Por: El Espectador

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Este artículo fue curado por pulzo   Dic 25, 2025 - 8:03 pm
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El reciente informe técnico presentado por la Contraloría adquiere relevancia crucial en el actual debate sobre el ordenamiento territorial de la Sabana de Bogotá. Este documento técnico, que dialoga directamente con el Ministerio de Ambiente, los municipios implicados y las autoridades ambientales, se basa en un análisis detallado de los principales instrumentos de planificación: los Planes de Ordenamiento Territorial (POT), los Planes Básicos de Ordenamiento Territorial (PBOT) y los Esquemas de Ordenamiento Territorial (EOT). Según la Contraloría, tras examinar la situación en los 29 municipios ubicados a lo largo de la cuenca hidrográfica del río Bogotá, se identificó que las normas urbanas adoptadas por estas localidades aún no siguen la orientación establecida por la sentencia emitida en 2014 por el Consejo de Estado sobre la protección de este afluente.

A partir de la sentencia, tanto la ciudad de Bogotá como los municipios de la cuenca fueron llamados a reorganizar sus sistemas urbanos y territoriales teniendo como eje central la protección y recuperación del recurso hídrico. Sin embargo, de acuerdo con el informe del ente de control, los avances que se han alcanzado en la implementación de estos mandatos resultan insuficientes, y los procesos se han estancado en esferas administrativas, profundizando la desconexión entre las políticas planteadas y la realidad en terreno.

El río Bogotá, epicentro de la problemática ambiental en la región, continúa siendo víctima de un alto grado de contaminación. La situación trasciende la dimensión ecológica para convertirse en un símbolo de las dificultades estructurales que enfrenta la gobernanza ambiental: aunque las fuentes contaminantes persisten, las soluciones estructurales no logran materializarse con la urgencia requerida. Los compromisos legales y sociales se han visto frustrados ante la lentitud y la complejidad burocrática evidenciada en los últimos años, como señala el informe de la Contraloría.

Uno de los ejes centrales de la apuesta institucional para la descontaminación es la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) Canoas, un proyecto considerado vital cuya materialización, no obstante, avanza a ritmo lento y apenas se encuentra en la fase final de adjudicación de contrato. De manera simultánea, el panorama urbano muestra un crecimiento acelerado de la construcción de viviendas en zonas cercanas a los afluentes, situación que va en contravía del mandato judicial de proteger los cuerpos de agua, y revela la dificultad para armonizar el desarrollo urbano con las exigencias ambientales y legales definidas hace más de una década.

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El diagnóstico de la Contraloría evidencia, entonces, no solo el rezago en el cumplimiento de una directriz judicial de alto nivel, sino también el enfrentamiento de múltiples intereses entre la demanda de expansión urbana y la urgente necesidad de preservar el capital natural. A pesar de las herramientas legales y técnicas existentes, la convergencia de voluntades y decisiones efectivas aún es un desafío por resolver en la gestión territorial de la Sabana de Bogotá, según constató el organismo de control.

¿Por qué es relevante cumplir la sentencia del Consejo de Estado sobre la cuenca del río Bogotá?

La sentencia del Consejo de Estado de 2014 constituye un hito en la protección ambiental del río Bogotá, ya que obliga a todos los actores del territorio a adoptar medidas para revertir los daños ambientales y garantizar una planificación donde el cuidado del agua sea prioridad. El cumplimiento de esta sentencia no solo implica atender un fallo de carácter judicial, sino también asumir compromisos que impactan la salud pública, la sostenibilidad y la calidad de vida de millones de habitantes de la región.

Este asunto es relevante porque, según el propio informe de la Contraloría, la falta de avances mantiene altos riesgos para los ecosistemas acuáticos y para el bienestar social y ambiental. Sin acciones concretas y coordinadas entre las distintas entidades, el deterioro continuará y la posibilidad de garantizar un futuro sustentable para la Sabana de Bogotá se verá cada vez más comprometida.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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