Por: EL NUEVO DÍA IBAGUÉ

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Este artículo fue curado por Andrea Castillo   Jul 23, 2025 - 11:29 am
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Un joven con discapacidad motora, cuya vida ya presentaba múltiples desafíos, fue secuestrado durante 76 días en un hueco estrecho, oculto bajo lonas, tierra y escombros, en un encierro inhumano del que apenas sobrevivió.

Todo comenzó la noche del 28 de noviembre de 2020, cuando hombres armados irrumpieron en su vivienda. El objetivo inicial era su hermana, pero al no encontrarla, lo capturaron a él. Le hicieron beber un líquido que lo dejó inconsciente. Cuando despertó, la oscuridad y el hedor lo envolvían. Estaba enterrado en un espacio reducido, donde debía orinar en un balde y recibía agua “de lavadero” para subsistir. Por el confinamiento, su pierna izquierda perdió funcionalidad, al permanecer encogida durante semanas.

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Mientras los secuestradores exigían 200 millones de pesos por su liberación, Adán logró oír fragmentos de conversaciones. Pronto supo que se encontraba en una vivienda habitada por una mujer con hijos. Sin embargo, el golpe emocional más profundo llegó cuando escuchó una discusión entre sus captores por dinero desaparecido. Fue en ese momento que escuchó el nombre de su medio hermano, Sebastián, implicado directamente en el secuestro.

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Quince días después del secuestro, Adán intentó escapar, pero fue recapturado. Como castigo, reforzaron el hueco con más peso. Pero el 12 de febrero de 2021, la oportunidad volvió a presentarse. La mujer que lo vigilaba se ausentó, por lo que logró arrastrarse fuera del agujero, alcanzó la calle y pidió ayuda.

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Un ciudadano alertó a las autoridades. A pesar del estado físico deteriorado, su mente estaba lúcida. Durante el cautiverio, había memorizado nombres, apodos y hasta el número de cédula de uno de sus captores, datos que hoy son clave en la investigación judicial.

Actualmente, la Fiscalía General de la Nación avanza en el proceso investigativo. Según voceros, se cuentan con pruebas contundentes que vinculan a Sebastián, el medio hermano de Adán, con la planeación y ejecución del secuestro. La crueldad del caso ha despertado indignación nacional y reabre el debate sobre la violencia intrafamiliar en Colombia.

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