El documento está dirigido a la comunidad educativa en general, y según expresa el rector se marcha “con profundo dolor en el corazón” por los graves señalamientos de presunto abuso sexual en su contra.

Apartarme de la dirección del colegio y en mi lugar la Congregación ha nombrado al sr. Carlos Trebilcock Aranguren, exalumno del colegio y actual vicerrector. Todo esto siguiendo los protocolos existentes en nuestra Congregación de los Clérigos de San Viator y a fin de permitir toda la transparencia posible en las investigaciones”, dice un fragmento de la carta.

Si bien Vanegas Bedoya asegura que esta no es una renuncia, y que de eso ya había hablado con sus estudiantes, de todas formas se ve obligado a dar un paso al costado para enfrentar el escándalo sin que siga de por medio el nombre de la prestigiosa institución.

Sobre todo, porque la madre de un joven que se suicidó denunció que su hijo fue víctima de abusos por curas de ese colegio, y que las secuelas que le quedaron presuntamente lo empujaron a tomar esa decisión.

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Tal vez por eso las primeras palabras de Vanegas van dirigidas a los estudiantes y a cada uno de los padres de familia, a los que les dice que “son la razón de existir” del colegio.

Este es el documento completo que dio a conocer el colegio a través de sus redes sociales:

Vanegas ahora tendrá que enfrentar la denuncia que hizo en su contra un estudiante de grado once , que la semana pasada aseguró a través de los micrófonos de W Radio que el padre supuestamente lo invitó a su oficina, lo sentó en las piernas y lo besó.

Según el estudiante, su relación con el padre Vanegas era “bastante cercana” debido a que el religioso les ayudó a sacar la beca a él y a su hermano menor.

“En el momento en que él me dio esas becas, todo iba normal. Él siempre se mostraba muy cariñoso conmigo, muy amable. Siempre era un abrazo muy apretado o un abrazo de mucho tiempo. De resto no más”, añade en su relato. “Y un día me dijo que por qué yo no había vuelto a la oficina después de yo tener la beca. Y pues cuando yo voy a la oficina, él me sienta en un sofá que tiene en la oficina de él, me pregunta que cómo voy, que cómo van las cosas después de la beca, y después de eso, lo que él hace es como alzarme y ponerme en sus piernas. Y yo quedé como… Me siento incómodo. Ya después lo que él hace es besarme”.

“Entonces, yo lo que hago es… quedo en shock completamente y me quito, y le digo: ‘Ya me tengo que ir’. Y me voy”, agrega.

En la emisora le preguntaron al joven si nunca le pasó por la mente, durante esos abrazos largos, que las becas de él y de su hermanito podrían depender del cariño del sacerdote. El muchacho respondió: “Sí, lo sentí”.