El joven de 21 años salió a participar en la manifestación que se hizo en Medellín el 20 de enero de 2019 contra el terrorismo, luego del atentado del Eln contra la Escuela General Santander de Policía, que se había registrado tres días antes en Bogotá.

Alan Garzón decidió marchar a favor de la paz vistiendo una camiseta que llamó mucho la atención, porque en ella escribió en letras rojas:

“No a la guerra de Duque y Uribe”.

En medio de la jornada, el paisa se cruzó en el parque de San Antonio con otro ciudadano que lo agredió verbalmente; primero, el señor se fue tras él insultándolo y luego le lanzó una amenaza: “Te quitás esa camiseta o te pelamos”.

Esa no fue el único momento tensionante que vivió el joven durante la marcha. Más tarde relató que las agresiones pasaron a lo físico, pues lo abofetearon y lo ultrajaron, aunque había policías.

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Todo escaló y días después comenzó a recibir anónimos y amenazas de muerte, muchas llegaron a su casa, por lo que, con sus 18 años recién cumplidos, se fue huyendo hasta encontrar asilo político en Alemania. Todo el proceso lo hizo solo.

Allá no la pasó bien, según contaron sus familiares a El Colombiano, pues “pese al peligro que corría no contó con apoyo de ninguna autoridad colombiana. Fue un amigo quien le prestó la plata para los pasajes”.

Alan se estableció en la ciudad de Hannover, comenzó a trabajar en un restaurante, mientras estudiaba para ser chef, contó el medio; aunque a veces se sentía solo:

“Él a veces llamaba como aburrido, sobre todo cuando ya iba a entrar el invierno allá. Eso le daba depresión. Pero acá lo animábamos diciéndole que esperara que una prima iba a ir para estar con él”.

Aún así, relataron otros allegados a Telemedellín, él quería volver a Colombia y estar con su familia. Luego de eso, la familia dejó de tener noticias de él desde el 23 de septiembre pasado.

Una prima de Alan le dijo al medio regional que, según un amigo de él, salió de fiesta, pero tiene muchas dudas del relato:

“Que se había embriagado, que no podía ni caminar; que le había dado agua en el baño y que lo llevó hasta el carro. Que él se devolvió por una chaqueta y cuando regresó a los cinco minutos, Alan se le esfumó, salió del carro y se fue”.

No se supo más de él y varios días después, el consulado de Colombia conoció el caso.

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Después de eso, lo siguiente que supieron fue el pronunciamiento que hizo la Cancillería el pasado 16 de octubre, en el que confirmó que fue hallado sin vida:

“El Consulado de Colombia en Berlín se permite dar a conocer que fue informado el jueves 13 de octubre, por la Policía de la ciudad de Hannover, estado federado de Baja Sajonia, sobre el hallazgo del cuerpo sin vida de Alan Andrés Garzón Ramírez, identificado plenamente por el servicio forense de la Policía de la citada ciudad”.

Sin embargo, las razones no son claras. La información dice que no parece que nada influyera en su muerte y por eso la investigación se cerró:

“La Policía también confirmó a esta misión diplomática la ausencia de factores externos que pudieran haber contribuido al deceso del joven colombiano, por lo cual ha informado que se han cerrado las investigaciones pertinentes a su búsqueda y razones del fallecimiento”, dijo la Cancillería.

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Ante la incertidumbre, en los últimos días la familia comenzó a exigir que se les permita saber qué pasó:

“Nosotros queremos ver esas pruebas. Que nos muestren las fotos para reconocer el cadáver, para nosotros poder aclarar lo que nos tiene tan angustiados”.

Esta es la petición que hace su familia:

Los restos de Alan continúan en Alemania, aunque la Cancillería dijo que ofrecería la asistencia consular necesaria.