El primer remezón que sacudió, este lunes, al Gobierno de Gustavo Petro dejó por fuera a tres ministros, entre ellos, el de Educación, Alejandro Gaviria, cuya salida se atribuye al hecho de que, desde que comenzó a sonar la reforma a la salud, él también empezó a plantear reparos. A muchos les pareció incluso extraño que siguiera en el Gobierno cuando eran claras las diferencias que tenía. ¿Por qué no dio un paso al costado y esperó a que Petro le pidiera el cargo?

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La respuesta quizá se sepa en un tiempo, pero lo que sí está claro por ahora es que no salió por las mismas razones por las que el presidente también sacó de su Gobierno a las ministras del Deporte, María Isabel Urrutia, y la de Cultura, Patricia Ariza, a quienes se les achacó muy poca gestión en sus cargos. Gaviria tenía un peso específico en el Gobierno y, al parecer, influencia y eco.

Mientras que Urrutia y Ariza dijeron después en medios que Gustavo Petro nunca las llamó para advertirles que prescindiría de ellas, a Gaviria, según Noticias Caracol, que cita “una fuente presidencial”, lo convocó a las 5:00 de la tarde “y, cara a cara, le pidió la renuncia con varios argumentos”, el principal de los cuales es que “el Gobierno quiere una sola voz al interior sobre los grandes temas nacionales”.

Esos temas nacionales tienen tan preocupado a Petro que, en la noche de este lunes, cuando comenzó su discurso, ni siquiera saludó a los colombianos con un sencillo “buenas noches”, cortés y tradicional expresión muy arraigada en las costumbres nacionales, y esperada más en quien ejerce la primera magistratura del país y ostenta la majestad de la presidencia, tomado como ejemplo por muchos. Eran las siete de la noche pasadas.

No bien terminó el himno nacional y la voz oficial anunció a los colombianos que en seguida se dirigiría a ellos el presidente de la República, el mandatario fue a su punto: “En democracia, la diversidad de opiniones es un valor que yo comparto plenamente. Las reformas necesitan debate en la sociedad, consenso en el Gobierno, y después de aprobadas por el Congreso y por la sociedad misma necesitan mucha determinación para aplicarlas”.

Y, en efecto, después de hacer alusión a las reformas a la salud, la pensional y la laboral, que también se avecinan —de hecho, en su alocución, estuvieron detrás del presidente las ministras de Salud, Carolina Corcho, y de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, de tal suerte que en las tomas para televisión aparecían flanqueándolo—, Petro se refirió a la idea de unidad, dentro y fuera de su Gobierno: “Estamos en un momento decisivo para nuestras reformas y necesitamos más cohesión y determinación”.

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En este contexto se entendería su decisión de sacar a Alejandro Gaviria. Pero el ahora exministro de Educación no es la única voz disonante en el Gobierno. Este fin de semana se conoció una carta que firmaron Gaviria y el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo; la ministra de Agricultura, Cecilia López, y el director del Departamento Nacional de Planeación, Jorge Iván González, haciendo reparos al proyecto de reforma a la salud.

De los tres ministros que firmaron la carta, quizá Gaviria es el más prescindible: no está rotulado en la izquierda, viene del gobierno de Juan Manuel Santos y no tenía a cargo un ministerio crítico. Además, se ha caracterizado por mantener una postura independiente. “Renuncio al Ministerio de Educación por razones de salud”, escribió con ironía en Twitter. Para muchos, su salida estaba cantada.

Pero otro es el cantar con el minhacienda Ocampo, él sí vital en esta coyuntura de buscar y cuidar los recursos, y por ser quizás, a la luz de varios analistas, el más aplomado y el verdadero polo a tierra del gabinete. López, por su parte, es crucial en la reforma agraria y la compra de tierras en la que está empeñado Petro. Ellos dos, como todos los ministros, son fusibles, pero no están para quemarlos tan rápido como a Gaviria.

El ahora exministro de Educación hizo parte del trozo más delgado de la pita, por donde siempre se rompe, y sirvió para enviar varios mensajes en un discurso que no llegó a los tres minutos: al país (“Este Gobierno del Cambio no va a renunciar a reformar para mejorar la salud, las pensiones y las condiciones laborales […]”), al gabinete ministerial (para que se alinee: “Necesitamos más cohesión y determinación”) y a todos los que hacen parte del Gobierno.