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La Fundación Natalia Botero Escobar ha desarrollado durante los últimos ocho años un modelo integral de reciclaje que trasciende el mero manejo de residuos para convertirse en una estrategia con profundo impacto social en diversas regiones de Colombia. Este modelo se distingue por su visión holística, ya que no solo recolecta y reincorpora materiales como vidrio, tetrapak, papel y chatarra a la cadena productiva, sino que los transforma en objetos útiles—vasos, muebles escolares—donados posteriormente a instituciones educativas de escasos recursos. Así, la actividad ambiental se convierte en un vehículo para canalizar ingresos hacia proyectos de apoyo a poblaciones vulnerables, promoviendo a la vez sostenibilidad y desarrollo social, según lo detallado en las memorias institucionales de la Fundación Natalia Botero Escobar.
Uno de los proyectos más emblemáticos es el comedor comunitario del barrio Estación Villa, conocido como "el Bronx" de Medellín, realizado en alianza con la organización Everyday Homeless. Este espacio va más allá de la alimentación diaria, pues incorpora tres salones especializados donde niños expuestos a entornos marcados por el consumo de drogas reciben formación en informática, fotografía, arte y habilidades emocionales; todo ello bajo la estricta supervisión de una nutricionista que garantiza el seguimiento semestral personalizado y el estado de salud de los infantes. Este enfoque, resaltado en informes de UNICEF Colombia (2023), evidencia la importancia de estrategias que combinen alimentación, educación integral y contención emocional como herramienta para reducir vulnerabilidades infantiles y prevenir el consumo de sustancias psicoactivas.
La Fundación ha forjado alianzas estratégicas con grandes empresas del sector licorero, como Bavaria, así como con licoreras y cerveceras de carácter nacional. Estas colaboraciones se centran en la recolección de botellas para evitar su reutilización indebida, problemática asociada a la adulteración de licor según autoridades sanitarias colombianas. Además, ofrecen servicios de destrucción segura de documentos y protección de marca, reforzando la confianza corporativa y ampliando el impacto socioambiental. Estudios como los de PwC (2023) subrayan que la destrucción segura de materiales es vital para reducir riesgos de fraude y proteger la integridad empresarial.
Geográficamente, la Fundación opera en Cali y Medellín—donde centraliza rutas de recolección—y mantiene un activismo importante en Manizales. Entre sus iniciativas en esta ciudad destacan el apoyo al Gimnasio Los Cerezos, que facilita la capacitación y acceso a la educación superior de jóvenes vulnerables, el respaldo al ancianato Guadalupe y el impulso a la educación física en la comunidad de Betania. Durante su trayectoria, la Fundación ha generado empleo directo para unas 200 madres cabeza de familia y actualmente sostiene 100 empleos, de los cuales 40 son en áreas administrativas, contribuyendo a la estabilidad económica de familias desfavorecidas.




A nivel nacional, el modelo de reciclaje formal de la Fundación responde a la problemática de la informalidad en el manejo de residuos sólidos—aproximadamente el 60% de la gestión de residuos en Colombia es informal, según datos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (2024). Esta realidad reduce la eficiencia de los programas de reciclaje y sostenibilidad. Así, la labor de la Fundación Natalia Botero Escobar contribuye activamente a fortalecer la economía circular mediante un sistema replicable y estable que formaliza la cadena del reciclaje y su impacto social asociado.
En síntesis, este trabajo conjunto entre reciclaje, formación, nutrición y promoción de empleo ejemplifica cómo la integración de fuerzas empresariales, sociales y públicas puede alinearse con los objetivos de desarrollo sostenible de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). La experiencia de la Fundación ofrece así una hoja de ruta concreta para impulsar nuevas soluciones frente a desafíos sociales y ambientales complejos en el país.
Preguntas frecuentes relacionadas
¿Cuáles son los desafíos principales que enfrenta el reciclaje formal en Colombia?
El reciclaje formal en Colombia sigue enfrentando una brecha considerable frente al sector informal, responsable de cerca del 60% del manejo total de residuos sólidos, de acuerdo con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. La fragmentación del sector, la falta de infraestructura adecuada y la informalidad laboral dificultan la trazabilidad y disminuyen la efectividad de los programas de economía circular. Promover alternativas como la de la Fundación Natalia Botero Escobar exige fortalecer la regulación, capacitar a recicladores y facilitar la colaboración público-privada.
Estos desafíos impactan tanto en la sostenibilidad ambiental como en la equidad social, ya que la formalización del reciclaje incide directamente en la mejora de ingresos, seguridad y acceso a beneficios para quienes se dedican a esta actividad. La replicabilidad de modelos integrales se perfila como solución, pero requiere acceso a financiación, apoyo estatal y una ciudadanía activa en su compromiso ambiental.
¿Qué significa “proteger la marca” en el contexto del reciclaje empresarial?
Proteger la marca es una práctica empresarial que incluye procesos como la destrucción segura de documentos, uniformes y envases para evitar su reutilización indebida, falsificación o robo de identidad corporativa. En el escenario colombiano, la reutilización de envases, especialmente en el sector de licores, representa un riesgo grave de adulteración de productos y de daño reputacional.
Servicios como los que ofrece la Fundación Natalia Botero Escobar, certificados y confidenciales, son fundamentales para asegurar que el material descartado no termine en el mercado ilegal. Esta vigilancia contribuye no solo a la seguridad de los consumidores, sino también a la estabilidad financiera de las empresas, evitando fraudes y pérdidas millonarias, según reporta el PwC Global Economic Crime and Fraud Survey 2023.
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