantes como la Conferencia Episcopal, la Misión de Apoyo de la OEA y el Reino de los Países Bajos. Todo eso ha permitido que entregaran (en abril pasado) más de 500 artefactos explosivos y se firmaran acuerdos para la sustitución voluntaria de cultivos ilícitos y la transformación territorial en las zonas bajo su influencia.

Con ‘Comuneros del Sur’ —viene advirtiendo Laura Bonilla, subdirectora de la Fundación Pares— hay algo que no cuadra. La analista política ha encontrado que detrás del asesinato de varios líderes de la comunidad awá está el hecho de que ellos estaban denunciando que “los combatientes desmovilizados son, en su mayoría, hombres mayores, ya agotados por la guerra. Mientras tanto, los más jóvenes y operativos simplemente han cambiado de brazalete: ahora se identifican como Autodefensas Unidas de Nariño (AUN), como ‘Los Cuyes’ o como cualquier otra sigla que convenga al momento. Las autoridades indígenas estaban denunciando esta farsa y, por hacerlo, fueron asesinadas”, escribió en El Espectador.

“Lo que está ocurriendo hoy en Nariño debería ser motivo de preocupación nacional. Mientras el Gobierno insiste en mostrar avances y promocionar el proceso como exitoso, las lideresas y líderes indígenas advierten que no hay una desmovilización real. Lo que hay es una reconfiguración estratégica. Los brazaletes cambian, pero los fusiles permanecen en las mismas manos”, agregó Bonilla en su columna. “Las comunidades no hablan de una escisión parcial o de la aparición de una nueva facción. Lo que están describiendo es más grave: son exactamente los mismos hombres, con los mismos mandos, los mismos territorios, el mismo poder armado. La gente los conoce. Sabe que siguen armados. Y sobre todo, sabe que siguen causando daño”.

Bonilla también hizo parte del grupo de expertos invitado a la X Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales (Clacso) 2025, en la Universidad Nacional de Colombia, que concluyeron que el reciclaje de los grupos armados, la ausencia de una estrategia clara de transición y la débil presencia estatal en los territorios impiden consolidar una paz real. Advirtieron asimismo que sin una desmovilización efectiva y sin protección al legado de lo pactado en el Acuerdo con las Farc el país seguirá atrapado en un ciclo interminable de violencia. Un bucle de ese ciclo es la violenta arremetida en Cauca y Valle del Cauca, lo mismo que la, en opinión de Bonilla, engañosa negociación con la disidencia del Eln en Nariño.

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